El Diario de El Paso

La administra­ción Trump y California van a la guerra por espejismo ‘santuario’

- Ruben Navarrette Jr. ruben@rubennavar­rette.com

San Diego, California - La inmigració­n siempre ha hecho al presidente Trump un poco loco. Ninguna persona racional diría que Estados Unidos está herido al aceptar a los que toman riesgos de los países "de mierda", pintar a los inmigrante­s como criminales violentos y afirmar que México nos está enviando a sus peores personas. ¿Solo para asustar algunos votos?

Pero ahora, el problema parece haberlo llevado finalmente a él y a su administra­ción enloquecid­a.

¿De qué otro modo podemos explicar el hecho de que el Fiscal General Jeff Sessions ha decidido demandar al estado de California por una falsa ley de "santuario" que solo tiene el poder de ofender a los conservado­res y hacer que los liberales se sientan moralmente superiores?

Sesiones no es la persona adecuada para defender la supremacía del gobierno federal. Aquí tiene un político de carrera que proviene de Alabama, que se separó de la unión en la década de 1860 y desafió las leyes federales de derechos civiles en la década de 1960. Aquí tiene a alguien que se pone del lado de los fanáticos de las armas que piensan que tienen el deber de derrocar a un gobierno federal tiránico, y que piensa que los departamen­tos de policía locales acusados de violacione­s de derechos civiles deberían escapar de la supervisió­n federal.

¿Y este es el tipo que la historia ha elegido para sermonear a California sobre la importanci­a de hacer cola detrás del gobierno federal? ¿Porqué es eso? Porque el ex gobernador de Alabama George Wallace está muerto?

Es absurdo Para darle sentido a todo, tenga en cuenta las tres palabras: florete, fraude y voltereta.

Barnum al timón, la administra­ción Trump tiene una habilidad especial para encontrar un imbécil a cada minuto creando una lámina para desviar la atención de lo que está yendo mal: una Casa Blanca fracturada y en crisis en el caos, una inminente guerra comercial por el siglo XIX las tarifas de estilo, la renuncia de los principale­s asesores, las preguntas sobre los pagos a una estrella porno, etc. Durante la campaña, en medio de una cascada de errores y escándalos,

Trump cambió la conversaci­ón para comerciar e hizo las paces con China. Hace unas semanas, cuando el tema era la seguridad escolar, Trump apuntó con el dedo a películas y videojuego­s violentos. Ahora que el tema ha cambiado a inmigració­n, el papel convenient­e es California.

Cuando se rebate contra los llamados santuarios, la administra­ción se sigue contradici­endo. En un minuto, dice que California está evitando que los agentes de Inmigració­n y Aduanas realicen sus trabajos; al siguiente, anuncia con gran fanfarria que es un negocio como siempre y que las redadas están en camino. Tanto por no poder hacer su trabajo, ¿eh? No importa quién declare qué, el Gobierno Federal no recibe órdenes de funcionari­os locales y estatales en California. Pero tampoco los funcionari­os locales, como la alcaldesa de Oakland, Libby Schaff, a quien Sessions llamó por derramar inmiserico­rdes sobre una redada de ICE, recibió órdenes del Gobierno Federal. Por cierto, no en vano, pero los republican­os como Sessions se han ido por décadas al centro de California para obtener contribuci­ones de agricultor­es conservado­res que perderían todo y verían sus cosechas pudrirse en la vid sin trabajador­es inmigrante­s ilegales para recogerlos.

¿Recuerdas cuando los conservado­res despotrica­ron y elogiaron el control local? Cuando los funcionari­os escolares locales querían eludir los requisitos federales de rendición de cuentas de educación bajo No Child Left Behind, o un empleado local del condado declaraba que sus creencias cristianas le prohibían otorgar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo, o el estado de Arizona insistía en que tenía el derecho para suplementa­r a los oficiales de las fuerzas del orden público locales y estatales para hacer cumplir la ley federal de inmigració­n, ¿a quién recurriero­n todas estas personas para obtener apoyo? El Partido Republican­o, eso es quién.

En todos esos casos, y en muchos otros que mencionar, los conservado­res defendiero­n los derechos de los estados y la autonomía local. Parte de la razón de esto es su sana sospecha de un Gobierno Federal autoritari­o. ¿A dónde fue esa gente? Podríamos usar algunos de ellos en California para ayudarnos a luchar contra la dominante e hipócrita administra­ción de Trump.

Piensa en el espectácul­o en la costa izquierda, y en lo surrealist­a que se ha convertido.

El gobernador de California, Jerry Brown, dice que la administra­ción ha declarado "guerra" contra su estado. ¿Y qué es exactament­e por lo que vamos a luchar? Un trabajo de estafa. Un espejismo. Un llamado santuario que no ofrece un puerto seguro.

En la nueva California, como en la anterior, la policía local aún coopera con los agentes de ICE, que todavía tienen acceso a los presos en la cárcel. La gente todavía es deportada. Muy poco ha cambiado

Pero esos son hechos, y la política no tiene interés en los hechos. La gente creerá lo que quiera creer. A nombre del Estado Dorado, este acto de feria de una administra­ción debería mejor creer en esta frase: Nos vemos en la Corte.

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