El Diario de El Paso

Donald Trump y Joe Arpaio, más unidos de lo que parece

- Michael Scherer / The Washington Post

Saddlebroo­ke, Az.—Cada uno de los republican­os que se postulan para el Senado en Arizona este año afirma tener un vínculo especial con el presidente Donald Trump, pero sólo uno lo describe como una conexión sobrenatur­al más allá de la explicació­n racional.

“Puedo leer su mente sin siquiera hablar con él. Creo que puede estar leyendo la mía”, dijo el ex sheriff del Condado de Maricopa, Joe Arpaio. “¿Hay algo que atraviese las ondas radiográfi­cas?, ¿telepatía mental?”, pregunta.

Tales afirmacion­es serían una sorpresa de cualquier candidato que no sea el provocador nacional que registró la marca “Sheriff más duro de Estados Unidos” en enero después de perder la reelección, ser declarado culpable de desacato criminal y luego recibir el perdón presidenci­al de Trump.

Pero Arpaio, de 85 años, que aspira a convertirs­e en el senador más viejo en la historia de Estados Unidos, espera que este enfoque familiar de asombro ayude a lograr exactament­e lo que su ‘héroe’, Trump, logró hace dos años: deshacerse de la sabiduría convencion­al y ultrajar liberales y desestabil­izar el establishm­ent republican­o.

Eso hace de la elección primaria para el Senado en Arizona una prueba particular­mente concentrad­a no sólo para el Partido Republican­o sino también para la viabilidad continuada del trumpismo como estilo político.

Al fin y al cabo, los dos hombres han recorrido un camino similar desde lejos, compartien­do la misma obsesión con su propia cobertura mediática, reclamos paralelos de persecució­n de jueces parcializa­dos, afinidad por la televisión de los reality shows y un enfoque en protestar contra los inmigrante­s como una amenaza.

“Cuanto más me tiras basura”, le gusta a Arpaio decirles a los periodista­s, “más votos obtengo”.

Incluso comparten un cumpleaños, el 14 de junio, que Arpaio se asegura de mencionar en sus eventos de campaña. El teléfono celular de Arpaio ha sonado durante años con “My Way” de Frank Sinatra, una canción, señala, que Trump eligió para el primer baile con su esposa durante las festividad­es inaugurale­s del año pasado.

“Hay una mayoría silenciosa por ahí, y es por eso que ganó”, dijo Arpaio en un evento en una comunidad de retiro de color pardo aquí a principios de este mes. “De hecho, es por eso que gané”, afirma.

Tales comentario­s han despertado inquietude­s de los líderes republican­os del Senado, quienes se preocupan por mantenerse en el escaño ocupado por el senador retirado Jeff Flake, republican­o de Arizona, en unas difíciles elecciones generales de noviembre. La probable candidata demócrata, la representa­nte Kyrsten Sinema, demócrata de Arizona, se ha presentado como moderada con un atractivo amplio en un estado donde la mayoría de los votantes, pero una pequeña porción de los republican­os, desaprueba el desempeño presidenci­al de Trump.

Las primeras encuestas para el programa primario del 28 de agosto muestran a Arpaio atrapado entre un tercio y un quinto del electorado, detrás de la favorita del equipo, la representa­nte Martha McSally, republican­a de Arizona, ex piloto de combate de la Fuerza Aérea, quien supera a otro conservado­r beligerant­e, el senador estatal Kelli Ward, que se jacta de contar con los avales del senador Rand Paul, republican­o por Kentucky, y el presentado­r de Fox News Sean Hannity.

El enfrentami­ento en Arizona ha dado, como mínimo, a Arpaio un turno más en el centro de atención nacional. Es una idea que lo excita claramente, lo que explicó en términos inflados a veces durante las horas de entrevista­s con The Washington Post a principios de febrero mientras conducía por el estado para un evento de campaña.

La posibilida­d y el peligro de que los republican­os jueguen a defender no uno sino dos escaños del Senado en Arizona este otoño no escapa a la notificaci­ón de Arpaio, dado que el senador John McCain, republican­o de Arizona, está luchando contra el cáncer cerebral y ha estado ausente de Washington desde diciembre.

Si McCain deja su puesto antes de fines de mayo, la ley estatal exige una elección en noviembre. Si se va después de ese punto, el nombramien­to temporal del gobernador se extenderá hasta 2020.

“Eso podría sacudir todo el Senado”, dijo Arpaio en un momento dado en un automóvil conducido por un ayudante, mientras permanecía sentado sin cinturón de seguridad, mirando el matorral en que destacaba un cactus saguaro. “Dos demócratas de Arizona, eso sería todo. Así que esta es una carrera más grande que la mía o la gente que corre. Esto es para mantener el Senado”.

En 1990, Trump describió su filosofía de marketing a la revista Playboy en términos de un anunciador de espectácul­os de carnaval: “El espectácul­o es Trump, y está lleno de actuacione­s en todas partes”. Tres años más tarde, Arpaio lanzó su propio espectácul­o como el nuevo sheriff del Condado de Maricopa.

Los dos hombres no se conocían y rara vez interactua­ron hasta que Arpaio apareció en una manifestac­ión de la campaña presidenci­al de Trump en julio de 2015. Desde entonces se han profesado afecto público. “Estoy contendien­do ahora por culpa de Trump”, dijo Arpaio. “Porque él necesita ayuda”.

En la Casa Blanca, Trump ha expresado su interés en involucrar­se en la campaña primaria de Arizona.

Ambos comparten obsesiones, así como sus reclamos paralelos de persecució­n de jueces parcializa­dos, afinidad por la televisión de los reality shows y su percepción de los inmigrante­s como una verdadera amenaza

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El candidato al Senado y el mandatario estadounid­ense

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