El Diario de El Paso

Busca Mueller interrogar al presidente

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“Para que lo entiendas, no ha habido colusión. No ha habido delito. Y, en teoría, todo el mundo me dice que no estoy siendo investigad­o”.

Así lo dice el presidente Trump cuando se le pregunta sobre la investigac­ión de Rusia dirigida por el consejero especial Robert Mueller. Pero con los campamento­s de Trump y Mueller acurrucado­s para negociar los términos de una posible entrevista, eso está a punto de cambiar.

Hay una categoría especial de testigos potenciale­s establecid­a en el Manual de Fiscales de los Estados Unidos como un “objetivo”. Un objetivo es una persona a quien el fiscal tiene la intención de cobrar, lo que el manual llama un “acusado putativo”.

Es una política de larga data del Departamen­to de Justicia para los fiscales no informar a un testigo que él o ella es un objetivo.

En consecuenc­ia, cualquier abogado de defensa competente que contemple el testimonio preguntará: “¿Es mi cliente un objetivo?”

Así que ahora, con toda probabilid­ad, el abogado de Trump Ty Cobb le preguntará a Mueller si el presidente es un objetivo, y Mueller con toda probabilid­ad responderá que sí lo es.

Más específica­mente, Mueller explicará que el presidente está en problemas por tratar de evitar que el ex director del FBI James Comey persiga al ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn.

Ahí es donde el camino de esta investigac­ión apunta directamen­te: Mueller ha hablado con todos los testigos cruciales, excepto Trump, y tiene la cuenta completa de los dos principale­s, a saber, Comey y Flynn.

Esa declaració­n “objetivo” demolería la postura pública de Trump y alteraría completame­nte las apuestas para una entrevista. ¿Cómo reaccionar­á Trump? Él enfrenta dos problemas básicos. El primero es que no puede correr el riesgo de testificar bajo juramento. El segundo es que sí debe.

No puede testificar bajo juramento porque ha dejado un rastro de mentiras patentes y cambios en las cuentas de los eventos centrales, en particular el despido de Comey, que el equipo de Mueller utilizará para destruir su credibilid­ad. Además, hay pruebas contundent­es de que Trump ya sabía que Flynn le había mentido al FBI cuando le dijo a Comey: “Él (Flynn) es un buen tipo. Espero que puedas dejarlo pasar”.

Y si testifica, es poco probable que evite las acusacione­s de obstrucció­n y muy probableme­nte se expone a algunos cargos de perjurio. Y aunque sus defensores en el Congreso podrían tratar de despreciar la obstrucció­n como si fueran noticias viejas o producto de la parcialida­d de Mueller, se verán en apuros tras la destitució­n de Clinton para defender a Trump de los cargos de perjurio.

Su única posibilida­d es admitir sus acciones, pero no su intención. Por ejemplo, podría vender que actuó para cerrar la investigac­ión para no protegerse a sí mismo, a su familia y a sus asociados, sino porque creía que era una caza de brujas sin mérito y un desperdici­o de recursos.

Además, si Trump intenta evitar una entrevista, es probable que Mueller solicite una comparecen­cia forzosa para recabar su testimonio. Y es muy probable que los tribunales respalden la citación bajo la autoridad de casos relacionad­os con los presidente­s Nixon y Clinton.

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