Ayudó FBI a descifrar caso de hace 4 mil años
Se trata del misterio de la cabeza de la momia
NEn 1915, un equipo de arqueólogos estadounidenses que excavaban la antigua necrópolis egipcia de Deir el-Bersha se toparon con una tumba oculta. Dentro de la compacta cámara de piedra caliza, una imagen espantosa los recibió: la cabeza cercenada de una momia sobre un ataúd de cedro.
La habitación, que los investigadores nombraron Tumba 10a, fue el lugar de descanso de los restos de un gobernador llamado Djehutynakht y su esposa. En algún momento de la siesta de 4000 años de la pareja, unos saqueadores de tumbas entraron a su cámara funeraria y se llevaron oro y joyas. Los ladrones dejaron un torso momificado, decapitado y sin extremidades en una esquina antes de tratar de prenderle fuego a la habitación para cubrir sus huellas.
Los arqueólogos pudieron recuperar ataúdes pintados y figurines de madera que sobrevivieron el saqueo y los enviaron al Museo de Bellas Artes de Boston en 1921. La mayor parte de la colección estuvo almacenada hasta 2009, cuando el museo expuso los objetos. Aunque el torso se quedó en Egipto, la cabeza cercenada se convirtió en la estrella de la exposición. Con sus cejas pintadas, expresión sombría y el cabello castaño y ondulado que salía de los vendajes desgastados, la cabeza de la momia les presentó un misterio a los espectadores.
“Habían encontrado la cabeza en el ataúd del gobernador, pero jamás supimos con seguridad si era la cabeza de él o de su esposa”, dijo Rita Freed, una curadora del museo.
El personal del museo concluyó que solo una prueba de ADN determinaría si en la exposición se encontraba Djehutynakht o su esposa.
“El problema fue que en 2009 no había un método exitoso para extraerle ADN a una momia de 4 mil años de antigüedad”, comentó Freed.
“Las momias egipcias plantean un desafío extraordinario porque el clima abrasador del desierto deteriora rápidamente el ADN. Los primeros intentos de obtener el ADN antiguo fallaron o produjeron resultados contaminados con ADN moderno. Para resolver el caso, el museo recurrió al FBI.
El FBI jamás había trabajado con un espécimen tan antiguo. Si sus científicos podían extraer material genético de la momia de 4 mil años, añadirían una poderosa técnica de extracción de ADN a su arsenal forense y también descubrirían una nueva manera de descifrar el pasado del antiguo Egipto.
“Honestamente no esperaba que funcionara porque en ese entonces se creía que no era posible obtener ADN de restos egipcios antiguos”, dijo Odile Loreille, científica forense del FBI. Sin embargo, en la revista Genes en marzo, Loreille y sus colegas reportaron que habían extraído ADN antiguo de la cabeza. Después de más de un siglo de incertidumbre, el misterio de la identidad de la momia se había resuelto.
Lo que yace en la Tumba 10a
Se cree que Djehutynakht y su esposa vivieron alrededor del año 2000 a.C. durante el Imperio Medio de Egipto. Aunque los muros de su tumba eran lisos, los ataúdes estaban adornados con hermosos jeroglíficos del más allá.
“Su ataúd es una obra maestra clásica del arte del Imperio Medio”, dijo Marleen De Meyer, directora asistente de Arqueología y Egiptología en el Instituto Holandés-Flamenco en El Cairo, quien volvió a entrar a la tumba en 2009. “Tiene elementos de un realismo extraordinario”.
Los arqueólogos George Reisner y Hanford Lyman Story dirigieron al equipo que descubrió la cámara profanada de Djehutynakht hace más de un siglo. Mientras exploraban los acantilados de Deir el-Bersha, que está a casi 290 kilómetros de El Cairo en el este del banco del Nilo, descubrieron un asta funeraria bajo las rocas. Con la ayuda de explosiones de dinamita, entraron a la tumba.
En sus reportes originales, los arqueólogos dijeron que las partes desmembradas del cuerpo pertenecían a una mujer, quizá la esposa de Djehutynakht. De Meyer sospechó que la cabeza pertenecía al gobernador y no a su esposa.
Huesos faciales faltantes
Mientras Freed preparaba los objetos de la Tumba 10a para su exposición en 2005, se comunicó con el Hospital General de Massachusetts. Su tomografía computarizada reveló que a la cabeza le faltaban los pómulos y parte de la articulación temporomandibular: características que pudieron haber ofrecido pistas sobre el sexo de la momia.
“Desde afuera, no podías notar que la momia estuviera tan maltratada por dentro”, dijo Rajiv Gupta, neurorradiólogo en el Massachusetts General. “Todos los músculos que se encargan de la masticación y el cierre de la boca, y los lugares de unión de esos músculos ya no estaban”.
Ahora había otro misterio: ¿por qué la momia tenía esas mutilaciones faciales?
Junto con Paul Chapman, un neurocirujano del hospital, Gupta planteó la hipótesis de que podría ser parte de una antigua práctica egipcia de momificación conocida como la “Ceremonia de la apertura de la boca”. El ritual se realizaba para que el difunto pudiera comer, beber y respirar en la otra vida.
“Hicieron un corte muy específico”, dijo Gupta, refiriéndose a la remoción quirúrgica de parte de la mandíbula. “Tiene una precisión que nos dejó sorprendidos. Alguien realizó una coronoidectomía hace 4000 años”.
Exploradores de dientes
Los médicos y el personal del museo decidieron que extraer el molar de la momia les daría la mejor probabilidad de conseguir ADN. “El premio estaba en el centro del diente”, dijo Chapman. Los dientes a menudo actúan como cápsulas genéticas del tiempo. Los investigadores los han usado para contar la historia de los homínidos de Denísova, nuestros primos humanos prehistóricos, así como para entender el historial médico de quienes murieron hace mucho tiempo.
“La ventaja que tuvimos es que había un agujero en el cuello debido a que lo habían separado del cuerpo”, dijo Chapman.
Introdujeron una extensión larga con una cámara para llegar al interior de la boca. El primer diente al que se dirigieron no se movía, así que Fabio Nunes, que entonces era biólogo molecular en el Massachusetts General, pasó a otro molar. Sudando, lo sujetó con fórceps dentales, forcejeó un poco, dio algunos giros y “plop”… lo sacó.