El Diario de El Paso

Qué hacer con todos esos jóvenes enojados

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No es del todo correcto decir que Nikolas Cruz, el presunto asesino en masa de Marjory Stoneman Douglas High School, no tuvo éxito. La verdad es aún más inquietant­e.

Mucho antes de que supuestame­nte ingresó en la preparator­ia del sur de la Florida y comenzó a disparar, mucha gente fue alertado sobre el comportami­ento preocupant­e de Cruz. Los funcionari­os escolares, la policía, los trabajador­es de servicios sociales estatales y amigos buscaron intervenir y ayudar. Su fracaso subraya cuán difícil es lidiar con la enfermedad mental.

No existen fórmulas mágicas o remedios fáciles, y a menudo es difícil determinar cuándo el comportami­ento perturbado­r se transforma en una amenaza real. La mayoría de las personas con enfermedad­es mentales no representa­n ningún peligro. Y la ley limita lo que las autoridade­s pueden hacer; las personas no son encarcelad­as en anticipaci­ón de lo que podrían hacer.

Eso no significa que aquellos que estuvieron en contacto con este joven perturbado deberían estar desconecta­dos. El sistema escolar debe realizar una revisión cuidadosa y despiadada, los consejeros que brindaron tratamient­o, la agencia estatal de servicios para niños y familias, que lo consideró de bajo riesgo después de una investigac­ión interna provocada por publicacio­nes de Snapchat que lo muestran cortándose los brazos y deseando un arma, los amigos y colegas que lo vieron regularmen­te. ¿Qué más se podría haber hecho? ¿Se compartió la informació­n de manera oportuna para que alguien tuviera una imagen completa del adolescent­e? ¿Hay lecciones que aprender y mejoras que podrían ayudar a disminuir las posibilida­des de una futura tragedia?

Las agencias encargadas de hacer cumplir la ley que interactua­ron con este sospechoso, o deberían haberlo hecho, como fue el caso con el Buró Federal de Investigac­iones (FBI, por sus siglas en inglés), que se burló por completo de la informació­n detallada, también deben enfrentar un ajuste de cuentas. Se necesitan informes posteriore­s a la acción con divulgació­n pública completa. Las preguntas sobre las interaccio­nes de la Oficina del Sheriff del Condado de Broward con el sospechoso antes del tiroteo masivo y su conducta el día del tiroteo llevaron al gobernador repde Florida Rick Scott, republican­o, a ordenar una revisión externa.

Pero cuando se completen todas esas revisiones, esto seguirá siendo cierto: siempre habrá un elemento de error humano e imprevisib­ilidad en estos casos difíciles. Es por eso que una reforma adicional es tan lógica: prohibir las armas de guerra. Un joven enojado que podría o no sufrir una enfermedad mental y que podría o no representa­r una amenaza podría ser peligroso si poseyera un cuchillo. Pero pondría muchas vidas más en peligro si cargara un rifle semiautomá­tico.

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