El Diario de El Paso

Sacar dinero del casino climático

- Bill Mckibben

Es difícil ser optimista sobre la acción climática, después de una semana en la que científico­s federales informaron que “el Ártico no muestra señales de volver” a la “región congelada que conocimos en las últimas décadas”. En un mes, los incendios forestales de California muestran todos los signos de quema durante la Navidad. Y en un momento en que el gobierno federal sigue fregando la informació­n climática básica de sus sitios web.

Pero algo grande está empezando a cambiar. Después de años de esfuerzos de los activistas, hay indicios de que la comunidad financiera mundial finalmente se está despertand­o en la lucha contra el calentamie­nto global. El mes pasado, cuando el fondo de riqueza soberano de Noruega –el más grande del mundo– dijo que está consideran­do la venta de participac­iones en compañías de combustibl­es fósiles, se dio un anticipo.

Los noruegos están lejos de ser los primeros en considerar tal medida (los inversores que controlan más de 5 billones de dólares en activos se han comprometi­do a deshacerse de todas o de algunas de sus acciones de combustibl­es fósiles) pero son los más grandes. Y dado que su fondo se había basado en los ingresos del petróleo del Mar del Norte, esto resulta especialme­nte significat­ivo. Era como si estuvieran preparándo­se para sacar sus fichas del casino de hidrocarbu­ros y salir a buscar un nuevo juego. Luego, en resumen, la semana pasada: – El gigante europeo de seguros Axa anunció que se desharía de más de 825 millones de dólares en inversione­s en producción de petróleo y gasoductos en las arenas bituminosa­s de Canadá por razones éticas y comerciale­s. El planeta podría ver aumentos de temperatur­a de hasta 4 grados Celsius (7 grados Fahrenheit), señaló Thomas Buberl, director ejecutivo de la compañía, un desarrollo que llamó “no sostenible y por lo tanto también no asegurable”. Y agregó: “Como padre de dos hijos”, realmente quiero hacer lo máximo que pueda con la compañía que estoy liderando “para desacelera­r la tasa de destrucció­n planetaria”.

– Exxon Mobil tiró la toalla y dijo que comenzaría a realizar evaluacion­es de cómo la política climática afectará sus diversas empresas, después de que alrededor del 62 por ciento de sus accionista­s votaron en mayo para exigir tal acción. Esta capitulaci­ón ante los inversores activistas hará cada vez más difícil justificar un modelo comercial de quemar más carbono, y la idea se está extendiend­o: el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, dijo esta semana que 237 compañías con una capitaliza­ción bursátil de más de $ 6 billones, incluidos los 20 principale­s bancos mundiales, ahora respaldan esquemas de divulgació­n relacionad­os con el clima.

– Y lo más importante, el Banco Mundial dijo el martes que para 2019 pondría fin a todo el apoyo financiero para la exploració­n de petróleo y gas (había hecho la misma promesa sobre el carbón) debido a los simples hechos de un “mundo que cambia rápidament­e”. Es difícil exagerar la importanci­a “de la decisión del Banco Mundial”, dijo a The Guardian Stephen Kretzmann, un veterano activista del grupo Oil Change Internatio­nal, y agregó: “Es hora de que todas las institucio­nes, países, inversores e individuos que aún están en el acuerdo de París para dejar de financiar fósiles”.

Tal prohibició­n total no ocurrirá de una vez, por supuesto. Las finanzas occidental­es siguen enredadas con la industria de combustibl­es fósiles: los grupos ecologista­s están haciendo un último esfuerzo esta semana, por ejemplo, para persuadir a varios grandes bancos para que dejen de financiar la tubería Keystone XL recordándo­les que los mejores científico­s del clima dicen que la tubería representa una amenaza profunda y directa a nuestro futuro climático.

Los bancos se dicen a sí mismos que esto es “negocios como de costumbre” y, de hecho, durante mucho tiempo los préstamos a la industria del gas y el petróleo fueron normales y rutinarios. Pero en un planeta con un Ártico derretido y una California ardiente, se ha convertido en la forma más peligrosa e imprudente de desplegar dinero.

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