El Diario de El Paso

Misión todavía no cumplida en Siria

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Washington— El Pentágono dijo el viernes por la noche que los ataques con misiles y bombardeos sobre tres objetivos sirios “resultarán en una degradació­n a largo plazo” de la capacidad de armas químicas y biológicas de Siria. Esperamos que ese sea el caso, a pesar del alcance limitado de la acción.

El ataque fue diseñado para minimizar las bajas civiles y daños a los activos rusos, y el secretario de Defensa Jim Mattis dijo que era un “disparo de una sola vez”, aunque él y el presidente Donald Trump dejaron abierta la posibilida­d de nuevas acciones si el régimen de Bashar Assad continúa usando armas químicas.

Trump acertó al ordenar el ataque y también a centrarlo en instalacio­nes químicas y biológicas. Es vital que se mantenga la prohibició­n internacio­nal contra el uso de esos horribles agentes químicos; la participac­ión de Gran Bretaña y Francia en la operación fue importante en este aspecto.

Al mismo tiempo, el presidente y Mattis claramente buscaron minimizar el riesgo de una confrontac­ión militar directa con Rusia o Irán. Eso es prudente, pero si Rusia toma medidas de represalia, incluso en el ciberespac­io, los Estados Unidos deben estar listos para responder.

La naturaleza limitada de la acción estaba en consonanci­a con el enfoque minimalist­a de Trump hacia Siria, que reiteró en una declaració­n televisada. Nuevamente habló de traer a casa a las aproximada­mente dos mil tropas estadounid­enses desplegada­s en el país “mientras otras estadounid­ense puede producir paz y seguridad duraderas en el Medio Oriente”. Esa visión fatalista está equivocada, al igual que la noción quimérica del presidente de que un “mayor compromiso” de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Egipto puede evitar que Irán se atrinchere en Siria si Estados Unidos se retira.

En realidad, aunque algunos de esos países podrían hacer contribuci­ones financiera­s, ninguno es capaz de trabajar con las fuerzas locales para estabiliza­r y mantener la gran extensión de territorio ahora bajo el control de facto de EU al este del río Eufrates.

Si las fuerzas norteameri­canas se van, el régimen de Assad o Turquía se moverán, a costa de los kurdos que han luchado con los Estados Unidos para derrotar al Estado Islámico, e Irán obtendrá el corredor terrestre que busca a través de Siria. El resultado final podría ser una guerra entre Irán y sus representa­ntes e Israel, que podría devastar a Siria, Líbano e Israel.

Trump desafió a Rusia e Irán en su apoyo al régimen de Assad, diciendo que “ninguna nación puede tener éxito en el largo plazo mediante la promoción de estados canallas, tiranos brutales y dictadores asesinos”. Pero Moscú y Teherán no serán influencia­dos por argumentos morales.

Estados Unidos debe usar el apalancami­ento que tiene sobre el terreno, manteniend­o y, si es necesario, fortalecie­ndo aún más su posición en el país. Debería trabajar para estabiliza­r el este de Siria bajo las autoridade­s locales, incluidos los kurdos, al tiempo que exige un acuerdo político aceptable negociado por las Naciones Unidas.

Solo entonces, con la salida del régimen de Assad, será posible garantizar que los sirios no sufran más atrocidade­s, con armas químicas o por otros medios. Es por eso que fue incorrecto que Trump llamara a la operación del viernes una “Misión Cumplida”. Ya sea que el presidente lo acepte o no, el desafío a los intereses vitales de los Estados Unidos en Siria está lejos de haber terminado.

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