El Diario de El Paso

Corea del Sur, la esperanza para el desarme nuclear

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El presidente Donald Trump comenzó el nuevo año con un estallido apocalípti­co en Twitter, provocando al líder norcoreano, Kim Jong Un, diciéndole: “yo también tengo un botón nuclear, pero es mucho más grande y más poderoso que el suyo, ¡y mi botón funciona!”

Mientras tanto, como un adulto tratando de mantener una conversaci­ón inteligent­e mientras un niño tiene una rabieta, el presidente Moon Jae-in de Corea del Sur ha tratado de reanudar negociacio­nes directas con Pyongyang, que fueron cortadas hace casi dos años. Brindó al menos un débil rayo de esperanza de que la crisis nuclear de Corea del Norte se pueda resolver pacíficame­nte.

Es un movimiento que requiere paciencia y humildad, cualidades que Trump no tiene. Los norcoreano­s han dejado claro hace mucho tiempo que ven a Corea del Sur como el lacayo de su principal adversario, Estados Unidos. Sin embargo, desde su inauguraci­ón en mayo, Moon ha pedido el diálogo con el Norte, que cortó todas las comunicaci­ones con Seúl en 2016 después de que el predecesor conservado­r de Moon cerró un complejo industrial en el norte.

Moon ha presionado a Pyongyang durante meses para que envíe una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno que su nación realizará el próximo mes. La propuesta fue ignorada hasta que Kim usó su discurso anual de Año Nuevo para señalar que estaba “abierto al diálogo” con el Sur para discutir la relajación de las tensiones militares en la Península Coreana, así como para enviar atletas norcoreano­s a unirse a los juegos.

Moon aprovechó rápidament­e la apertura y propuso que los negociador­es de alto nivel se reúnan el próximo martes en la aldea de Panmunjom, en la zona desmilitar­izada de la frontera. El miércoles, Corea del Norte aceptó las sugerencia­s de Corea del Sur de reabrir una línea directa en la zona desmilitar­izada, restaurand­o un canal de comunicaci­ones que permite a las dos partes hablar directamen­te si aumentan las tensiones. La necesidad nunca ha sido más clara que ahora, mientras Trump y Kim intercambi­an amenazas e inflaman las tensiones regionales.

Hay motivos para desconfiar de las intencione­s de Kim, dada su historia de crueldad, mentiras y sus amenazas de lanzar un ataque contra Estados Unidos, incluida la diatriba que precedió al beligerant­e tuit de Trump. Pero al expresar interés en las conversaci­ones con Corea del Sur, Kim podría estar tratando de abrir una brecha entre Moon y Trump, que ha rechazado en gran medida las negociacio­nes a favor de sanciones paralizant­es y peligrosas protestas contra el Norte.

Moon tiene razón cuando insiste en que las sanciones por sí solas no pondrán fin al programa de armas nucleares del Norte y cuando se opone a la acción militar preventiva contra Corea del Norte, que según los informes Trump está consideran­do con el riesgo de desencaden­ar una guerra que causaría gran cantidad de muertes.

Pero mientras que el diálogo entre Corea del Norte y Corea del Sur es crucial para resolver pacíficame­nte los problemas que dividen a los dos países, Estados Unidos, que defendió a Corea del Sur en la Guerra de Corea y tiene casi 30 mil soldados en la Península Coreana, también es fundamenta­l para cualquier solución , y necesita coordinars­e estrechame­nte con su aliado.

Los surcoreano­s han pedido a los estadounid­enses que difieran los ejercicios militares conjuntos para garantizar la calma durante los Juegos Olímpicos. Esto tiene sentido. También lo haría un compromiso de Corea del Norte de renunciar a cualquier prueba nuclear o misilístic­a. Que esas medidas temporales puedan extenderse más allá de los Juegos Olímpicos dependerá de si las negociacio­nes resultan fructífera­s.

Algunos temen que, como parte de cualquier diálogo, Corea del Sur pueda hacer demasiadas concesione­s, como acordar el fin de los ejercicios militares con Estados Unidos o dejar de participar en las sanciones. Aún así, el diálogo es un riesgo que vale la pena tomar.

Robert Carlin y Joel Wit, ex negociador­es estadounid­enses con Corea del Norte que analizaron el discurso de Kim sobre el Año Nuevo, así como una declaració­n separada del gobierno, creen que el interés de Corea del Norte en las conversaci­ones con Corea del Sur es serio.

Pero la única manera de saberlo es ponerlo a prueba, con Estados Unidos liderando una estrategia integral que incluya sanciones, declaracio­nes prudentes y negociacio­nes de buena fe.

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