Entre propósitos y tradiciones despiden el 2017
Muchos fronterizo dirán adiós al 2017 entre ritos religiosos y actos supersticiosos. Algunos pedirán por salud, dinero y amor, cuando el reloj marque las doce; mientras que otros preferirán “actuar” sus deseos e incorporarán utilería con la que darán vida a sus deseos o propósitos de año nuevo.
Poner maletas llenas de ropa junto a la puerta, comer doce uvas al son de las campanadas de la medianoche, usar ropa interior de color, comer lentejas, etcétera; todos estos son “claros símbolos que apelan a la renovación”, explicó el Dr. Josiah Heyman, director del Centro de Estudios Interamericanos y Fronterizos y profesor de antropología.
Al inicio, este cambio tenía que ver con las sociedades agrícolas de antaño, asegura el especialista. Aunque la modernidad se ha colado en nuestras vidas, “pienso que aún tenemos la necesidad compartida de realizar rituales como un colectivo y marcar los cambios importantes de nuestras vidas”.
Es precisamente por la relevancia de estas marcas que los cambios tienden a ser dramáticos y ruidosos, señaló Heyman. “Formulamos deseos o nos fijamos resoluciones, porque las asociamos con la idea de la renovación”.
Sobre el origen de estas tradiciones, “se trata de algo que pasó en algún momento de la historia y que luego se hizo popular porque alguna persona con influencia empezó a hacerlo. A partir de entonces, la gente empezó a imitar ese acto por tradición, costumbre o también por superstición”, razonó Heyman.
Depende de dónde eres y así celebras
En El Paso no hay excepciones respecto a esta regla. Debido a la diversidad cultural de la comunidad fronteriza, no hay una sola forma que defina cómo se piden los deseos o se llama a la buena fortuna para el próximo año.
Magaly Torres, paseña con familia en Ciudad Juárez, compartió: ‘en la mayoría de mis festejos de Año Nuevo siempre hay uvas, verdes, son los 12 deseos para el próximo año. Las ponemos en una copa y se reparten a los invitados. A las 12 brindamos con vino (usualmente) y las comemos. Hubo un año que mis primas y yo llenamos una maleta de ropa y le dimos una vuelta a la cuadra de la casa (me parece que simboliza que tendremos viajes)... Fue algo divertido, pero la gente nos vio como locas’, agregó.
En Puerto Rico, compartió el veterano Carlos Hernández, ‘comemos arroz con gandules (una especie de frijoles), lechón, pasteles, se encienden fuegos artificiales… y, después, a escondernos de los disparos que algunos tiran al cielo’, dijo entre risas.
En el Cono Sur, la algarabía es un poco más moderada. Gerardo Smola, originario de Argentina, explica que la diferencia surge porque de ese lado del planeta es verano.
‘La gente se reúne con sus familias, comen pan dulce, turrón y beben sidra de manzana. Son tradiciones heredadas de los europeos que llegaron al país’, relató y agregó: ‘No se ven cosas supersticiosas. A las 12, se da el abrazo de Año Nuevo y ya’.
En Cuba, los residentes de la isla, en especial los del Centro y del Occidente, llenan grandes recipientes con agua que a las 12 de la noche tiran al centro de las calles que pasan frente a su casa.
‘Para lavar lo malo del año viejo y limpiar el camino para el nuevo’, dijo Gómez.
Según el ex isleño, por lo general ese día se reúnen vecinos y amigos para preparar varios platillos para cenar: ‘arroz congris (arroz con frijoles negros), yuca con mojo, ensalada de lechuga y cerdo asado en púa’.
Como postre, se sirve dulce de toronja con queso y, por lo general, se brinda con algún ron o aguardiente de caña. Y lo más importante, dijo Gómez, es que al día siguiente, ‘las familias intercambian los platillos para degustar la sazón de su vecino’.
¿Y usted, cómo celebrará este 31 de diciembre?