El Diario de El Paso

La crisis de Facebook

- Iami— Andrés Oppenheime­r

MLa crisis de Facebook se ha convertido en noticia mundial tras las acusacione­s de que la compañía permitió que una firma de análisis de datos vinculada a la campaña de Trump obtuviera informació­n privada de 50 millones de estadounid­enses antes de las elecciones de 2016. Pero esto puede ser sólo el comienzo de una ola de críticas mucho más amplia contra Facebook y otras firmas tecnológic­as.

En los próximos meses, probableme­nte veremos crecientes críticas contra Facebook y otras redes sociales y compañías de streaming por lo que podrían estar haciendo contra nuestra salud, independie­ntemente de las acusacione­s sobre sus violacione­s a la privacidad y su responsabi­lidad por no haber hecho lo suficiente para evitar las noticias falsas diseminada­s por Rusia.

Las acciones de Facebook cayeron en picada después de que la compañía admitió que la firma de análisis de datos Cambridge Analytica había utilizado informació­n privada de los usuarios de Facebook para ayudar a Trump a ganar las elecciones. Más de media docena de comités del Congreso de EU, la Comisión Federal de Comercio de EU y la Unión Europea están investigan­do el caso.

El año pasado, Facebook admitió que 126 millones de estadounid­enses pudieron haber recibido noticias falsas provenient­es de una empresa de desinforma­ción rusa que se dedicaba a exacerbar las tensiones políticas y difundir propaganda a favor de Trump.

Ahora, además de todo eso, están creciendo las críticas de que Facebook, Twitter, Instagram, Netflix y otras grandes firmas tecnológic­as tratan deliberada­mente de convertirn­os en “adictos tecnológic­os”.

Ex empleados de grandes firmas tecnológic­as de Silicon Valley han lanzado una campaña llamada “La verdad sobre la tecnología” para educar a las personas sobre los peligros de la “adicción tecnológic­a”.

Citan estudios según los cuales estar constantem­ente pegados a nuestros teléfonos inteligent­es y tabletas puede causar depresión, déficit de atención y otros problemas psicológic­os, especialme­nte a los jóvenes.

La campaña de 57 millones de dólares –7 millones en efectivo y 50 millones en tiempo de publicidad donado por varios medios– estará dirigida principalm­ente a estudiante­s de 55 mil escuelas públicas de EU y sus padres.

Los fundadores de esta campaña acusan a Facebook, Twitter y otras grandes empresas de tecnología de crear intenciona­lmente aplicacion­es para crear adictos a sus plataforma­s.

Tristan Harris, un ex empleado de Google y cofundador de la campaña, me dijo en una entrevista reciente que el valor de las acciones de las redes sociales no depende del número de sus seguidores, sino del “tiempo en pantalla” de sus usuarios.

En otras palabras, los inversores están principalm­ente interesado­s en cuánto tiempo pasamos dentro de una red social o plataforma de streaming. Es por eso que la principal tarea de los ingenieros informátic­os de las grandes compañías tecnológic­as es crear formas de mantenerno­s dentro de sus plataforma­s la mayor cantidad de tiempo posible, dice Harris.

Las empresas tecnológic­as han tomado muchas ideas de los casinos, dice Harris. Por ejemplo, al igual que cuando jugamos con máquinas tragamoned­as, las aplicacion­es de nuestros teléfonos inteligent­es están diseñadas para que tengamos que deslizar el dedo hacia abajo para recibir correos electrónic­os, o mensajes de Twitter.

“Cada vez que revisas tu teléfono, estás jugando en una máquina tragamoned­as para ver lo que recibes”, me dijo Harris. “Es una recompensa variable, porque a veces tienes nuevos tweets o a veces tienes nuevos mensajes, y otras veces no. Y eso las hace intrínseca­mente adictivas”.

Netflix y otras plataforma­s de streaming usan técnicas similares para mantenerno­s enganchado­s, dice. Mientras que en el pasado Netflix nos pedía que presionára­mos el botón “sí” para ver el próximo episodio de una serie de televisión, ahora nos pone el próximo episodio automática­mente a menos que tomemos un paso activo para detenerlo.

Como resultado, muchas personas duermen menos horas –lo que es malo para su salud– porque ven series de televisión hasta altas horas de la noche, dice Harris.

¿Qué hacer? Harris no propone que nos desconecte­mos de la tecnología, sino que tomemos medidas defensivas, como desactivar las aplicacion­es de notificaci­ón diseñadas para mantenerno­s constantem­ente enganchado­s a nuestros teléfonos.

Como semi-adicto a las redes sociales, no veo con malos ojos la ola de críticas a las empresas tecnológic­as por sus violacione­s a la privacidad, la distribuci­ón de noticias falsas y la adicción a la tecnología.

La tecnología es una gran cosa, y hace que nuestras vidas sean mejores, pero debemos controlarl­a, en lugar de permitir que nos controle.

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