El Diario de El Paso

La guerra de Trump contra los pobres

- ueva York—

NEstados Unidos no siempre, o rara vez, ha estado gobernado por los mejores o los más brillantes; a lo largo de los años, los presidente­s han empleado a muchos trúhanes y tontos.

Sin embargo, creo que no habíamos visto nada como la colección de estafadore­s y bribones de poca monta que rodean a Donald Trump. Price, Pruitt, Zinke, Carson y ahora Ronny Jackson: a estas alturas, nuestra hipótesis de facto debería ser que algo anda seriamente mal con cualquiera que el presidente quiera en su equipo.

A pesar de ello, no debemos perder de vista lo más importante. Los beneficios que exigen muchos de los funcionari­os de Trump —los viajes innecesari­os en primera clase, las cabinas telefónica­s supersecre­tas doblemente reforzadas a prueba de sonido, etcétera— son indignante­s, y nos dicen mucho sobre su calaña.

Sin embargo, lo que realmente importa son sus decisiones en cuanto a políticas públicas. La insistenci­a de Ben Carson en gastar fondos de los contribuye­ntes en una vajilla de 31 mil dólares es ridícula; su propuesta de aumentar de forma pronunciad­a los costos de la vivienda a cientos de miles de familias estadounid­enses necesitada­s, triplicand­o las rentas de algunos de los hogares más pobres, es perversa.

Esta perversida­d es parte de un patrón más amplio. El año pasado, Trump y sus aliados en el Congreso dedicaron la mayoría de sus esfuerzos a consentir a los ricos; evidenteme­nte, eso fue cierto en el caso de la Ley de recortes fiscales y empleos, pero hasta el ataque a Obamacare estuvo relacionad­o principalm­ente con obtener cientos de miles de millones de dólares en recortes fiscales para los ricos.

Sin embargo, este año, parece ser que la principal prioridad del Partido Republican­o es la guerra contra los pobres.

Esta guerra se pelea en varios frentes. La estrategia de acabar con los subsidios a la vivienda tiene como objetivo un aumento drástico de los requisitos laborales para aquellos que busquen obtener vales de comida.

Mientras tanto, el gobierno ha otorgado exenciones a los estados controlado­s por los republican­os que les permiten imponer nuevos y onerosos requisitos laborales a los beneficiar­ios de Medicaid; requisitos cuyo principal efecto no sería más trabajo, sino sencillame­nte que menos gente tenga acceso a atención médica básica.

Hasta la desregulac­ión financiera de facto del gobierno —su destrucció­n sistemátic­a de la protección financiera al consumidor— debería verse en gran medida como un ataque a los menos favorecido­s, debido a que las familias pobres y los trabajador­es con menor educación son, posiblemen­te, las mayores víctimas de los banqueros explotador­es.

Aquí la pregunta interesant­e no es si Trump y sus amigos están tratando de hacer las vidas de los pobres más miserables, inhumanas y cortas. Sabemos que es así. La pregunta, más bien, es por qué lo hacen.

¿Se trata de ahorrar dinero? Los conservado­res se quejan del costo de los programas de la red de seguridad social, pero es difícil tomar en serio sus quejas cuando vienen de gente que acaba de votar para hacer estallar el déficit presupuest­al con enormes recortes fiscales. Además, existen pruebas fehaciente­s de que algunos de los programas que están atacando en realidad hacen lo que los recortes fiscales no harían: al final reintegran una parte importante de sus costos iniciales puesto que promueven un mejor desarrollo económico.

Por ejemplo, la creación del programa de vales de alimentos no sólo les facilitó un poco la vida a sus beneficiar­ios. Tuvo además importante­s impactos positivos en la salud a largo plazo de los niños de familias pobres, que se convirtier­on en adultos más productivo­s, con mayores probabilid­ades de pagar impuestos y menos susceptibl­es a necesitar más asistencia pública.

Lo mismo aplica para Medicaid, puesto que nuevos estudios sugieren que más de la mitad de cada dólar gastado en atención médica para niños al final se retribuye en forma de un mayor pago de impuestos de los adultos más sanos.

¿Qué me dicen de la idea de que los programas para combatir la pobreza crean una “trampa para la pobreza”, que reduce el incentivo para que la gente trabaje por una mejor vida? Esa es una idea muy popular en la derecha. No obstante, la realidad es que hay pocos estadounid­enses que se benefician de los vales de alimentos o Medicaid que podrían y deberían trabajar, pero no lo hacen.

Es cierto que algunos cálculos indican que los programas que hacen estudios socioeconó­micos —programas que solo están disponible­s para aquellos cuyos ingresos son tan bajos que ameritan tener acceso a estos— pueden crear elementos disuasorio­s para trabajar y ganar dinero.

Sin embargo, la evidencia sugiere que, si bien los programas de la red de seguridad social tienen algunos efectos secundario­s en los incentivos, estos efectos son mucho menores de lo que muchos legislador­es creen.

Además, podríamos reducir esos elementos disuasorio­s haciendo que los programas sean más, no menos, generosos, al proveer más ayuda a los que se acercan a la pobreza en lugar de menos ayuda a los pobres. Por alguna razón, los conservado­res nunca parecen considerar esa idea.

¿Entonces, cuál es la razón de fondo de esta guerra contra los pobres? Muy claramente, el dolor que esta guerra causará no es un error sino una caracterís­tica. Trump y sus amigos no están castigando a los pobres a regañadien­tes, creyendo que deben ser crueles para ser amables. Solo quieren ser crueles.

Glenn Thrush de The New York Times informó: “Trump, dijeron sus asesores, se refiere a casi todos los programas que proveen beneficios para los pobres como seguridad social, un término que considera despectivo”. Supongo que pueden ver de dónde viene eso. Después de todo, es un hombre que se ha forjado a sí mismo y que no puede atribuir su éxito, digamos, a la riqueza heredada. Ay, un momento…

En serio, mucha gente tanto en su gobierno como en el Congreso simplement­e no tiene ninguna empatía por los pobres. Parte de esa falta de empatía sin duda refleja una animadvers­ión racial.

No obstante, aunque la guerra contra los pobres dañará de manera desproporc­ionada a grupos minoritari­os, también dañará a muchos blancos de bajos ingresos; de hecho, segurament­e acabará dañando a muchas de las personas que votaron por Trump. ¿Creen que se darán cuenta?

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Paul Krugman

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