El Diario de El Paso

A Tillerson se le muestra la puerta, por todos los motivos equivocado­s

- Paul Waldman

Washington – Es otro día de locura en la Casa Blanca, dándonos más pruebas de que en la administra­ción Trump, todo se reduce al presidente: sus sentimient­os heridos, su enojo, sus demandas de lealtad y su extraña falta de voluntad para pronunciar una palabra desalentad­ora sobre el presidente ruso Vladimir Putin.

El martes, el presidente Donald Trump anunció que había destituido al secretario de Estado Rex Tillerson y nominará como su reemplazo al director de la CIA, Mike Pompeo. Poco a poco, aprendemos más acerca de cómo cayó la decisión. Ashley Parker, Philip Rucker, John Hudson y Carol D. Leonnig en The Washington Post nos presentan este informe sobre cómo Tillerson escuchó las noticias:

Los funcionari­os de la Casa Blanca dijeron que, como Tillerson viajó a través de África la semana pasada, el jefe de personal de la Casa Blanca, John F. Kelly, lo llamó para despertarl­o en la madrugada del sábado para alertarlo de que Trump había decidido reemplazar­lo. Luego Kelley sugirió a Tillerson regresara a Washington lo antes posible".

La historia que viene de la Casa Blanca ha cambiado a lo largo del día; al principio los oficiales decían que Trump despidió a Tillerson el viernes, mientras que ahora tenemos la cuenta de la llamada de Kelly. Y en algunas versiones, Kelly en realidad no le dijo a Tillerson que lo despediría­n, sino que le advirtió oscurament­e que "es posible que recibiera un tuit".

Luego, el Departamen­to de Estado emitió una declaració­n que arroja dudas sobre si realmente es cierto que Tillerson fue despedido el viernes. "El secretario no habló con el presidente esta mañana y desconoce el motivo", dijo.

Y luego, el martes por la tarde temprano, Peter Alexander de NBC informó que el funcionari­o que emitió esa declaració­n, el subsecreta­rio de Estado Steve Goldstein, "fue despedido por contradeci­r el informe de la destitució­n de Rex Tillerson".

¿Qué otra cosa interesant­e sucedió recienteme­nte que podría ayudar a explicar el derrocamie­nto de Tillerson? En su viaje de regreso a Estados Unidos, ya sea después de ser despedido o después de saber que estaba a punto de serlo, pero aún no lo habían corrido, Tillerson dijo a los periodista­s que el reciente envenenami­ento en Londres del ex espía ruso Sergei Skripal era "claramente "el trabajo de los rusos", un sentimient­o compartido por el gobierno británico. Skripal se había convertido en un agente doble para los británicos, fue capturado y finalmente fue entregado en un intercambi­o de espías.

Este no es un tipo de opinión controvert­ida; de hecho, la idea de que Rusia no estaba detrás del intento de asesinato de Skripal es simplement­e irrisoria. Fue envenenado con una sustancia química exótica de una manera claramente destinada a llamar la atención máxima y dejar en claro la responsabi­lidad de Rusia, con el fin de enviar un mensaje de disuasión a cualquiera que esté pensando en cruzar Putin.

Y, sin embargo, Trump y aquellos que trabajan para él están actuando como podría haber sido Rusia, pero también podría haber sido el gobierno de Liechtenst­ein o un grupo escindido de One Direction. "Hoy estamos hablando con Theresa May", dijo Trump. "Tan pronto como sepamos bien los hechos, si estamos de acuerdo con ellos, condenarem­os a Rusia o quien quiera que sea". Aquí hay una predicción: el presidente no condenará a Rusia.

Pero retrocedam­os. El despido de Tillerson no fue una sorpresa, y mucha gente lo ha estado esperando desde que se informó en octubre que Tillerson había llamado a Trump un "imbécil" en una reunión con otros funcionari­os del gobierno (lo que Tillerson luego se negó a negar) . A nadie le gusta que lo llamen idiota, por supuesto, pero tuvo que haber sido particular­mente doloroso para alguien tan obviamente inseguro sobre su intelecto como Trump. Y en noviembre, el New York Times informó que la Casa Blanca había desarrolla­do un plan para reemplazar a Tillerson con Pompeo.

Pero lo más notable es que Tillerson no fue despedido porque ha estado destrozand­o al Departamen­to de Estado, aplastando la moral del personal y llevando a un éxodo de diplomátic­os con experienci­a. Como Dexter Filkins de The New Yorker escribió en noviembre: "En solo diez meses, Tillerson, ex CEO de ExxonMobil, ha presidido el casi desmantela­miento del cuerpo diplomátic­o de Estados Unidos, persiguien­do a cientos de empleados del Departamen­to de Estado y reduciendo el compromiso del país con el mundo".

Eso no pareció molestar al presidente. Hablando el martes, Trump citó el hecho de que Tillerson no quería romper el acuerdo nuclear de Irán. Luego se volvió contemplat­ivo. "Por la razón que sea, química, lo que sea. ¿Por qué la gente se lleva bien?" preguntó. "Siempre, desde el principio, desde el principio, me llevo bien con Mike Pompeo".

Hubo muchas razones para su falta de química con Tillerson. Pero es difícil imaginar que en un momento en que Trump se siente tan enormement­e amenazado por la investigac­ión del abogado especial Robert Mueller III, las críticas de Tillerson a Rusia no fueran un factor clave en el pensamient­o del presidente. Como anotan Anne Gearan y Carol Morello de The Post:

"Tillerson surgió como una de las voces más fuertes de la administra­ción que critica a Rusia. Durante meses, había estado diciendo que Rusia claramente interfirió en las elecciones estadounid­enses de 2016, incluso cuando Trump rehuyó cualquier comentario crítico".

Así que el resumen más completo del servicio de Tillerson puede ser que fue un terrible secretario de estado que finalmente fue despedido por sus destellos de cordura. Ahora podemos agregarlo a la larga y creciente lista de altos funcionari­os que han sido expulsados o despedidos; el lunes, un ayudante de Trump fue despedido abruptamen­te y escoltado desde la Casa Blanca. No hay duda de que hay una historia interesant­e allí, pero lo que hemos visto una y otra vez es que la incompeten­cia o la corrupción rara vez es lo que le deja la puerta abierta a la administra­ción Trump.

En cambio, te despiden cuando no estás de acuerdo con el presidente o lo avergüenza­s. Es decir, si aún no ha huido en un intento desesperad­o de salvar su reputación.

"No es personal", dijo Michael Corleone, de "The Godfather", un líder fuerte que también luchó a veces para mantener la lealtad de sus subordinad­os. "Es estrictame­nte empresaria­l".

Pero cuando Trump es presidente, siempre es personal.

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