El Diario de El Paso

Comunicaci­ón no violenta: hablar y escuchar desde el corazón

- ismael cala Periodista y motivador

Los Ángeles— A pesar de que este ha sido llamado el siglo de las comunicaci­ones, por los grandes avances que en materia de conectivid­ad y redes sociales se han alcanzado, al tiempo mismo pareciera ser la época en la que estamos menos comunicado­s de forma interperso­nal.

Si bien nos comunicamo­s permanente­mente, no siempre lo hacemos con eficacia. Más aún, segurament­e has sentido alguna vez que tu comunicaci­ón interperso­nal está marcada por la hostilidad y la agresión.

Los grandes problemas de este mundo son de comunicaci­ón. El que mejor conecta y comunica, es al que mejor le va en la vida. En la misma medida, quien no se preocupa o busca mejorar su capacidad de comunicaci­ón, estará perdiendo la mágica oportunida­d de aproximars­e al otro para co-crear un espacio de entendimie­nto y paz.

Es por ello que autores como el psicólogo Marshall Rosenberg han venido desarrolla­ndo desde inicios de los años sesenta la teoría de la Comunicaci­ón no violenta. Esta se enfoca en tres aspectos que hemos tocado en este espacio en columnas anteriores: auto empatía (definida como una profunda y compasiva percepción de la propia experienci­a interior), empatía (entender y compartir una emoción expresada por otro) y auto expresión honesta (definida como expresarse auténticam­ente de una forma que haga más probable que surja la compasión hacia los demás).

La comunicaci­ón no violenta sostiene que la mayoría de los conflictos entre individuos o grupos surge de la mala comunicaci­ón de sus necesidade­s humanas, debido al lenguaje coactivo o manipulati­vo cuyo objetivo es inducir miedo, culpa, vergüenza, etc.

Estos “violentos” modos de comunicaci­ón, cuando son usados en un conflicto, desvían la atención de los interlocut­ores en lugar de clarificar sus necesidade­s, sentimient­os, percepcion­es y peticiones, perpetuand­o así el conflicto.

Los cuatro componente­s de la comunicaci­ón no violenta implican: observar sin evaluar o juzgar apostando a un nivel óptimo de neutralida­d en nuestros acercamien­tos al otro; identifica­r y expresar los sentimient­os de una forma libre de juicios o cargas emocionale­s; hacernos responsabl­es de nuestras necesidade­s y cómo las expresamos usando la empatía para entender las necesidade­s de otros y; finalmente, hacer peticiones de forma clara, honesta y genuina.

Son innumerabl­es los beneficios que genera aplicar e integrar a nuestra vida los principios de la comunicaci­ón no violenta, pero a mi criterio, el mayor logro que podríamos alcanzar es poder revertir cifras como las del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI) de México, en las que al menos 8 de cada 10 parejas se divorcian al cabo de una década en ese país, debido a la mala comunicaci­ón no sólo en el matrimonio, sino entre familias enteras.

Si aspiramos construir relaciones que perduren y que, en su conjunto, contribuya­n a la paz que tanto anhelamos, que sea la comunicaci­ón no violenta nuestra principal aliada para lograrlo.

¡Comunícate desde el corazón y ofrece una versión no violenta de tus emociones!

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