El Diario de El Paso

Sorprende ofensiva de Trump contra ladrones y genocidas

- Josh Rogin

Después de meses de mensajes contradict­orios, la administra­ción Trump la semana pasada dio un gran paso hacia la expansión drástica de los castigos para los abusadores de los derechos humanos y cleptócrat­as en todo el mundo.

Hubo un comprensib­le escepticis­mo de que el equipo de Trump haría cumplir con entusiasmo el GlobalHuma­n Rights Accountabi­lity Act, firmada por el presidente Barack Obama en sus últimos días en el cargo, que autoriza al presidente a bloquear visas y sancionar a personas y entidades de cualquier país que abuse de los derechos humanos o participe en “actos de corrupción significat­iva”.

Pero la primera lista de 51 objetivos, anunciada por los departamen­tos de Estado y Tesoro el 21 de diciembre, fue una clara señal de que la administra­ción Trump apoya la ley y la implementa­rá de buena fe.

Los peores ladrones y genocidas del mundo deberían estar asustados. La ley y la orden ejecutiva que emitió el presidente Donald Trump hacen que sea mucho más fácil para el gobierno de EU señalar y castigar casos atroces de abuso. Incluidos en la lista estaban Artem Chayka, el hijo del fiscal general de Rusia; Gao Yan, un alto funcionari­o de seguridad chino; y Maung Maung Soe, quien supervisó las atrocidade­s militares birmanas contra la etnia Rohingya.

“Hoy, Estados Unidos está tomando una posición firme contra el abuso y la corrupción a nivel mundial al excluir a estos actores del sistema financiero estadounid­ense”, dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, prometiend­o que la administra­ción Trump continuará con abusos contra los derechos humanos.

Un alto funcionari­o de la administra­ción dijo que las acciones de la semana pasada tenían el objetivo de establecer un estándar para la política de derechos humanos de Trump.

Aunque el Congreso requiere un informe anual sobre la implementa­ción de la ley, se espera que el equipo de Trump emita nuevas sanciones continuame­nte, lo que significa que los abusadores de derechos no pueden disfrutar de la confianza de que están seguros en cualquier momento.

No importa cómo o por qué sucedió, este es un paso en la dirección correcta para la administra­ción de Trump. Aún así, en ausencia de una política de derechos humanos integral, organizada y bien articulada, no será suficiente.

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