Estados Unidos se está convirtiendo en el nuevo paraíso fiscal del mundo
Hace siete años, los Estados Unidos encabezaron un esfuerzo para abordar un problema que enfrentan los gobiernos de todo el mundo. Cada año, las personas logran evitar pagar un estimado de 2.5 billones de dólares en impuestos a la renta, una suma gigantesca que podría usarse para combatir la pobreza, actualizar la infraestructura o reducir las tasas impositivas para los ciudadanos respetuosos de la ley.
Ahora, sin embargo, Estados Unidos se está convirtiendo en uno de los mejores lugares del mundo para ocultar dinero al recaudador de impuestos. Es una distinción que el país haría bien en arrojar.
En 2009, en medio de crecientes déficits presupuestarios y un escándalo de fraude tributario en el banco suizo UBS AG, el Grupo de los 20 países desarrollados y en desarrollo llegaron a un acuerdo: ya no tolerarían la red de paraísos, compañías ficticias y cuentas secretas que tenían incitación a la evasión fiscal. Un año después, los Estados Unidos aprobaron la una ley de cumplimiento tributario de cuentas extranjeras, que exigía que las instituciones financieras extranjeras informaran las identidades y los activos de posibles contribuyentes de los Estados Unidos al Servicio de Impuestos Internos.
Bajo la amenaza de perder el acceso al sistema financiero de Estados Unidos, más de 100 países, incluidos los paraísos tradicionales como Bermuda y las Islas Caimán, están cumpliendo o han acordado cumplir.
Se esperaba que este país correspondiera, compartiendo datos sobre las cuentas de los contribuyentes extranjeros con sus respectivos gobiernos. Sin embargo, el Congreso rechazó las reiteradas solicitudes de la administración de Obama para realizar los cambios necesarios en el código tributario. Como resultado, el Tesoro no puede obligar a los bancos estadounidenses a revelar información como saldos de cuentas y nombres de beneficiarios reales.
Los Estados Unidos tampoco han adoptado el denominado Estándar Común de Informes, un acuerdo global según el cual más de 100 países se proporcionarán automáticamente más datos de los que requiere FATCA.
Mientras que el resto del mundo proporciona la transparencia que los Estados Unidos exigieron, los Estados Unidos se está convirtiendo rápidamente en la nueva Suiza.
Las instituciones financieras que atienden a la élite mundial, como Rothschild & Co. y Trident Trust Co., han trasladado cuentas desde paraísos costa afuera a Nevada, Wyoming y Dakota del Sur.
Los abogados de Nueva York están comercializando activamente el país como un lugar para estacionar activos.
Un multimillonario ruso, por ejemplo, puede colocar activos inmobiliarios en un fideicomiso de los aquí y estar seguro de que ni las autoridades tributarias de este país ni el gobierno de su país sabrán nada al respecto. Ese es un nivel de secreto que ni siquiera Vanuatu puede ofrecer.
Desde una cierta perspectiva, todo esto puede parecer bastante inteligente: cerrar paraísos fiscales extranjeros y luego robar sus negocios. Ese sería el tipo de pensamiento que está minando la posición de Estados Unidos en muchas áreas, desde el comercio hasta el cambio climático. En lugar de utilizar su poder para establecer un sistema equitativo de gobernanza global, exige un estándar del resto del mundo que se niega a aplicarse a sí mismo. Eso no es liderazgo.