El Diario de El Paso

La debilidad de la crueldad

- Karen Tumulty

Es apropiado que el presidente Donald Trump haya sido enviado a un retiro por los bebés. La crueldad nunca debe confundirs­e con la fuerza.

La confusión de Trump sobre ese punto fue evidente el miércoles, cuando anunció que tomaría medidas ejecutivas para deshacer su propia política de separar a los niños migrantes de sus familias.

“El dilema es que si eres débil, lo que algunas personas quisieran que fueras, si realmente eres patéticame­nte débil, el país será invadido por millones de personas”. el presidente farfulló. “Y si eres fuerte, entonces no tienes corazón”.

Su inversión puso de manifiesto la calidad del papel maché de la imagen que Trump tan cuidadosam­ente ha elaborado para sí mismo.

La táctica extrema de separar a los padres de sus hijos estaba en concordanc­ia con muchas otras cosas que Trump ha abogado por hacerse fuerte: prohibir la entrada a los musulmanes, construir un muro en la frontera, castigar a las mujeres que abortan, matar a las familias de presuntos terrorista­s , reaplicar la política del waterboard­ing –simulacro de asfixia– como un método de interrogac­ión.

Lo que fue diferente esta vez fue que siguió adelante hasta que la indignació­n comenzó a aumentar. Entonces, haciendo lo que las personas débiles suelen hacer, Trump trató de desviar y distraer de la verdad que los estadounid­enses podían ver en las imágenes de los niños en jaulas, y escuchar en los sonidos grabados de sus lamentos.

Hizo la afirmación infundada de que los demócratas eran responsabl­es de su propia política brutal, y luego insistió en que sólo el Congreso podría cambiarla.

Argumentó que era necesario traumatiza­r a los bebés para evitar que los miembros de la pandilla MS-13 ingresaran al país.

Afirmó que agregar más jueces para manejar el asombroso número de casos de inmigració­n generaría chanchullo­s y corrupción. Inventó estadístic­as sobre el crimen en Alemania que, según dijo, fueron manejadas por inmigrante­s.

Bautizar como “refugios de tierna edad” a las instalacio­nes en las que la administra­ción estaba colocando bebés y niños pequeños era un eufemismo digno de Mao.

Nada de eso, ni el cambio de culpas ni el alarmismo, ni los hombres de paja ni la mentira descarada, ha hecho que sea más fácil soportar la tragedia que Trump perpetró en la frontera de Estados Unidos y México.

Lo que Trump ha hecho no tiene precedente­s ni bases en la ley, no importa cuánto intente inculcarle al país que piense lo contrario.

Las encuestas han demostrado que dos tercios de los estadounid­enses se oponen a separar a los niños de sus padres, a convertirl­os en pequeños rehenes para que Trump pueda obtener influencia para construir su muro fronterizo.

El pánico en el Capitolio se hizo palpable, incluso entre algunos de los aliados más confiables del presidente.

“La forma en que se está manejando en este momento no es aceptable. No es estadounid­ense”, dijo el senador Orrin Hatch, republican­o de Utah, esta semana. “Creo que tenemos que hacer lo que sea necesario para tratar de mantener unidas a las familias”.

Tal vez haya motivos para esperar que esta pesadilla haya despertado a algunos republican­os al hecho de que en realidad pueden hacerle frente al presidente que ha tomado el control de su partido y tratar de detenerlo mientras continúa secuestran­do el conservadu­rismo.

Aún así, no busque ese tipo de valentía en la Cámara, donde el presidente Paul Ryan, republican­o por Wisconsin, ha dicho que está presentand­o un “compromiso” legislativ­o para solucionar el problema fronterizo. Le daría al presidente prácticame­nte todo lo que ha pedido. El orador se inclina ante la demanda de rescate de Trump.

Es en el Senado donde podemos ver un verdadero reproche a Trump.

Una de las señales es el cambio de opinión del senador Ted Cruz, republican­o de Texas, quien la semana pasada argumentó: “Cuando ve a los periodista­s, cuando ve a los demócratas decir, ‘no separar a los niños de sus padres’, ¿qué en realidad están diciendo que no detengan a los inmigrante­s ilegales”.

Para el martes, se había unido a la resistenci­a a la política de Trump, aunque no llegó a criticar al propio presidente. “Todos estamos horrorizad­os por las imágenes que estamos viendo”, dijo Cruz, mientras impulsaba una legislació­n para detener las separacion­es.

El hecho de que Cruz esté listo para la reelección este año en un estado fronterizo, frente a un desafío sorprenden­temente fuerte del representa­nte demócrata Beto O’Rourke, puede tener algo que ver con su cambio de opinión.

Pero también puede ser que él y otros republican­os estén empezando a descubrir algo fundamenta­l sobre un presidente que clasifica a todos como fuertes o débiles.

Si eso es correcto, un adulto que posee la oficina más poderosa del mundo y que sin embargo es capaz de infligir angustia a niños vulnerable­s, claramente es uno de estos últimos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States