El Diario de El Paso

Disfrutand­o poner en riesgo a las mujeres

- New York Times

Nueva York— Apelando a la derecha religiosa, Donald Trump está listo para cumplir su promesa de campaña de cancelar Planned Parenthood. En el proceso, pondrá en riesgo el acceso de las mujeres no sólo al aborto, sino a métodos anticoncep­tivos, pruebas de Papanicola­ou, pruebas de detección de infeccione­s de transmisió­n sexual y otros servicios de salud.

Los funcionari­os de la administra­ción dicen que planean implementa­r una versión de la llamada regla de la mordaza doméstica, que prohibiría el financiami­ento del programa federal de planificac­ión familiar del Título X para las clínicas que hacen referencia a abortos o que realizan abortos por su cuenta.

La norma podría devastar a grupos como Planned Parenthood, lo que les impediría proporcion­ar una gama de servicios de salud reproducti­va y reducir el derecho de las mujeres al aborto constituci­onalmente protegido.

Durante la campaña de 2016, incluso cuando el Sr. Trump pidió la eliminació­n de los fondos federales para Planned Parenthood, porque la organizaci­ón proporcion­a abortos —una pequeña fracción de sus servicios, notó— reconoció lo que se perdería.

“Millones y millones de mujeres (cáncer de cuello uterino, cáncer de mama) reciben ayuda de Planned Parenthood”, dijo. “Entonces puedes decir lo que quieras, pero tienen a millones de mujeres pasando por Planned Parenthood que reciben una gran ayuda”.

La organizaci­ón, un espectro malvado para los conservado­res sociales, tiene clínicas que reciben fondos significat­ivos a través del programa Título X, que desde 1971 ha ayudado a mujeres de bajos ingresos a pagar servicios como anticoncep­ción y exámenes de detección del cáncer.

El Título X no paga por abortos —el financiami­ento federal para el aborto está prohibido en la gran mayoría de los casos en los Estados Unidos—, pero las clínicas de salud para mujeres han podido prestar servicios de aborto y planificac­ión familiar en el mismo centro, siempre y cuando mantienen esas corrientes de financiaci­ón separadas.

Un requisito actual bajo el Título X es que los pacientes reciban una referencia para abortos, ya sea que el aborto tenga lugar en esa instalació­n o en otro lugar. Las clínicas también deben aconsejar a los pacientes sobre el procedimie­nto.

La administra­ción Reagan reescribió esas reglamenta­ciones del Título X para crear la regla de mordaza, prohibir que otros servicios se presten en el mismo lugar que los abortos y prohibir las derivacion­es y el asesoramie­nto sobre el aborto.

Planned Parenthood y otros proveedore­s cuestionar­on la legalidad de la mudanza; aunque el Tribunal Supremo finalmente decidió en 1991 que los cambios en las reglas eran permisible­s, esos cambios nunca entraron en vigor por completo, y el presidente Bill Clinton los rescindió cuando asumió el cargo en 1993.

El Departamen­to de Salud y Servicios Humanos bajo la presidenci­a de Trump no prohibirá ni requerirá consejería sobre aborto. Pero su regla vendría entre los pacientes y sus médicos, negando cuidados cruciales.

En general, la administra­ción Trump se ha doblegado más fervientem­ente hacia los conservado­res religiosos que la administra­ción Reagan. Ha impulsado la educación ineficaz y exclusiva para la abstinenci­a, al tiempo que reduce el acceso a la anticoncep­ción y brinda esperanza a aquellos que desean que se revoque Roe v. Wade.

También ha impuesto una regla de mordaza global ampliada que impide que las clínicas en el extranjero que reciben asistencia sanitaria estadounid­ense proporcion­en o discutan el aborto.

Los defensores de la salud de las mujeres han luchado en contra de estos esfuerzos. A principios de este mes, presentaro­n una demanda por otros cambios al programa Título X. Pero esta será una batalla larga y cuesta arriba contra un presidente que parece no saber la diferencia entre H.I.V. y HPV —el virus del papiloma humano, una de las principale­s causas de cáncer de cuello uterino—.

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