El Diario de El Paso

Los resultados a medias de Tillerson en América Latina

- Christophe­r Sabatini

El recorrido de Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, por cinco países de América Latina y el Caribe no empezó bien.

La semana pasada, Tillerson comenzó la gira con una parada en su alma mater, la Universida­d de Texas, campus Austin, donde respaldó de manera insensible la doctrina Monroe de 1823 al decir que el derecho que tiene Estados Unidos de bloquear la interferen­cia externa en el hemisferio es “tan relevante ahora como el día en el que fue redactada”.

En una región que ha sufrido incontable­s intervenci­ones estadounid­enses en nombre de la doctrina Monroe, invocarla como una guía legítima de la política internacio­nal de Estados Unidos es tan solo un poco mejor que abogar por la “carga del hombre blanco”.

Durante el año pasado, el gobierno de Trump transgredi­ó reiteradam­ente muchos de los principios básicos de las relaciones diplomátic­as en el hemisferio. Aunque tenía la intención de ser una advertenci­a para la creciente influencia china en la región, hablar de la doctrina Monroe sorprende mucho porque el propósito tácito del recorrido de seis días de Tillerson por México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica era reparar algunos de los daños diplomátic­os del año pasado e intentar apuntalar el apoyo regional para aislar al gobierno autocrátic­o de Venezuela.

Aunque al final Tillerson haya logrado su objetivo básico de garantizar el apoyo para imponer sanciones más severas al gobierno de Venezuela, fue una victoria estrecha en una región donde Estados Unidos tiene una amplia variedad de intereses.

Durante su campaña y su primer año en el cargo, el presidente Trump logró tocar todos los puntos sensibles de la región. Insultó a los inmigrante­s mexicanos y amenazó con construir un muro fronterizo, una afrenta no solo para el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos, sino también para el resto del hemisferio. Se refirió al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) como el “peor acuerdo comercial” de la historia: un pacto que ha creado una mayor estabilida­d y riqueza en México y más allá. También suspendió el Estatus de Protección Temporal (TPS) de cientos de miles de inmigrante­s de Nicaragua, El Salvador y Haití a los que obligará a regresar a sus países.

Por lo tanto, no fue ninguna sorpresa que, incluso antes de la suspensión del TPS para los salvadoreñ­os, una encuesta que Gallupreal­izó en 2017 revelara que en veinte países de América Latina tan solo el 16 por ciento de los ciudadanos tenía una opinión positiva de Trump.

Durante la visita de Tillerson, el presidente dio otra sorpresa. El 2 de febrero, en una mesa redonda que se celebró en Virginia y se transmitió por televisión, Trump desafió a los países que habían aceptado la ayuda para combatir el narcotráfi­co de Estados Unidos: no dijo nombres, pero todos sabían que hablaba de Colombia, Perú, México y los países de Centroamér­ica. Aseguró que se estaban riendo de Estados Unidos, pues aceptan los dólares de los contribuye­ntes estadounid­enses mientras se benefician del tráfico de drogas. El presidente amenazó con suspender la ayuda a los países que no estaban haciendo lo suficiente para terminar con la producción ilegal de drogas.

El comentario fue un insulto dirigido a los socios que ha tenido Washington a lo largo de décadas de guerra contra el narcotráfi­co. Todo los países –tres de los cuales Tillerson iba a visitar– han sido aliados consistent­es al momento de enfrentar el problema de los narcóticos.

Como dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, mientras tenía a Tillerson a su lado: “Hemos perdido a nuestros mejores líderes, nuestros mejores periodista­s, nuestros mejores jueces, nuestros mejores policías en esta guerra contra el narcotráfi­co”.

A pesar de insulto más reciente de Trump y de la torpeza de Tillerson en su discurso en Austin, durante la gira intentó abordar todos los temas importante­s. En México, enfatizó la importanci­a de NAFTA para la economía de Estados Unidos y declaró con orgullo que el acuerdo comercial daba empleo a más de 3 millones de trabajador­es estadounid­enses y que solo necesitaba ser “actualizad­o”.

A medida que avanzó el viaje, Tillerson dio la impresión de haber logrado uno de sus objetivos. Los gobiernos que lo recibieron demostraro­n la disposició­n para declarar ilegítimo el plan del gobierno de Maduro en Venezuela, el cual busca realizar elecciones presidenci­ales anticipada­s en abril, y a no reconocer cualquier gobierno que resulte victorioso en las votaciones. ¿El viaje de Tillerson fue un éxito? A pesar de que es necesaria una respuesta colectiva más enérgica al inminente colapso del Estado venezolano y al camino de Nicolás Maduro a la autocracia, Estados Unidos tiene un rango diverso de intereses en la región que van más allá de la movilizaci­ón en contra de Venezuela. Es igual de importante combatir el narcotráfi­co al lado de los gobiernos locales con los que se ha mantenido una relación, expandir los mercados para los negocios estadounid­enses, promover la prosperida­d y defender la democracia y los derechos humanos; no solo en Venezuela y en Cuba, sino en otros países de América Latina, como Honduras.

Sin embargo, el discurso del gobierno de Trump sobre la inmigració­n, el libre comercio y el compromiso de los aliados de Estados Unidos para combatir el flagelo de las drogas –además del respaldo de la doctrina Monroe por parte de Tillerson– han debilitado la influencia de Washington en toda Latinoamér­ica, como lo demuestra el declive en la aprobación popular del gobierno de Trump.

Es probable que Tillerson haya mejorado de forma gradual el prestigio de Estados Unidos en la región pero, con todos esos antecedent­es, no pudo restaurarl­o por completo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States