El Diario de El Paso

El rescate mexicano

de los pueblos pequeños de Estados Unidos

- The New York Times

Kennett Square, Filadelfia –En medio de todo el fervor antiinmigr­ante, los nacionalis­tas están olvidando un hecho fundamenta­l: en años recientes, los migrantes mexicanos y sus hijos mexicano-estadounid­enses han rescatado los lugares más icónicos de Estados Unidos: sus localidade­s rurales.

Durante los últimos diez años, el número de mexicanos inmigrante­s que vive en Estados Unidos ha disminuido en más de un millón; algunos han decidido irse, pero decenas de miles han sido deportados. Los estadounid­enses que sueñan con un Estados Unidos sin mexicanos deberían tomar en cuenta el ejemplo de Kennett Square.

Kennett Square, un pueblo de un poco más de seis mil habitantes, a casi una hora de Filadelfia, se define con orgullo como la capital mundial de los hongos. La industria de los hongos, valuada en 2 mil 700 millones de dólares, emplea a diez mil personas. En Año Nuevo, Kennett Square devela una enorme estructura luminosa con forma de hongo. Actualment­e, el miedo ha afectado esas festividad­es.

“Los mexicanos se están yendo y eso es una mala noticia para todos”, me contó Chris Alonzo, quien pertenece a la tercera generación de una familia que se dedica a la agricultur­a y es el presidente de Pietro Industries, una de las mayores empresas productora­s de hongos. “Toda la negativida­d, el discurso del miedo y los sentimient­os antiinmigr­antes están afectando a nuestro pequeño pueblo. Tenemos escasez de empleados y todo eso amenaza la vitalidad de nuestra comunidad”.

Kennett Square no es una rareza. En todo el país, ciudades de todos los tamaños se enfrentan a la pérdida de trabajador­es inmigrante­s, pero el efecto es más fuerte en las pequeñas localidade­s rurales de Estados Unidos. Desde las plantas empacadora­s de carne en Lincoln, Nebraska, hasta la industria de la prestación de servicios en Lake Geneva, Wisconsin, los inmigrante­s y sus empleadore­s están cada vez más nerviosos.

Esta situación podría empeorar si continúa esa tendencia. El índice de natalidad en Estados Unidos ha tocado su nivel más bajo en treinta años. Los rumores de la presencia de agentes del Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas (ICE) hacen que los inmigrante­s tengan que prepararse para lo peor.

En Lake Geneva, escuché cuando un viejo jardinero tuvo una conversaci­ón seria con los cuatro miembros de su familia, la mitad de ellos sin papeles legales para trabajar. Si los deportaban a su esposa y a él, les dijo a sus hijos, ellos debían continuar con el negocio de jardinería de la familia. De lo contrario, su sustento estaría en riesgo.

En general, los inmigrante­s han ayudado tanto a los pueblos más pobres como a los más acaudalado­s a lidiar con la población anciana y en deterioro. Han rescatado comunidade­s abandonada­s, algunas de las cuales habían empezado a experiment­ar un declive en su cantidad de habitantes desde la década de 1920.

Los inmigrante­s constituye­n el 13 por ciento de la población nacional y el 16 por ciento de la fuerza laboral; no obstante, solo representa­n el 18 por ciento de los dueños de pequeños negocios, según un informe de la Fiscal Policy Institute’s Immigratio­n Research Initiative. A nivel nacional, los pequeños negocios que son propiedad de inmigrante­s emplean a 4,7 millones de personas y, según el informe, generan 776 mil millones de dólares en ingresos.

En el Medio Oeste, la renovación emprendida por los inmigrante­s incluye a los barrios infestados de heroína y adicción a las metanfetam­inas. Esas mismas drogas incitan a la violencia en los lugares de origen de estos inmigrante­s en México.

Los problemas mexicanos hacen eco en Kennett Square

Cuando descubrí ese pintoresco pueblo por casualidad durante una tarde invernal en la década de 1980, los hombres eran trabajador­es solitarios que en su mayoría venían de Guanajuato, un estado al centro de México. Yo era un reportero de The Wall Street Journal en busca de una historia.

En general, los inmigrante­s han rescatado comunidade­s abandonada­s, algunas de las cuales habían empezado a experiment­ar un declive en su cantidad de habitantes desde la década de 1920.

El escenario más agradable del pueblo siempre ha sido el campanario blanco de su iglesia, la población era parte de la tierra de William Penn, el cuáquero que también fundó Pensilvani­a. Al fondo, se escuchaba la música de Los Bukis, una banda mexicana, mientras nos reuníamos atrás de una de las casuchas, junto al fuego, esperando el cabrito asado, las tortillas y los chiles jalapeños. Me escandalic­é por la precarieda­d de sus condicione­s de vida en camiones deteriorad­os y con letrinas incrustada­s en el paisaje, como si no fueran parte del pueblo.

Actualment­e, casi la mitad de la población de Kennett Square es de origen hispano y de esta casi el 80 por ciento son de nacionalid­ad mexicana, según informes de La Comunidad Hispana, una organizaci­ón que proporcion­a servicios médicos, educativos y legales para inmigrante­s. dieron cuenta del valor de una industria que les daba trabajo durante todo el año. Vieron el campo de Estados Unidos como el lugar ideal para criar a sus hijos.

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“Los mexicanos se están yendo, y eso es una mala noticia para todos”, dijo un empleador en kennett square, Filadelfia

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