El populista al otro lado de la frontera
Washington— Los candidatos en las próximas elecciones presidenciales de México iniciaron sus campañas el domingo y, como si fuera el momento, el presidente Donald Trump utilizó a Twitter para destrozar al país.
Entre otras cosas, afirmó que México no estaba haciendo nada para evitar que los inmigrantes fluyan a través de su frontera sur y hacia los Estados Unidos, y estaba “haciendo una fortuna con el NAFTA”.
Sus acusaciones eran ignorantes y falsas, y aunque probablemente no estaban dirigidas a los políticos mexicanos o sus votantes, pueden aumentar la ya fuerte posibilidad de que la boleta del 1 de julio sea ganada por un populista de izquierda que es tan hostil al libre comercio y cerrar las relaciones entre Estados Unidos y México como Trump.
Andrés Manuel López Obrador, quien ha tomado una ventaja de mando en las encuestas sobre dos contendientes más centristas, resulta ser el candidato que se ha rebelado más enérgicamente contra el abuso que Trump ha dirigido contra los mexicanos.
En su discurso de apertura del domingo, López Obrador prometió que “ni México ni su pueblo serán tratados como una piñata por ningún gobierno extranjero”, y agregó que la “política exterior... y la actitud despectiva de Trump hacia los mexicanos son erróneas”.
Por supuesto, si los mexicanos eligen a López Obrador, las razones principales serán nacionales. En ese dominio, la retórica del ex alcalde de la Ciudad de México es similar a la de Trump. López Obrador critica la "economía de la élite”, promete combatir la corrupción arraigada y se queja de las reformas que han abierto a México a la competencia internacional.
Hábilmente explota los fracasos del presidente saliente de mentalidad liberal en lo económico, Enrique Peña Nieto, cuyas reformas no han logrado hasta ahora el crecimiento económico que prometió, ya que su administración ha estado plagada de escándalos. La violencia que afecta a partes del país aumenta el apetito ciudadano por el cambio.
Al igual que Trump, López Obrador parece querer llevar a su país a un tiempo anterior, en su caso, al México estatista de los años setenta.
Rivaliza con el presidente de Estados Unidos en su desprecio por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del cual dice: “Los pocos beneficios han tenido un costo extremadamente alto”. Se opone a un pacto que revise el acuerdo antes de las elecciones, aunque eso es lo que la administración Trump supuestamente está buscando.
Los mexicanos que advierten que López Obrador conduciría a México a una catástrofe similar a la Venezuela de Hugo Chávez probablemente estén equivocados. Habiendo perdido dos elecciones presidenciales anteriores, se ha desplazado hacia el centro, al menos retóricamente, y probablemente fracasaría si tratara de desmantelar las instituciones democráticas; el Congreso Nacional permanecería bajo el control de los partidos rivales.
Sin embargo, está empezando a parecer probable que, después de un cuarto de siglo de una mejora constante, las relaciones entre Estados Unidos y México estarán en manos de los populistas en duelo que verán una ventaja política al echarlas por la borda.
Eso, por supuesto, simplemente empeoraría los problemas que los dos demagogos critican, desde el tráfico de drogas y armas a través de la frontera hasta la inmigración ilegal. Pero quizás Trump agradecería más oportunidades para unir a su base contra la supuesta perfidia mexicana. Si las tendencias actuales continúan, algunos de sus tuits podrían incluso hacerse realidad.