La catastrófica secuela de María
Un nuevo reporte por investigadores independientes de salud pública estima que al menos 4 mil 645 personas murieron como resultado del huracán María en Puerto Rico. Consideremos dicha cifra. Ahora contrastémosla con aquellos que murieron tras Katrina (casi 2 mil) y aquellos que murieron en los ataques del 9/11 (casi 3 mil).
Recordemos la visita del presidente Donald Trump a la devastada isla tras la tormenta, aventando paquetes de toallas desechables y diciéndoles a los funcionarios puertorriqueños que deberían estar “muy orgullosos” de que no murieran cientos de personas debido a María como en la “verdadera catástrofe que fue Katrina”.
Pensemos ahora en las muchas vidas que pudieron haber sido salvadas si la devastación de Puerto Rico hubiera sido atendida con la seriedad y urgencia que merecía. Peguntémonos si Trump hubiera pensado –o actuado– de manera distinta si los ciudadanos estadounidenses que resultaron afectados hubieran estado viviendo no en Puerto Rico, sino en Texas o Tennessee.
Un estudio publicado el martes en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra por científicos de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan en Harvard y otras instituciones pone en la mira la cifra oficial del Gobierno de 64 decesos. Esto sugiere que el número verdadero de los decesos –muchos de los cuales fueron por interrupción y demoras en atención médica– es más de 70 veces mayor que el reportado por los funcionarios en Puerto Rico.
Los investigadores reconocieron que su estimado, basado en cálculos de los sondeos de hogares escogidos al azar, es impreciso y se requiere de un estudio más detallado. Pero el reporte, junto con otros análisis y registros de parte del New York Times, pinta una devastadora imagen de cómo la gente, particularmente los adultos mayores y los enfermos, fueron puestos en riesgo por el largo periodo que pasaron sin electricidad, agua y comunicaciones.
El poder de una tormenta que casi alcanza la categoría 5 en los daños que ocasionó no se puede exagerar, y por el hecho de que Puerto Rico es una isla, las dificultades a las que se enfrentó no tuvieron precedentes. Pero ni uno de los gobiernos, local o federal, quiso asumir la responsabilidad de atender dichas dificultades.
Las malas decisiones tomadas por los funcionarios en Puerto Rico tuvieron que ver con la burocracia federal que no envió los recursos que se necesitaban. Muchas comunidades quedaron privadas de los servicios vitales por semanas y meses.
El Post reportó cómo una mujer de 54 años contrajo una infección y luego murió el 29 de noviembre tras la falta de servicios médicos, incluyendo los 20 minutos que su familia tuvo que esperar para recibir señal en sus celulares simplemente para llamar al 911. “Lo peor fue saber que no podía hacer nada para ayudarla”, según dijo su hija.
Incluso ahora, ocho meses después de que María azotara Puerto Rico, partes de la isla siguen batallando; y con la temporada de huracanes a punto de comenzar, hay inquietudes de que Puerto Rico no esté bien preparado para lidiar con nuevas emergencias. “Esta situación aún no termina”, dijo Domingo Marqués, profesor asociado de psicología en la Universidad Albizu en San Juan, quien ayudó a realizar el estudio de Harvard.
¿Acaso más estadounidenses tendrán que morir antes de que el Gobierno atienda sus necesidades?