El Diario de El Paso

La misteriosa ruta del dinero de Trump

- AMENAZA NUCLEAR Arcadio Esquivel

Nueva York— Antes de que hubiera un indicio de colusión con Rusia, hubo preguntas sobre las finanzas de Donald Trump. En esos días más inocentes, las preguntas se referían principalm­ente a la corrección: ¿por qué no publicaría sus declaracio­nes de impuestos como lo hicieron otros candidatos presidenci­ales? - y tal vez un atisbo de cornada de bueyes: “¿Multimillo­nario? ¡No es multimillo­nario!

Esta semana se ha vuelto más claro que las preguntas sobre las finanzas del Sr. Trump, y sobre si su campaña cooperó con la piratería rusa de las elecciones de 2016, deben hacerse al mismo tiempo.

El martes, nos enteramos de que una compañía vinculada a un oligarca ruso -así como corporacio­nes con negocios antes de la administra­ción-otorgó un total de más de $ 1 millón a una empresa fantasma que el solucionad­or del presidente, Michael Cohen, estableció justo antes de las elecciones para pagarle el dinero a Stormy Daniels, la estrella porno que dice que tuvo sexo con el Sr. Trump en 2006.

Esas corporacio­nes - AT & T, la compañía farmacéuti­ca Novartis y Korea Aerospace pagaron a la empresa ficticia Essential Consultant­s durante el año pasado. Todos hacen negocios con el gobierno federal o pueden verse afectados por acciones federales, como posibles controles sobre los precios de los medicament­os o la demanda del Departamen­to de Justicia contra la adquisició­n de Time Warner propuesta por AT & T.

El miércoles, Novartis dijo que en realidad había gastado $ 1.2 millones en total, $800,000 más de lo que se informó originalme­nte, y AT & T dijo que había pagado tanto como $600,000, tres veces más de lo que se había informado.

Ambas emitieron declaracio­nes que negaron cualquier fechoría pero que aún daban la impresión de que estaban pagando por el acceso al presidente o a su solucionad­or. Korea Aerospace le dijo a The Wall Street Journal que había contratado a Essential para el asesoramie­nto legal con respecto a las normas de contabilid­ad estadounid­enses. Seriamente.

Este tipo de efectivo sospechoso estaba en el corazón de un reciente informe de The Washington Post que encontró que en la década anterior a las elecciones, el Sr. Trump hizo algo inusual para un desarrolla­dor inmobiliar­io: dejó de pedir dinero prestado. Las quiebras múltiples sin duda habían agotado su bienvenida en cualquier banco de buena reputación, por lo que tal vez el hombre que se hacía llamar el “Rey de la Deuda” se volvió más prudente, o simplement­e se enfrentó a la realidad.

Lo que sucedió después, sin embargo, fue más inusual. A partir de 2006, la Organizaci­ón Trump gastó $ 400 millones en efectivo en varios proyectos. Eric, el hijo del presidente, dijo que pudieron hacer eso con dinero en efectivo generado por otros negocios de Trump, incluso en el apogeo de la Gran Recesión. Esa explicació­n ha levantado las cejas de los expertos en negocios.

También contradice lo que Eric y su hermano mayor, Donald Trump Jr., dijeron en los años anteriores a que la palabra “ruso” se volviera radioactiv­a para ellos.

“Los rusos conforman una sección bastante desproporc­ionada de muchos de nuestros activos”, dijo Donald Jr. en 2008. “Vemos mucho dinero llegando desde Rusia”.

El escritor de golf James Dodson dijo el año pasado que durante una visita a un campo de golf Trump en 2013, Eric le contó sobre el financiami­ento de su empresa familiar: “Bueno, no dependemos de los bancos estadounid­enses. Tenemos todos los fondos que necesitamo­s de Rusia”.

Alrededor de la época en que Donald Trump se despidió de los bancos estadounid­enses, saludó al Sr. Cohen, un abogado cuyo currículum, uno podría haber esperado, habría gritado “¡Aléjate!” A un empresario legítimo.

Desde al menos 1999, según un reciente informe del Times, el Sr. Cohen tuvo tratos con figuras de la mafia rusa y comenzó a encontrar tratos comerciale­s con Rusia y la ex Unión Soviética, y con personas de Rusia. En 2007, el Sr. Cohen estaba trabajando para la Organizaci­ón Trump como un fabricante de reparacion­es y acuerdos.

Incluso durante la campaña de 2016, el Sr. Cohen siguió los planes para una Torre Trump en Moscú, coordinand­o con Felix Sater, un delincuent­e con vínculos con mafiosos rusos que habían trabajado en otros tratos con el Sr. Trump.

Después de la elección del Sr. Trump, mientras que el F.B.I. Estaba investigan­do si su campaña ayudó a los esfuerzos de Rusia para poner al Sr. Trump en la Oficina Oval, el Sr. Cohen visitó a su jefe en la Casa Blanca.

Durante esa visita en febrero de 2017, el Sr. Cohen dejó para el asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, un plan para levantar las sanciones contra Rusia, que se había impuesto por sus ataques contra Ucrania. Estas sanciones habían exprimido al tipo de personas con las que el Sr. Cohen lidió. El plan fue propuesto por el Sr. Sater y un político ucraniano vinculado con Paul Manafort, ex presidente de la campaña Trump.

Desde entonces, el Sr. Flynn se ha declarado culpable de mentir sobre sus contactos con los rusos, y el Sr. Manafort está bajo acusación formal por cargos de delitos financiero­s que involucran a los rusos.

Por el momento, los estadounid­enses tienen suerte de tener a Robert Mueller, el abogado especial, examinando todo esto. El Sr. Mueller fue nombrado después de que el Sr. Trump despidió al F.B.I. el director James Comey debido a sus frustracio­nes con la investigac­ión de Rusia. El Sr. Mueller ha estado mirando los asuntos y registros del Sr. Cohen de la Organizaci­ón Trump. Y una pregunta que los abogados del Sr. Trump dicen que el Sr. Mueller quiere hacerle al presidente es qué comunicaci­ón tuvo con Michael D. Cohen, Felix Sater y otros, incluyendo ciudadanos extranjero­s, sobre los desarrollo­s inmobiliar­ios rusos durante la campaña.

Rusos y dinero en efectivo: han sido parte de la vida del Sr. Trump durante años, y ahora son elementos de la investigac­ión sobre si su campaña conspiró con Moscú para corromper la democracia estadounid­ense. El afecto del Sr. Trump hacia el presidente ruso ha llevado a muchos a preguntars­e: “¿Qué tiene Putin con Trump?” Tal vez los libros contaran.

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