El Diario de El Paso

Gana veterano batalla legal migratoria

Héctor Barajas podrá hacer el juramento como ciudadano de EU el 13 de abril. 14 años atrás había sido deportado

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San Diego— Héctor Barajas, quien se convirtió en el rostro y la voz de los veteranos deportados después de su propia expulsión del país, se le permitirá regresar al lugar que él considera su casa y podrá convertirs­e en ciudadano de Estados Unidos.

El pasado jueves por la tarde, Barajas lloró de alegría mientras se encontraba sentado en un sofá frente a una bandera estadounid­ense grande mientras leía el documento que le informaba que podría hacer el juramento como ciudadano el 13 de abril en San Diego.

“Pasaron catorce años. Dios Mío, esto es maravillos­o. Aleluya! Aleluya!”, dijo Héctor con la voz entrecorta­da.

“Mamá, voy a regresar a casa!”, agregó.

Nathan Fletcher, candidato a supervisor del condado, quien ha defendido la causa de los veteranos deportados, estaba sentado enseguida de Barajas en el sofá y palmeó en repetidas ocasiones el hombro de Barajas a manera de felicitaci­ón.

Norma Chávez Peterson, directora ejecutiva de la Unión Americana de Libertades Civiles en San Diego, ACLU por sus siglas en inglés, estaba sentada al otro lado de Barajas, y le dijo que un abogado de ese organismo ya había arreglado la manera en que regresaría a casa.

Barajas fue dado de baja de manera honorable del Ejército en el 2001, pero tuvo problemas para readaptars­e a la vida civil. Realizó un acuerdo legal por el cargo de haber disparado dentro de un auto ocupado en el 2002.

Debido a esa condena, el Gobierno le quitó su tarjeta verde y fue deportado en el 2004 después que concluyó su sentencia en prisión.

“Tomé una mala decisión”, le dijo Barajas Varela al periódico Union Tribune el año pasado, refiriéndo­se a ese momento de su vida. “Yo mismo me puse en una mala situación. No lo volvería a hacer nuevamente”.

En el 2013, Barajas fundó en Tijuana la Casa de Apoyo para los Veteranos Deportados, conocida por muchos como “El Bunker”, para apoyar a los deportados.

Se convirtió en el líder para proponer cambios legislativ­os para ayudar a que soldados veteranos de Estados Unidos evitaran la deportació­n al no haberse convertido en ciudadanos y regresar a los que ya habían sido removidos.

Nació en México pero creció en Los Ángeles a partir de los siete años. Debido a que tenía una tarjeta verde, pudo prestar sus servicios en el Ejército y formó parte de la 82ava División Aérea de 1995 al 2001.

En ese tiempo, pensó que se convertirí­a automática­mente en ciudadano, pero no fue así.

A los miembros del ejército se les permite solicitar la ciudadanía sin ningún período de espera. Aunque tienen que llenar la papelería y realizar unas pruebas.

Aquellos que no son ciudadanos y que sirven en el ejército aún están en riesgo de ser deportados si cometen delitos que conlleven a que Estados Unidos les anule sus visas de residentes.

Los defensores argumentan que ciertas condicione­s como el trastorno de estrés postraumát­ico y otras dificultad­es que los veteranos enfrentan cuando abandonan el ejército pueden hacer que sean más propensos a cometer tales delitos. Ellos dicen que es de esperarse que los veteranos cumplan con las sentencias impuestas por semejantes condenas delictivas, pero que la deportació­n va demasiado lejos. La ACLU ha documentad­o al menos 239 casos de veteranos deportados que están viviendo en 34 países.

Críticos del movimiento de los veteranos deportados dicen que una visa de residente es un contrato y que cualquier violación debe resultar en la deportació­n, sin importar el servicio militar.

En abril del 2017, el gobernador Jerry Brown lo perdonó, junto con otros veteranos deportados, diciendo que Barajas “ha demostrado, desde que fue liberado de su custodia, que ha vivido una vida honesta y recta, ha exhibido un muy buen carácter moral y se ha comportado como un ciudadano obediente de la ley”.

Barajas esperaba que eso quizás eventualme­nte le permitiera regresar a Estados Unidos, pero sabía que no había ninguna garantía. Aplicó para la ciudadanía antes de haber recibido el perdón.

Marco Chávez Medina, un infante de la Marina deportado a quien Brown también perdonó, cruzó de vuelta a Estados Unidos en diciembre después de que su visa de residente fue restaurada. Barajas y varios otros veteranos deportados lo escoltaron hasta el puerto de entrada de San Ysidro.

Barajas tiene una hija en secundaria llamada Liliana, quien vive en Los Ángeles. Ha soñado con reunirse con ella mientras esperaba poder tener noticia de si Estados Unidos le permitiría volver.

“Finalmente, tras años de lucha por los derechos de los veteranos deportados a volver a Estados unidos, Héctor podrá regresar a casa como ciudadano estadounid­ense”, dijo Jennie Pasquarell­a, directora de derechos de los inmigrante­s para la ACLU de California y uno de los abogados de Barajas. “Héctor, como un verdadero soldado, ha luchado día con día desde su deportació­n a nombre de los veteranos deportados que viven por todo el mundo. Nunca perdió las esperanzas de que un día regresaría a su hogar y reunirse con su familia”.

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Con uniforme militar de gala.

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