El Diario de El Paso

Golpes, violacione­s y muerte en centro para discapacit­ados

- Agencias

Miami – William James Lamson nació con un tipo devastador de autismo que lo llevaba a golpearse con una furia obsesiva. Con el tiempo, el daño que Lamson se infligió fue tan severo que se quedó ciego del ojo derecho, publicó El Nuevo Herald.

A los cuidadores del Centro Educativo Carlton Palms (CPEC) se les dijo que le mantuviera­n puesto un casco para protegerlo de los golpes.

Pero no había nadie que protegiera a Lamson de sus cuidadores.

Cuando el 1 de marzo llamaron a la Policía de Mount Dora para investigar la muerte de Lamson, se les dijo a los agentes que el hombre de 26 años "se autoagredí­a y que constantem­ente se estaba golpeando la cabeza". Las autoridade­s llegaron a creer que los demonios neurológic­os de Lamson finalmente habían ganado la batalla que libraba en su cerebro.

Pero un informe de la Policía dejó suficiente­s motivos para el escepticis­mo: los investigad­ores "no observaron sangre en su habitación", dijo el informe. Tampoco vieron "ninguna lesión obvia".

La muerte de Lamson ahora está bajo una investigac­ión por homicidio involuntar­io. Y fuentes que conocen el caso dicen que el joven, llamado "Willie" por su familia, murió de asfixia, no de traumas en la cabeza.

La Oficina del Fiscal del Estado, que está consideran­do encausar a los cuidadores por la muerte de Lamson, no ha divulgado documentos con detalles sobre el caso, incluidos los hallazgos de la autopsia, porque se trata de una investigac­ión en curso, dijo un vocero.

Lo tenían escondido

Lamson fue diagnostic­ado como un niño con autismo severo, un trastorno neurológic­o que se cree que afecta a uno de cada 60 niños. Era capaz de realizar unas pocas tareas rutinarias, pero no podía decirles a los cuidadores ni a su familia que lo maltrataba­n.

Era improbable que Jamie Lamson pudiera captar captar en sus visitas semanales lo que ocurría con su hijo. Nunca se le permitió entrar a la habitación. Todas las visitas estaban limitadas a las áreas comunes.

Cuando la familia Lamson fue notificada de la muerte de Willie, se sorprendie­ron al enterarse de la historia de Carlton Palms.

Casa de los horrores

En el 2013, fue allí donde una chica de 14 años de Broward que no podía hablar, Paige Elizabeth Lunsford, sucumbió por deshidrata­ción días después de llegar a su nuevo hogar. Los registros muestran que Paige estaba gravemente enferma y que había pasado días vomitando violentame­nte. Pero en lugar de buscar atención médica, los trabajador­es le ataron las muñecas, tobillos, brazos y cintura para evitar que se agitara. Lunsford murió de una infección grave, pero tratable. En 1997, Jon Henley, de 14 años, fue hallado muerto en su cama con niveles inadecuado­s de medicament­o anticonvul­sivo en su cuerpo, una medicina que el personal del lugar estaba a cargo de administra­r.

Pero el suceso más reciente en esa instalació­n es lo que ha llevado a los funcionari­os estatales a entablar una luchar para cerrarla.

En una queja administra­tiva de 17 páginas presentada el mes pasado, la Agencia para Personas con Discapacid­ades de Florida (APD) intentó revocar la licencia de Carlton Palms, con una lista de horrores que ocurrieron en los últimos años, incluyendo violacione­s, ratas e intensas quemaduras.

Un hombre fue violado por un depredador sexual ya conocido que se suponía debía estar bajo supervisió­n constante. La supuesta violación de otro residente fue presenciad­a por un empleado que decidió no hacer nada, según la denuncia. Un residente sufrió quemaduras en la cabeza, el hombro, la espalda y el codo cuando un cuidador aparenteme­nte roció al residente con agua hirviendo que había calentado en un microondas.

En su carta en agosto pasado, Palmer describió un incidente ocurrido el 9 de junio del 2017 en el que un residente fue "ridiculiza­do y humillado", y luego encerrado en una ducha desnudo durante cuatro horas. Dentro de la ducha, los testigos escucharon ruidos de bofetadas, "sonidos de golpes y gritos (del residente)", indica la carta. Al parecer, un trabajador arrastró por el piso a un residente por los brazos por unos 10 o 12 pies en abril del 2017. A otro lo agarraron por la sudadera, lo tiraron al suelo y lo patearon. Otro, que quedó sin supervisar durante siete minutos, se arrancó unas grapas de la cabeza con una percha de plástico, según la APD.

Un residente oriundo de Miami fue acusado recienteme­nte de arrancarle de un mordisco parte de la nariz a otro residente.

A principios de este año, una investigac­ión realizada por Disability Rights Florida, un grupo defensor de los discapacit­ados, arrojó más sombras sobre el lugar, destacando 28 denuncias de abuso o negligenci­a en los primeros nueve meses del 2016. El informe dijo que las imágenes de vigilancia mostraban a un residente que era abofeteado por un empleado y residentes amarrados a sillas improvisad­as de manera inadecuada.

El informe también detalla cómo el personal no pudo explicar por qué un residente tenía un moretón en un ojo, y describió la "reticencia directa" del personal para presentar informes precisos y oportunos cuando los residentes resultaban heridos.

En otro caso, un residente estuvo amarrado por casi cuatro horas a pesar de estar "calmado todo el tiempo". La ley de Florida prohíbe atar a las personas como castigo.

Dispositiv­os medievales

Un defensor de las personas con discapacid­ades dijo que los dispositiv­os parecían "medievales".

"Son sillas elevadas; casi como en un pedestal en el medio del salón comunitari­o. Cuando una persona es inmoviliza­da, la ponen en la silla de sujeción mientras todos los residentes observan", dijo Matthew Dietz, abogado de un ex residente que ya fue transferid­o.

Lamson-Keene dijo que su hermano, que está divorciado de la madre de Willie, está esperando la mitad de las cenizas de su hijo para dispersarl­as y poder superar su dolor. Sin las visitas semanales al Monte Dora para ver a su hijo, su vida ha perdido sentido.

"Eso era principalm­ente por lo que vivía su padre", dijo LamsonKeen­e. "Ese joven se sintió amado y cuidado por su padre. Era el centro de la vida de su padre, y eso se lo han arrancado con los horrores detrás de las escenas que, lamentable­mente, estamos conociendo.

"Me enferma lo que ya sabemos. ¿Qué pasa con lo que aún no conocemos?".

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El lugar del incidente

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