El Diario de El Paso

Casi muere al ser mordido por cabeza cercenada de serpiente

Hombre la encuentra al limpiar patio de su casa

- The Washington Post

Dallas— Se suponía que Jennifer y Jeremy Sutcliffe estaban pasando un día relajado en casa. Su hija y su nieta iban a visitarlos, por lo que, planearon una parrillada familiar durante esa tarde.

Sin embargo, en las últimas horas de ese día, a finales de mayo, Jeremy Sutcliffe estaba en coma, su cuerpo se encontraba devastado por el veneno de una víbora de cascabel y los médicos no estaban seguros de que ese hombre de 40 años pudiera sobrevivir.

Todo empezó con la limpieza del patio.

Para prepararse para las festividad­es de ese día, Jennifer le comentó a The Washington Post que ella y su esposo decidieron asear el patio de la casa que se encuentra cerca del Lago Corpus Christi, en el sur de Texas.

Jennifer estaba trabajando en un lugar en donde había flores cuando descubrió una intrusa que era mucho más siniestra que la incómoda maleza. Oculta entre las flores estaba una víbora de cascabel de cuatro pies de largo, de la especie Western Diamondbac­k.

“Intenté jalar el pasto que estaba creciendo alrededor de mis flores y casi agarro la víbora”, dijo. “Por supuesto, que la víbora no se sintió muy contenta con eso. Sacó la cabeza y yo grité”.

Alertado por el pánico de su esposa, Jeremy se acercó con una pala y decapitó a la víbora, una medida que para otros muchos animales hubiera significad­o una muerte rápida.

Pero lo que los Sutcliffe no sabían es que las víboras pueden morder e inyectar el veneno por lo menos durante una hora, si no es que más, después de ser decapitada­s.

Así que, cuando Jeremy trató de recoger la cabeza de la víbora, unos 10 minutos después, nunca esperó que le mordiera la mano.

“Escuché que gritó y dijo que lo había mordido”, comentó Jennifer, quien estaba en la casa en ese momento. “Fui corriendo hacia el lugar, mientras él se quitaba la cabeza de la mano”. Luego, surgió el caos. Jennifer, quien es enfermera, de inmediato subió a Jeremy en el auto y marcó al 911 para saber cuál de los hospitales locales tenían antiveneno. Se enteró que el hospital más cercano que podría salvar a su esposo estaba a un poco más de una hora de retirado.

Habían recorrido aproximada­mente dos millas cuando Jeremy empezó a perder la conscienci­a, no podía ver y tenía ligeras convulsion­es.

“Cuando volvió en sí me dijo: antes de morir quiero decirte que te amo”, dijo, agregando que Jeremy le dijo lo mismo a su hija mientras esperaban una ambulancia. “Yo creo que tenía mucho miedo”.

Jennifer comentó que aunque también tenía mucho temor, trató de mantenerse positiva.

“Le dije que iba a estar bien. Le seguí diciendo que la ambulancia venía en camino y que debía mantenerse despierto”.

Eventualme­nte, fue trasladado vía aérea al Hospital Christus Spohn Shoreline. En ese lugar, a Jennifer le dijeron que su esposo habría sufrido un shock séptico, que tenía sangrado interno y que su presión sanguínea estaba “bajando” consistent­emente.

Posteriorm­ente, a Jeremy le indujeron el coma y le colocaron un ventilador. Sus órganos empezaron a fallar, dijo su esposa.

“En tres diferentes ocasiones durante las primeras 24 horas, los médicos me dijeron que creían que no iba a poder sobrevivir”, relató Jennifer.

“Como enfermera, sabía que era alarmante lo que me dijeron. Mientras estaba en coma, seguí hablando con él y le dije que luchara y lo logró”.

Jeremy salió del coma el pasado jueves y ahora se encuentra en condición estable. Le aplicaron 26 dosis de antiveneno. Los médicos le dijeron que usualmente una mordida normal es atendida con dos o cuatro dosis.

Sin embargo, Jeremy tiene que pasar por una larga recuperaci­ón, ya que está mostrando señales de debilidad renal.

Jennifer comentó que su esposo ha recordado lo que ocurrió ese domingo por la mañana y ha dicho que hubiera deseado hacer sólo una cosa diferente.

“Lo correcto hubiera sido que recogiera la cabeza con la pala en lugar de levantarla con la mano”. Jeremy no tenía idea que la víbora no estaba totalmente muerta.

Una mejor opción, dijeron los expertos, hubiera sido llamar a control animal para que removieran de una manera segura a la serpiente.

Aunque el ser atacado por una cabeza cercenada de una serpiente parece inusual, Sean Bush, experto en víboras en la Escuela de Medicina Brody de la Universida­d del Este de Carolina, le comentó en el 2014 a NBC News que “es muy común” que las cabezas de las víboras puedan morder porque “hacen un último esfuerzo por sobrevivir”.

En el 2014, un chef chino murió a consecuenc­ia de la mordida de una cabeza de cobra, mientras preparaba el cuerpo para hacer una sopa, de acuerdo al periódico China Daily.

Los reptiles tienen la sangre fría y un metabolism­o más lento que las criaturas de sangre caliente como los humanos, lo que significa que sus órganos internos pueden funcionar durante más tiempo después de ser decapitado­s, de acuerdo a Gizmodo.

“Son realmente rápidas cuando están en los estertores de la muerte”, dijo Bush.

Jennifer espera que lo que le sucedió a su esposo pueda servir como una precaución para que la gente sepa que no debe asumir que una serpiente está muerta sólo porque parece estarlo.

“Es algo común que la gente agarre una pala y le corte la cabeza o lo que sea”, dijo. “Eso lo que la gente hace frecuentem­ente por miedo”.

“Pero un segundo puede cambiarlo todo”, concluyó.

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JEnnIFER Y Jeremy sutcliffe
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lA VÍBoRA de cascabel medía cuatro pies de largo, de la especie Western Diamondbac­k

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