ES LA ÚNICA FORMA DE MANTENER SUS RESOLUCIONES
La víspera de Año Nuevo es un momento para establecer objetivos: comer mejor, ahorrar más dinero, trabajar más, beber menos. Es el día 1 en el camino hacia un “nuevo tú”. Pero este camino, como se sabe, es difícil de seguir. Los humanos somos notoriamente malos para resistir la tentación, especialmente (como lo confirma la investigación) si estamos ocupados, cansados o estresados. Para el 8 de enero, aproximadamente el 25 por ciento de las resoluciones han quedado en el camino. Y para cuando finaliza el año, menos del 10 por ciento se ha mantenido por completo.
Desafortunadamente, el problema de las resoluciones de Año Nuevo es, en cierto modo, el problema de la vida misma. Nuestra tendencia a ser miopes –valorar los placeres del presente más que las satisfacciones del futuro– tiene un costo considerable. Seguramente ya habrás oído hablar de los famosos experimentos de malvaviscos del psicólogo Walter Mischel, en los que los niños que podrían resistir la tentación de comer inmediatamente un dulce serían recompensados con un segundo dulce unos 15 minutos más tarde. El profesor Mischel descubrió que aquellos que podían esperar, aquellos que tenían autocontrol, también fueron los que tuvieron un mejor éxito académico y profesional años más tarde.
Desde entonces, el estudio tras el estudio ha vinculado el autocontrol con el logro en una amplia gama de áreas, que incluyen finanzas personales, alimentación y ejercicios saludables y rendimiento laboral. En pocas palabras, aquellos que pueden perseverar hacia sus metas a largo plazo frente a la tentación de hacer lo contrario, aquellos que tienen “agallas”, están mejor posicionados para el éxito.
Si lo que he dicho hasta ahora me suena familiar, es porque en los últimos 30 años, en respuesta a estos hallazgos, surgió algo así como una industria artesanal para decirnos cómo aumentar nuestro autocontrol. Si examina detenidamente los libros de las listas de los libros más vendidos, encontrará variaciones sobre un tema: la mejor forma de aumentar el autocontrol es usar nuestra fuerza de voluntad (y las capacidades mentales relacionadas, como la función ejecutiva, esa parte de la mente que dirige planificación y razonamiento) para ignorar o suprimir nuestro anhelo de placer inmediato.
La investigación sobre el autocontrol muestra que la fuerza de voluntad, con todos sus beneficios, disminuye con el tiempo. A medida que tratamos de hacernos estudiar, trabajar, hacer ejercicio o ahorrar dinero, el esfuerzo mental para mantenerse enfocado y motivado aumenta hasta que parece demasiado difícil de soportar.
Desde una perspectiva evolutiva, el hecho de que el ejercicio de la fuerza de voluntad no sea natural para nosotros tiene mucho sentido. Durante milenios, lo que condujo al éxito no fue la capacidad de estudiar para los exámenes, ahorrar para la jubilación, ir al gimnasio o esperar un segundo malvavisco. Durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva, ninguno de estos objetivos auto-enfocados importaba o incluso existía. Es mucho más probable que lo que llevó al éxito fueron fuertes vínculos sociales, relaciones que alentarían a las personas a cooperar y prestar apoyo mutuo, lo que ayudó a garantizar que sus sacrificios se devolvieran una y otra vez cuando se requiriera en el futuro.
Pero para establecer y mantener relaciones, la gente debería haber sido justa, honesta, generosa, diligente y leal. Tendrían que haber sido percibidos como buenos socios. En otras palabras, tendrían que haberse comportado moralmente.
Lo que subyace a estos rasgos morales es la capacidad de poner algo más por encima de sus propios deseos e intereses inmediatos: ejercer autocontrol. Trabajar duro para mantener el acuerdo o ayudar a otra persona dando tiempo, dinero, comida o un hombro para llorar requiere una buena disposición para sacrificar algunos recursos en el momento. A cambio, cosechas los beneficios de esas relaciones fuertes en el futuro.
Lo que estos hallazgos muestran es que el orgullo, la gratitud y la compasión, ya sea que nos demos cuenta conscientemente o no, reducen la tendencia de la mente humana a descontar el valor del futuro. Al hacerlo, nos empujan no sólo a cooperar con otras personas, sino también a ayudar a nuestro yo futuro. Se ha demostrado que sentir orgullo o compasión aumenta la perseverancia en tareas difíciles en más del 30 por ciento. Del mismo modo, la gratitud y la compasión se han relacionado con un mejor rendimiento académico, una mayor disposición para hacer ejercicio y comer de manera saludable, y menores niveles de consumismo, impulsividad y consumo de tabaco y alcohol.
Entonces, a medida que comience 2018, tómate más tiempo para cultivar estas emociones. Reflexiona sobre lo que estás agradecido de haber recibido. Permita que su mente se ponga en el lugar de los necesitados y sienta por ellos. Enorgullécete de los pequeños logros en el camino hacia tus objetivos. Hacerlo ayudará a garantizar que cada futura Nochevieja tenga más para celebrar que lamentar.