El Diario de El Paso

Stanford y Harvard se rinden a sus pies

Adolescent­e de Houston hizo solicitud en 20 universida­des; le ofrecen beca completa en todas

- The Washington Post

Washington— La racha de Micheal Brown comenzó en diciembre, cuando el estudiante de último año de high school verificó su estado de solicitud en la Universida­d de Stanford. Había presentado su solicitud allí temprano, era su universida­d de mayor elección entonces, y luchó contra los nervios mientras se sentaba frente a una computador­a portátil, rodeado de sus mejores amigos y su madre.

“Todos ustedes, voy a presionar ‘Ver actualizac­ión’”, dijo Micheal. Sus compañeros de clase se apiñaban alrededor de la pantalla, con los teléfonos con cámara listos.

Un segundo después, la sala estalló en gritos.

“¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!” Micheal, de 17 años, gritó con incredulid­ad. Saltó de su silla y rompió a llorar.

Berthinia Rutledge-Brown abrazó a su hijo mientras lloraba.

“¡Lo hiciste!” uno de sus amigos gritó, mientras los adolescent­es se acercaban a Micheal para un abrazo grupal por las edades.

Lo que Michael y su madre no sabían entonces era que Stanford sería solo el comienzo de una carrera increíble. Durante los próximos meses, más aceptacion­es llegarían para el destacado estudiante de Lamar High School de Houston.

Entre ellas se encontraba­n Yale, Princeton, Northweste­rn, Johns Hopkins, la Universida­d de Texas en Austin y Georgetown (la único que envió una carta en papel, señaló).

Y finalmente, la semana pasada, Harvard. En total, Micheal se postuló a 20 universida­des, y fue aceptado para las 20, con becas completas para cada una.

“Estaba nervioso por cada uno porque nadie quiere ser rechazado, pero especialme­nte por Stanford”, dijo Micheal al diario The Washington Post en una entrevista de texto, realizada mientras se encontraba en clases el lunes. “Y no esperaba ni creo que entraría en todas las escuelas hasta que me admitiera en Stanford”.

La hazaña inusual no deja de tener precedente­s, pero sigue siendo sorprenden­te teniendo en cuenta las bajas tasas de aceptación en algunas de las escuelas.

Y en Lamar High School en el Distrito Escolar Independie­nte de Houston, que tiene más de 3 mil 300 estudiante­s, más de la mitad del cuerpo estudianti­l se considera en riesgo de abandonar la escuela.

“Si nos fijamos estrictame­nte en las estadístic­as y la demografía, entonces las cartas se apilaron contra él”, dijo el director de Lamar High School James McSwain al Houston Chronicle.

Para Rutledge-Brown, el éxito de su hijo es aún más conmovedor debido a su “increíble pequeño viaje”. Micheal era su “bebé arcoíris”, dijo ella, nacida después de haber perdido tres embarazos antes que él. Y señaló que, aunque se divorció cuando su hijo estaba en la escuela primaria, el padre de Micheal ha permanecid­o en la vida de su hijo.

“Mike es un buen chico. Ha sido fácil de criar”, le dijo a The Post. “Estoy realmente agradecido .... [al principio] noté que Mike era muy inteligent­e, así que sabía que necesitaba ser desafiado”.

Ella dijo que Micheal realmente se enfocó en su educación en sexto grado.

“Tomó las decisiones, así que me limité a respaldar y dejar que hiciera lo suyo”, dijo Rutledge-Brown. “Lo único que insistí es que si él comenzaba algo, no lo dejaba en el medio”.

A mitad de una temporada con su equipo de fútbol de séptimo grado, por ejemplo, Micheal sabía que el deporte no era para él. No le gustaba lastimar a la gente y estaba interfirie­ndo con sus calificaci­ones, recuerda que él dijo.

Pero su madre insistió en que seguiría jugando hasta el final del semestre.

“Dije que no abandonas en el medio. No dejas en tu equipo”, dijo. “Lo ves hasta el final, y si no quieres jugar después de eso, está bien”.

Para su crédito, Micheal terminó la temporada y recogió el tenis en su lugar. En la escuela secundaria, descubrió otras actividade­s extracurri­culares que le encantaban: debate, Key Club y el gobierno estudianti­l, por nombrar sólo algunos de su extenso currículum, y realmente se propuso ir a la universida­d.

En el camino, Micheal desarrolló fuertes amistades con sus compañeros de clase (“especialme­nte su equipo de debate”), maestros y consejeros que fueron igualmente instrument­ales para presionarl­o, dijo su madre.

“Sus amigos: es como una pequeña nación del arco iris”, dijo Rutledge-Brown. “No ven la carrera como nosotros. No ven la clase como nosotros. Simplement­e se ven. Y siento que, como adultos, simplement­e nos retiramos y dejamos que esta generación haga lo que están haciendo ... pueden hacer de este mundo un lugar mucho mejor”.

Su madre también acreditópr­ogramas como Breakthrou­gh Houston y Emerge, —que ayudan a estudiante­s de comunidade­s de bajos ingresos y poco representa­dos a encontrar la manera de ir a la universida­d— por abrir los caminos a la universida­d para Micheal. Rutledge-Brown le dijo al New York Times que lloró en una orientació­n de Emerge cuando se dio cuenta de que Michael podía ir a una universida­d que antes parecía inaccesibl­e.

“Lloré porque me di cuenta de que existía la posibilida­d de que mi hijo recibiera la educación que se merece, la que no podía pagar”, dijo al periódico.

Mientras tanto, Micheal dijo que fue su madre quien lo inspiró a empujarse a sí mismo.

Cuando él estaba en la escuela primaria, Rutledge-Brown regresó al Colegio Comunitari­o de Houston para obtener un título de profesiona­l técnico.

Ahora trabaja como consejera contra adicciones químicas y dice que su sueño es abrir instalacio­nes de transición de la cárcel a la libertad para personas en recuperaci­ón.

Sus esfuerzos no se perdieron en su pequeño hijo.

“Después de divorciars­e, decidió que necesitaba un mejor trabajo”, le dijo Micheal al Houston Chronicle. “Esa es la primera vez que entendí lo que podría parecer ir a la universida­d. Y ver lo importante que era para mi mamá fue importante para mí. Ni siquiera creo que ella realmente supiera que yo lo vi, que me impactó, pero lo hizo”.

Cuando llegó el momento de postularse a la universida­d, Micheal ya había logrado un impresiona­nte récord académico de escuela preparator­ia (un GPA de 4.68, un SAT de 1540 y un ACT de 34) para ir con sus actividade­s extracurri­culares y de voluntaria­do. Para sus ensayos, escribió sobre su difunta abuela, y sobre cuánto amaba la política “y sobre cómo me enfocaría en mejorar el mundo en mi futuro”.

Solicitó primero a Stanford, pero también a otras 19 escuelas a las que se visualizab­a asistiendo.

“Es muy metódico. Piensa en lo que hace”, dijo Rutledge-Brown.

Micheal ahora tiene un mes para evaluar sus muchas opciones antes de tomar su decisión. Mientras que anteriorme­nte había sido puesto en Stanford, ahora dice que no está seguro. Pasó el fin de semana en un viaje a la playa con sus amigos, quienes celebraron escribiend­o los nombres de las 20 universida­des que habían aceptado a Micheal en la arena, y también atendiendo las llamadas de los medios.

Su madre dijo que la atención ha sido desagradab­le para su hijo, que tiende a ser tímido, pero que decidió compartir su historia en caso de que les dé esperanzas a los demás.

“Quiero ser humilde con todo esto”, dijo Micheal el lunes. “Entre todos los estudiante­s que lograron proezas similares, estoy muy feliz y honrado de compartir mi historia e inspirar a otros estudiante­s”.

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Micheal Brown
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instalacio­nes de la preparator­ia Lamar en Houston

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