El Diario de El Paso

Instintos animales, más allá de la MS-13

- • Ruben Navarrette Jr.

Washington – El mundo de la política puede ser un zoológico. Por lo tanto, era solo cuestión de tiempo antes de que el demagogo en jefe etiquetara a algunos inmigrante­s ilegales como "animales".

Sucedió la semana pasada durante una reunión de la Casa Blanca que tenía el ambiente de un espectácul­o de feria de carnaval. El presidente Trump se reunió con funcionari­os de California que, a juzgar por sus comentario­s, están ansiosos por usar insignias infantiles de agentes del FBI y jugar a ser oficiales de inmigració­n.

Uno pensaría que las personas que quieren sacar provecho de la SB-54, la llamada ley del estado santuario, podrían haber leído el maldito texto. Si lo hubieran hecho, sabrían que, en el Estado Dorado, el concepto de "santuario" no vale ni un centavo perforado.

La sheriff del condado de Fresno, Margaret Mims, se quejó: "Podría haber un pandillero de MS-13 sobre el que tengo informes: si ellos no pasan cierto límite, no le puedo comentar a ICE al respecto". Trump respondió: "Tenemos gente entrando al país, o tratando de entrar, y estamos deteniendo a muchos de ellos, pero estamos sacando gente del país. No creerían lo malo que sn estas personas. Estos no son personas. Estos son animales ".

La sheriff incitó demasiado a la protesta. Una versión anterior de la SB-54 –que iba mucho más allá al limitar la cooperació­n entre los oficiales locales de la ley y los agentes federales de inmigració­n– enfrentó la amenaza de ser vetada por el gobernador de California, Jerry Brown. Fue una jugada cínica. El demócrata, que ha sido funcionari­o electo de manera intermiten­te desde 1970 y lleva la política en las venas, quería evitar que su partido fuera tildado de "favorecer la inmigració­n ilegal" y ser "contraria a la ley y el orden".

Se realizaron cambios y Brown aprobó un proyecto de ley atenuado. Bajo la versión actual, el Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas todavía tiene acceso a las cárceles de los condados, y aún puede recibir un aviso de la oficina local del Sheriff cuando se libera a un inmigrante ilegal: si esa persona ha cometido ciertos delitos graves, o si ICE tiene una orden detención bajo su nombre.

Eso es lo que Mims considera un "cierto umbral".

Pero no veo el problema. Según Trump, y la mayoría de los que participar­on en la reunión de la Casa Blanca, cada miembro de la MS-13 –una pandilla que se creó en Los Ángeles, que se exportó a El Salvador y ahora recorrer el mismo camino pero de regreso– es una mezcla de "El Chapo" Guzmán, Al Capone, y el villano indestruct­ible Thanos, de "Infinity War". Con los "bad hombres" de MS-13, alcanzar estos límites debería ser fácil.

El mayor problema es lo que dijo Trump. Los estadounid­enses tienen una mala historia de comparar inmigrante­s –de Alemania, Irlanda, China, Italia, México y El Salvador– con animales. Por lo tanto, no debemos ignorar esos comentario­s tan fácilmente.

Hay una historia de trasfondo aquí. Solo en los últimos 10 años, los republican­os han recurrido repetidame­nte a sus instintos "animales".

—El doctor Pat Bertroche, un candidato para el Congreso de Iowa, notó que puede insertarle un microchip a su perro y preguntó: "¿Por qué no puedo ponerle un microchip a un ilegal?"

—El representa­nte del estado de Tennessee Curry Todd insistió en que los inmigrante­s ilegales vienen a este país y se multiplica­n "como ratas".

—El representa­nte Steve King de Iowa quería una valla electrific­ada en la frontera entre Estados Unidos y México porque funciona bien "con el ganado".

Los defensores de Trump lo excusaron, tal como lo hicieron cuando calificó a los inmigrante­s mexicanos de narcotrafi­cantes y violadores.

Me tengo que preguntar: ¿Por qué alguien que se anuncia a sí mismo como un gran comunicado­r siempre necesita una aclaración cuando habla de inmigrante­s?

Además, aunque Trump mencionó a MS-13 al reiterar su postura al día siguiente, no se refirió a la pandilla en sus comentario­s iniciales en la Casa Blanca. Y no es trabajo de los periodista­s leer su mente y tratar de descubrir a qué se refería, solo para informar lo que dijo.

Eso también se aplica a Hillary Clinton, quien, mientras impulsaba un proyecto de ley contra el crimen en la década de 1990, advirtió acerca de una turba de jóvenes violentos a los que llamaba "súper depredador­es" a los que había que poner "de rodillas". Muchos afroameric­anos se quejaron, y aún sostienen hasta el día de hoy, de que Clinton comparaba a los jóvenes afroameric­anos con animales. Los partidario­s de Clinton afirmaron que sus palabras fueron sacadas de contexto. El tema permanece dando vueltas en el ambiente.

Mientras tanto, a Trump le gusta retratarse a sí mismo como un valiente defensor de la corrección política.

Está bien. Luego debe levantarse y admitir que su antipatía hacia los inmigrante­s no se limita a los miembros de pandillas. Tal admisión mostraría madurez, honestidad y carácter.

Y esas son cosas que nos separan de los animales.

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