Estudiantes de arte esperan reconstruir su identidad
Tucson – Siempre permanecerán en el misterio los últimos momentos en la vida de ocho personas que cruzaron la frontera cuyos restos fueron localizados en el curso de los dos últimos veranos en el desierto de Arizona. A la desolación de sus muertes en el peligroso corredor fronterizo se suma otra humillación: las identidades de estos ocho hombres permanecieron desconocidas.
Ahora, un esfuerzo por identificar a los fallecidos se ha mudado de la oficina de medicina forense de Tucson, Arizona, a un taller de reconstrucción facial en la Academia de Arte de Nueva York.
El grupo de Joe Mullins, un artista forense del Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, se dedica a reconstruir los rostros de migrantes que perdieron la vida en el desierto. El taller refleja la creciente sofisticación del campo de la reconstrucción facial forense —la fusión de ciencia, arte y antropología en la cual el cráneo se emplea a fin de armar un rostro y ayudar a los ministeriales a identificar a los muertos. Resulta particularmente útil en casos de crímenes o de desastres masivos.
Jóvenes estudiantes de posgrado entre cuya rigurosa preparación clásica se incluye anatomía están trabajando con réplicas en tercera dimensión de los cráneos de los hombres basándose en tomografías de los originales, los cuales son considerados evidencia forense.
Meticulosamente reproducidos en barro colocado sobre los cráneos copiados, con canicas en los ojos y un punto negro de marcador señalando las pupilas, las reconstrucciones de los estudiantes se exhiben hasta el 29 de marzo en los aparadores de las ventanas de la academia.
Las reconstrucciones del grupo han sido subi- das al sitio de internet de NamUs, el Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y No Identificadas adscrito al Instituto Nacional de Justicia.
El grupo empieza analizando las pistas: en el cráneo se revelan el grosor de los labios, la forma y ubicación de los ojos, nariz y barbilla, los lóbulos de las orejas, inclusive la curvatura de las cejas.
Los expertos en reconstrucción forense buscan los rasgos distintivos, como cicatrices, una nariz quebrada, o frenos en la dentadura.
Reconstruir con precisión científica un rostro requiere reconstruir los músculos y los tejidos capa por capa, usando tiras de barro. Luego los estudiantes colocan en el barro popotes de plástico cortados a efecto de marcar las profundidades del tejido, las cuales se basan en los promedios de edades, sexos y antecedentes culturales proporcionados por los investigadores.
El grupo, en su cuarto año de trabajo, fue producto de la relación laboral entre Mullins y Badley J. Adams, el director de antropología de medicina forense de la ciudad de Nueva York, que recibió un subsidio del Instituto Nacional de Justicia para adquirir una impresora de tercera dimensión. “Las reconstrucciones faciales tienen el propósito de brindar pistas investigadores en casos archivados”, dijo Adams.