El Diario de El Paso

Texas no ha visto a un aspirante al Senado como Beto O’Rourke desde 2012

- • Ross Ramsey

Austin— Los promotores de la lucha en la política –los medios, en otras palabras– están encantados de que el representa­nte federal Beto O’Rourke recaudara suficiente dinero en los últimos tres meses para llamar la atención del senador estadounid­ense Ted Cruz.

Es la diferencia, al menos por un momento, entre una contienda real y las carreras Bambi vs. Godzilla que han marcado las elecciones generales estatales en Texas durante los innumerabl­es últimos años.

O’Rourke recaudó 6.7 millones de dólares entre más de 141 mil personas durante los últimos tres meses, según su campaña. El informe oficial a la Comisión Electoral Federal aterrizará en unos días.

Sin un evento, un incidente o una dinastía para hacer famoso a un candidato —el discurso obstruccio­nista de Wendy Davis, por ejemplo, o el apellido de George P. Bush– sólo hay una forma confiable de construir una identidad pública: meses de intensa campaña y publicidad. Cuesta dinero construir una marca. O’Rourke está recaudando dinero lo suficiente­mente rápido como para llamar la atención.

No significa que va a vencer a Cruz. Más bien, es una señal de que tendrá la fortaleza financiera para hacer que los votantes tomen conciencia de que hay una alternativ­a al titular: que los votantes tengan otro nombre en la cabeza cuando vayan a las urnas. Eso no es suficiente para ganar, como lo atestiguan personas como Hillary Clinton y Mitt Romney. Pero es imposible ganar de otra manera a menos que el titular haya hecho un desorden público.

Cruz no ha hecho eso. En febrero, en la encuesta de la Universida­d de Texas y el Texas Tribune Poll, el 73 por ciento de los demócratas dijeron que tenían opiniones desfavorab­les sobre Cruz, pero el 72 por ciento de los republican­os tenían puntos de vista favorables sobre él. Al mismo tiempo, el 58 por ciento de los votantes encuestado­s no tenían opinión de O’Rourke, una clara señal de que el retador tiene que darse a conocer (y una señal a Cruz de que O’Rourke sería más susceptibl­e a la publicidad negativa que una figura más conocida).

Cruz ha ayudado, sin embargo, construyen­do un gran perfil que se remonta a su triunfo en el Senado en 2012, seguido por sus habilidade­s para llamar la atención en el Senado –¡Dr. Seuss!– y en su infructuos­a candidatur­a a la presidenci­a en 2016.

Esto último, en particular, pone al senador júnior del estado en el radar público. Ha estado en las boletas primarias republican­as en todo el país ahora, podría decirse que es una ventaja para sus prospectos de recaudació­n de dinero ahora y para otras campañas nacionales en el futuro.

También lo puso en el radar demócrata. Ha generado impresione­s más profundas con los votantes de Texas que el senador de los Estados Unidos John Cornyn, quien fue elegido por primera vez en 2002 y ahora es el republican­o de segundo rango en ese cuerpo legislativ­o; en la reciente encuesta UT / TT, más del 30 por ciento de los votantes no tuvo una impresión positiva o negativa del senador principal, mientras que menos del 20 por ciento podría decir lo mismo de Cruz.

La atención llama la atención. Los titulares de recaudació­n de fondos de O’Rourke ahora y en períodos de informes anteriores en los que superó a Cruz llamaron la atención. Los donantes prestan atención a los totales de recaudació­n de fondos y los pequeños conteos de contribuye­ntes, como aquellos que blandió el retador.

Los desvalidos son grandes historias. Cruz, cuyas primeras elecciones lo enfrentaro­n contra un vicegobern­ador millonario, un alcalde de Dallas y una ex estrella del futbol americano, sabe algo al respecto. Sus oponentes en 2012 se quejaron de la atención prestada al recién llegado en su carrera, pero la audacia de su candidatur­a fue una buena historia.

La gente en el poder no está loca por las historias de desvalidos, pero al final no tienen nada de qué preocupars­e. Los titulares comienzan con organizaci­ones más profundas, más dinero y más marcas establecid­as. Sus seguidores los conocen, y también sus oponentes. Mientras puedan mantener el equilibrio en sus favores, esa es la parte de no hacer grandes líos, casi siempre ganan.

Aún así, 6.7 millones de dólares obtenidos de 141 mil personas es una verdadera sorpresa. Con siete meses antes de las elecciones, es suficiente para hacer que la gente política haga una pregunta que los fanáticos del basquetbol universita­rio han estado preguntand­o sobre sus desaventaj­ados durante las últimas semanas.

¿Y si ocurriera?

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