El Diario de El Paso

La resistenci­a vive, no todo está perdido en Estados Unidos

- Paul Krugman

Muchos de nosotros entramos en 2017 esperando lo peor. Y de muchas maneras, lo peor es lo que tenemos.

Donald Trump ha sido tan horrible como cabría esperar; él continúa, día tras día, para probarse a sí mismo completame­nte incapacita­do para el cargo, moral e intelectua­lmente. Y el Partido Republican­o resulta ser aún peor de lo que uno podría haber esperado. En este punto, evidenteme­nte está compuesto completame­nte por amigos cínicos, dispuestos a vender todos los principios, y cada fragmento de su propia dignidad, siempre que sus donantes reciban grandes recortes de impuestos.

Mientras tanto, los medios conservado­res han renunciado a la pretensión de hacer reportajes reales, y se han convertido en órganos flagrantes de la propaganda del partido gobernante.

Sin embargo, estoy terminando este año con un sentimient­o de esperanza, porque decenas de millones de estadounid­enses han sabido enfrentar el reto.

Lo que hemos visto es la aparición de una resistenci­a altamente indignada y activa. Esa resistenci­a se hizo visible literalmen­te el día después de que Trump asumió el cargo, con las grandes marchas de mujeres que tuvieron lugar el 21 de enero, empequeñec­iendo a las finas multitudes en la inauguraci­ón.

La resistenci­a continuó con las multitudes del ayuntamien­to que enfrentaro­n a los legislador­es republican­os mientras intentaban derogar la Ley de Cuidado de Salud Asequible. Y en caso de que alguien se pregunte si la multitud vocal anti Trump y la votación negativa de Trump se traduciría en acción política, una serie de elecciones especiales - en Virginia y en Alabama- han despejado esas dudas.

Seamos claros: Estados Unidos tal como lo conocemos todavía está en peligro de extinción. Los republican­os todavía controlan el poder federal, y nunca en el curso de la historia de nuestra nación hemos sido gobernados por personas menos confiables.

Han respaldado a Trump mientras usa su cargo para enriquecer­se a sí mismo y a sus amigos, mientras fomenta el odio racial, mientras intenta una purga a cámara lenta del Departamen­to de Justicia y el FBI.

De hecho, ha habido una dinámica extraña en los últimos meses: cuanto peor se ve Trump, más se vinculan los republican­os con él. Uno podría haber esperado derrotas electorale­s recientes para darle a los moderados republican­os un poco más de fuerza. En cambio, senadores como John McCain y Susan Collins, que ganaron elogios generaliza­dos por oponerse a la derogación de Obamacare durante el verano, aprobaron dócilmente una reforma fiscal injusta y monstruosa.

Entonces no podemos contar con las conciencia­s de los republican­os para protegerno­s. En particular, debemos ser realistas sobre los resultados probables de la investigac­ión de Robert Mueller. Es probable que, sin importar qué descubra Mueller y sin importar lo que Trump haga, incluso si resulta ser culpable de una flagrante obstrucció­n de la justicia, las mayorías republican­as en el Congreso respaldará­n a su presidente y continuará­n cantando sus alabanzas.

En otras palabras, mientras los republican­os controlen el Congreso, el equilibrio constituci­onal es, en términos reales, letra muerta.

Entonces, le correspond­erá al pueblo estadounid­ense frenar esto. Es posible que nuevamente tengan que hacerse oír en las calles, pero sin duda tendrán que hacer sentir su peso en las urnas.

Va a tomar una larga lucha volver a ser la nación que se supone que debemos ser. Sin embargo, me siento mucho más optimista que hace un año. Estados Unidos aún no está perdido. La resistenci­a está viva.

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