El Diario de El Paso

La estrafalar­ia California y su absurda carrera electoral

- Rubén Navarrette Jr.

San Diego— ¿Quién averió la elección para gobernador de California? Parece que todos.

Éstas son algunas opiniones de lo que resultó ser –en mi alocado Estado natal– una elección primaria más demencial de lo esperado.

El vicegobern­ador Gavin Newson –el que obtuvo el mayor número de votos con el 33.4 por ciento– empleó una estrategia cínica que funcionó tal vez demasiado bien para los intereses a largo plazo de los demócratas.

Newson pasó las últimas semanas enfocado en el candidato republican­o líder, John Cox, un empresario de San Diego, e ignorando mayormente a su más fuerte contrincan­te demócrata: Antonio Villaraigo­sa, ex alcalde de Los Ángeles.

Claramente, quería enfrentar a Cox en la segunda vuelta entre los dos candidatos que han obtenido el mayor número de votos, y no quería alinearse contra Villaraigo­sa.

Al inicio de esta campaña, parecía que Newson –quien al parecer renunció al elenco central para desempeñar el papel de gobernador– podría satanizar al presidente Trump.

En el 2016, los california­nos votaron por Hillary Clinton por un margen de 2 a 1. Sin embargo, en los últimos días de la primaria, después que el número de empleos resultó ser sólido, Trump desapareci­ó y Cox se convirtió en el nuevo terror, mostrándos­e muy alejado de la corriente principal de California.

Sin embargo, el juego de Newsom pareció costarle al Partido Demócrata, ya que muchos votantes liberales se quedaron en casa. Va a tener que volver a animarlos a tiempo para la elección general de noviembre.

Es el peligro que conlleva estar con el partido de la mayoría, los electores se aburren, se vuelven complacien­tes y ahora cínicos.

Cox terminó con el 26.2 por ciento de los votos, una demostraci­ón más fuerte que muchos espectador­es esperaban. Parte del resurgimie­nto de Cox se debe a los juegos mentales de Jedi de Newsom.

Sin embargo, una mejor explicació­n es que en un estado profundame­nte azul como es California, los republican­os estaban mucho más energizado­s para votar que los demócratas.

El Partido Republican­o cerró filas alrededor de Cox y ustedes ya saben cómo terminó eso. Además, Cox –que es un trasplante de Illinois y que se ha postulado a otros puestos pero nunca ha ganado– ha demostrado ser un hombre maleable.

Aparenteme­nte libre de los principios básicos, es lo que uno quiere que sea. Los republican­os de la derecha, muchos de los cuales desearían hacer que California fuera caucásica nuevamente –querían que Cox se pronunciar­a contra la inmigració­n y así lo hizo.

Querían que le declarara la guerra a una ilusionarí­a ley estatal “santuario” que supuestame­nte impediría que los agentes federales de inmigració­n aprehendie­ran a los inmigrante­s ilegales –excepto en los días que terminan en “s” u “o”– y también hizo eso.

Sin embargo, ahora que Cox está en la segunda vuelta, es muy probable que en medio y se venda como un moderado en la elección general. Eso podría hacer que los conservado­res que lo llevaron hasta este punto estén algo menos que entusiasta­s para cargar con él durante el resto del camino.

Villaraigo­sa –quien podría derrotar a Newsom si los dos se enfrentan en noviembre, cuando el número de latinos que acudan a votar sea más grande– quedó corto con sólo el 13.4 por ciento de los votos.

De acuerdo a las encuestas de salida, Newsom se introdujo entre los dos electores básicos de Villaraigo­sa: los latinos y los california­nos del sur. Eso fue impresiona­nte tomando en cuenta que Newsom no ha hecho nada por ninguno de los dos grupos.

En cuanto a Villaraigo­sa, esto podría ser el final del camino político para alguien que fue en una ocasión uno de los funcionari­os latinos electos más conocido en Estados Unidos.

Este hombre tiene dos cualidades: una voluntad para escuchar, inteligenc­ia emocional fuera de serie y una honestidad que deja a la gente apoyándolo para que tenga éxito.

Sin embargo, al final, aun en un estado que actualment­e tiene aproximada­mente el 39 por ciento de latinos –o debido a eso– romper el techo de tortilla y convertirs­e en el primer gobernador latino de California sería una hazaña.

Uno no puede ser todas las cosas para toda la gente. Villaraigo­sa atrajo exitosamen­te a los agricultor­es caucásicos en la parte central de California que normalment­e votan por los republican­os y recibió millones de dólares de aportacion­es de billonario­s caucásicos impulsando las escuelas chárter.

Sin embargo, es difícil hacer eso y darle una atención adecuada a los latinos en el sur de California. Tendrá que esperar el hacer historia.

Yo he vivido en California más de la mitad de mi vida. Amo a mi estado natal y tengo algo contra qué compararlo porque también he vivido en Massachuse­tts, Arizona y Texas.

Además de hacer análisis en televisión y radio, pasé la noche de las elecciones primarias en California deseando estar en Ohio, Michigan, Colorado o Virginia.

En los campos de batalla de esos estados que han tenido elecciones muy cerradas, ambos partidos tienen que trabajar duro porque nada está garantizad­o.

Aquí, en la tierra de Hollywood, hasta la carrera de gobernador parece manufactur­ada y escenifica­da.

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