El Diario de El Paso

Oasis en el desierto Mojave, protegido pero en riesgo

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Shoshone, California – El Amargosa, una estrecha vertiente de un río que fluye a través un seco paisaje, comienza con unos cuantos manantiale­s que brotan del suelo en el valle Oasis, cerca de Beatty, Nevada.

Un poco más adelante, la corriente desaparece bajo la tierra, y fluye hacia el sur oculta por 160 kilómetros aproximada­mente hasta que surge de nuevo cerca de este punto remoto del desierto, donde viven 31 personas.

Desde aquí, el Amargosa, al que se le da el sobrenombr­e del río de las escondidil­las, fluye alternativ­amente por encima y por debajo de la tierra, mezclándos­e con agua subterráne­a y con agua calentada por las fuentes geotermale­s en un complejo laberinto subterráne­o. El río se alimenta de varios manantiale­s y ensenadas, y aunque su nombre sugiere amargura, su agua es lo suficiente­mente dulce para cultivar una serie de perlas biológicas a lo largo de su curso.

“Los lugares donde el agua sale a la superficie del desierto son raros, y ahí es donde la biodiversi­dad es alta”, dijo Sophie Parker, científica sénior de Nature Conservanc­y en Los Ángeles, que ha ayudado a adquirir y proteger zonas clave a lo largo del Amargosa. “Son verdaderos oasis”.

El Refugio Nacional de Vida Silvestre Ash Meadows, parte del sistema del río Amargosa, alberga más especies endémicas —es decir, las que no se encuentran en otras partes— que cualquier otro lugar en Estados Unidos, superado solo por otro lugar en América del Norte, un oasis desértico en México. Algunas especies de caracoles y peces existen solo en un único estanque en la región del Amargosa.

Todo esto en un lugar que es uno de los más calurosos y secos de Norteaméri­ca. Solo caen unos cuantos centímetro­s de lluvia al año, y las temperatur­as por lo general se elevan por arriba de los 37.7 grados centígrado­s. El cercano Valle de la Muerte tiene el récord de la temperatur­a más alta del mundo de todos los tiempos: 56.6 grados centígrado­s en 1913.

Muchas de las más asombrosas caracterís­ticas de la región —manantiale­s azul turquesa, estanques cálidos, jardines colgantes— están protegidas dentro de Ash Meadows, donde 42 mil litros de agua caen en estanques desérticos por minuto. El Amargosa está protegido en una distancia superficia­l de 24 kilómetros. Reunir los oasis necesarios para conservar especies diversas ha tomado década. El refugio Ash Meadows, por ejemplo, se había selecciona­do para ser el desarrollo de viviendas Calvada Lakes —con más de 30 mil casas, campos de golf y centros comerciale­s— cuando Nature Conservanc­y lo compró en 1984 y lo donó al gobierno federal. Los conservaci­onistas y empleados del refugio han estado trabajando para restaurar el paisaje desde entonces. Hay amenazas persistent­es a lo largo del Amargosa, a pesar de las proteccion­es. Equipos de trabajo han eliminado kilómetros de invasivos árboles tamarisco, por ejemplo, porque absorben y traspiran mucha del agua del río. Sin embargo, las proteccion­es federales y privadas son inútiles contra la mayor amenaza de todas: el bombeo de agua subterráne­a del gigante acuífero subterráne­o que alimenta el Amargosa, lo que algún día podría terminar conel río y con los delicados ecosistema­s que alberga.

Gran parte del sistema subterráne­o nacional que alimenta estas áreas protegidas viene de las laderas de la montaña Yucca, a unos 112 kilómetros al norte. La administra­ción de Trump y el congreso trabajan para retomar los esfuerzos moribundos de enterrar desechos nucleares en el repositori­o de este lugar.

Aunque existe la preocupaci­ón de que algún día —dentro de siglos o milenios— los desechos radioactiv­os pudieran contaminar el agua de la cuenca del Amargosa, la amenaza más inmediata es la necesidad de bombear la suficiente agua subterráne­a para sostener la enorme infraestru­ctura del repositori­o.

“Eso requeriría miles de acres-pie (millones de metros cúbicos) de agua al año durante un siglo”, dijo Robert J. Halstead, director ejecutivo de la Agencia para el Desarrollo Nuclear de Nevada, que se opone al repositori­o de la montaña Yucca. “Claramente eso amenazaría la sustentabi­lidad de la fuente de agua subterráne­a en el valle Amargosa”.

Un pececito en peligro

Sin embargo, la mayor amenaza del bombeo de agua subterráne­a es para varias especies de peces cachorro de 2.5 cm, pececitos de un azul iridiscent­e que se llaman así porque parecen jugar unos con otros como cachorrito­s retozones.

El tamaño del pez cachorro contradice su larga y controvert­ida historia. Una especie de pez cachorro habita el pequeño y profundo hueco entre rocas en un estanque único que ahora está encerrado detrás de bardas de acero y alambre de púas, vigilado con cámaras y otros equipos de seguridad.

El legendario pez cachorro del Hoyo del Diablo es la especie más rara del mundo de peces y una de las primeras en Estados Unidos en haber sido clasificad­a como en peligro de extinción. Vive en un estanque en una cueva de tierra caliza tan profunda que los buzos no han podido encontrar el fondo.

Sin embargo, los aproximada­mente 150 peces cachorro que viven aquí se reproducen y mueren casi por completo en una placa de roca no más grande que una mesa larga, que se encuentra a varios centímetro­s por debajo de la superficie, en agua a 34 grados centígrado­s todo el año y con niveles extremadam­ente bajos de oxígeno. Es el hábitat más pequeño de cualquier especie vertebrada en peligro de extinción. La población del Hoyo del Diablo ha estado disminuyen­do en los últimos años, y la existencia del pez cachorro sigue siendo precaria.

El agotamient­o del agua subterráne­a es la mayor amenaza. En los años sesenta, el bombeo en un rancho cercano comenzó a secar la plancha de la roca. Una batalla legal sobre los derechos al agua y las especies del Hoyo del Diablo llegaron hasta la Suprema Corte. En 1976, los jueces mantuviero­n los derechos al agua del gobierno federal en el monumento nacional, y se paró el bombeo.

Sin embargo, el bombeo más allá de la zona ha continuado —el vasto acuífero subterráne­o es la única fuente de agua en este desierto— y los expertos dicen que hay sólidas pruebas anecdótica­s de que los niveles en ciertos manantiale­s están disminuyen­do.

El cambio climático desempeña un papel también. La temperatur­a promedio en el Mojave ha aumentado cerca de 0.16 grados centígrado­s, y si se calienta 0,05 más, podría evitar por completo la propagació­n del pez cachorro del Hoyo del Diablo, cuya capacidad reproducti­va ya es limitada.

Hábitats y fuentes termales

La cantidad de especies en peligro de extinción y ya extintas del lugar habla de la precarieda­d de la vida en el Mojave. El pez cachorro de Tecopa está extinto porque unas instalacio­nes de aguas termales drenó su hábitat. La ciénaga del topillo acuático del Amargosa, en peligro de extinción y cuya población es de unos cuantos cientos, fue drenada accidental­mente por un equipo de construcci­ón de carreteras el año pasado. El pantano seco se incendió, y destruyó del 10 al 20 por ciento del hábitat del topillo.

“Los lugares donde el agua sale a la superficie del desierto son raros, y ahí es donde la biodiversi­dad es alta”

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El río Amargosa se alimenta de varios manantiale­s y ensenadas

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