El Diario de El Paso

DURANTE JUICIO, JUEZ ORDENÓ DESCARGAS ELÉCTRICAS AL ACUSADO

- Meagan Flynn / The Washington Post

Tarrant, Tx.— En el Condado de Tarrant, Texas, a los acusados a veces les cuelgan un cinturón paralizant­e alrededor de las piernas. Los dispositiv­os se usan para aplicar un choque en caso de que la persona se ponga violenta o intente escapar.

Pero en el caso de Terry Lee Morris, el dispositiv­o fue utilizado como castigo por negarse a responder adecuadame­nte las preguntas de un juez durante su juicio de 2014 bajo los cargos de solicitar la actuación sexual de una adolescent­e de 15 años, según un Tribunal de Apelacione­s. De hecho, el juez sorprendió a Morris tres veces, enviando miles de voltios a través de su cuerpo. Le asustaba tanto que Morris nunca regresó por el resto de su juicio y casi toda su audiencia de sentencia.

La acción también conmocionó a la Octava Corte de Apelacione­s de Texas en El Paso, la cual ahora desestimó la condena de Morris con el argumento de que las conmocione­s y la posterior remoción de Morris de la sala del tribunal violaron sus derechos constituci­onales. Dado que estaba demasiado asustado para regresar a la sala del tribunal, éste sostuvo que los choques efectivame­nte le impidieron asistir al juicio, en violación de la Sexta Enmienda de la Constituci­ón, que garantiza el derecho del acusado de estar presente y confrontar testigos durante un juicio.

El fallo, dictado el 28 de febrero, fue reportado el martes en la publicació­n The Texas Lawyer (El abogado texano).

Los jueces no pueden impresiona­r a los acusados en sus tribunales sólo porque no responderá­n a las preguntas, dijo el tribunal, o porque no siguen las reglas de decoro de la Corte.

“Aunque es comprensib­le la frustració­n del tribunal de primera instancia con un acusado obstinado, la respuesta desproporc­ionada del juez no lo es. No creemos que los jueces de juicio puedan usar cinturones paralizant­es para imponer el decoro”, dijo la juez Yvonne T. Rodríguez sobre las acciones del juez George Gallagher al ofrecer la opinión de la Corte. “Un cinturón paralizant­e es un dispositiv­o destinado a garantizar la seguridad física, no es un collar de acondicion­amiento operante destinado a castigar a un acusado hasta que obedezca el capricho de un juez. Este tribunal no puede quedarse sentado sin decir nada cuando un juez convierte un tribunal en una Caja de Skinner, electrocut­ando a un acusado hasta que le proporcion­e al juez el comportami­ento que le gusta”, acusó.

El cinturón paralizant­e funciona de alguna manera como un collar de choque usado para entrenar perros. Activado por un botón en un control remoto, el cinturón de aturdimien­to descarga una descarga de ocho segundos y 50 mil voltios a la persona que lo usa, lo que lo inmoviliza para que los oficiales judiciales puedan neutraliza­r rápidament­e cualquier amenaza de seguridad. Cuando se activa, el cinturón de aturdimien­to puede causar que la persona se apodere, sufra irregulari­dades en el corazón, orine o defeque y sufra ansiedad posiblemen­te paralizant­e como resultado del temor a los golpes.

El cinturón paralizant­e también puede ser muy doloroso. Cuando el Condado de Montgomery, Maryland, compró tres de los dispositiv­os en 1998, un sargento del sheriff que fue sacudido como parte de su entrenamie­nto describió la sensación a The Washington Post así: “Si tuvieras uñas de nueve pulgadas e intentaras rasgarme los lados y luego me pones una lámpara de calor”.

La mayoría de los tribunales ha descubiert­o que los cinturones paralizant­es son constituci­onales siempre y cuando se utilicen en acusados que presenten amenazas legítimas de seguridad, pero los jueces de Texas dijeron que no había evidencia de eso aquí.

La discordia entre Morris y Gallagher surgió después de que éste le preguntara al primero cómo se declararía: culpable o inocente.

“Señor, antes de decir eso, tengo derecho a defenderme”, respondió Morris.

Recienteme­nte presentó una demanda federal contra su abogado defensor y contra Gallagher, a quien quería que se retirara del caso. Mientras Morris continuaba hablando, Gallagher le advirtió que dejara de hacer “arrebatos”.

“Señor Morris, le hago una advertenci­a”, dijo Gallagher en presencia del jurado, según el Tribunal de Apelacione­s. “No hará ningún arrebato adicional como ese, porque sucederán dos cosas: Número 1, lo sacaré de la sala del tribunal o número 2, usaré el cinturón de choque”.

“Está bien, señor”, dijo Morris.

El juez continuó: “Ahora, ¿va a seguir las reglas?”.

“Señor, le he pedido que se recuse”, dijo Morris.

Gallagher preguntó nuevamente: “¿Va a seguir las reglas?”.

“Tengo una demanda pendiente contra usted”, respondió Morris.

“Golpéelo”, le dijo Gallagher al alguacil.

El alguacil apretó el botón que conmovió a Morris, y luego Gallagher le preguntó nuevamente si se iba a comportar. Morris le dijo a Gallagher que tenía un historial de enfermedad mental.

“Golpéelo otra vez”, ordenó el juez.

Morris protestó diciendo que estaba siendo “torturado” sólo por buscar la recusación.

Gallagher le preguntó al alguacil: “¿lo golpearía de nuevo?”.

El abogado defensor de Morris, Bill Ray, le dijo a Texas Lawyer que no se oponía al uso del cinturón paralizant­e durante el juicio porque su cliente actuaba “como un cañón cargado listo para estallar”. También afirmó que no creía que Morris realmente recibiera los shocks eléctricos.

Como lo señalan los jueces de Texas, la jurisprude­ncia sobre el uso de cinturones paralizant­es en los acusados en los tribunales es escasa, aunque sólo sea indignante.

Tribunal de Apelacione­s de El Paso desestima la sentencia vs acusado de ataque sexual

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El procEsado Terry lee Morris y el magistrado george gallagher

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