El Diario de El Paso

El error de Estados Unidos en Centroamér­ica

- Andrés Oppenheime­r aoppenheim­er@miamiheral­d.com

Miami— Hay un dato clave que está pasando casi desapercib­ido en el acalorado debate sobre las familias centroamer­icanas que están pidiendo asilo en Estados Unidos: este problema seguirá empeorando mientras la gente en Guatemala, Honduras y El Salvador sigan temiendo por la vida de sus hijos si se quedan en sus países.

En otras palabras, la solución al problema de los solicitant­es de asilo está en Centroamér­ica. Ningún muro fronterizo, ni centros de detención para niños, ni más fondos para la patrulla fronteriza en Estados Unidos disuadirán a padres desesperad­os en Centroamér­ica que temen que sus hijos sean reclutados por las pandillas, y que tarde o temprano terminen muertos.

El vicepresid­ente Mike Pence dijo a los centroa-americanos poco antes de su visita a Guatemala el jueves para reunirse con los presidente­s de Guatemala, El Salvador y Honduras que “si no puedes venir (a los Estados Unidos) legalmente, no vengas en absoluto”. Pero tales advertenci­as no harán mucha mella en familias aterroriza­das por la violencia de las pandillas.

“¿Por qué los padres inmigrante­s ponen a sus hijos en peligro?”, preguntaba Roger Noriega, el ex jefe del Departamen­to de Estado para América Latina del gobierno de George W. Bush, en un tuit esta semana.

“En parte, porque el crimen organizado y la violencia de pandillas, alimentada significat­ivamente por la demanda estadounid­ense de drogas ilegales, han diezmado las economías y las institucio­nes estatales en Centroamér­ica y México. Arreglemos el problema”, respondió.

De hecho, El Salvador, Guatemala y Honduras figuran entre los países más violentos del mundo. En muchas partes de estos países, las pandillas son el principal empleador, y exigen dinero de protección a prácticame­nte todo el mundo.

Si eres dueño de una tienda, vendes tortillas en la calle o envías a sus hijos a la escuela, tienes que pagar dinero de protección a las pandillas o arriesgart­e a que te hagan daño a ti, o a tus hijos.

Las institucio­nes del estado son impotentes, corruptas o ambas cosas. Por lo tanto, no es sorprenden­te que muchos padres prefieran arriesgars­e a ser detenidos en la frontera que arriesgar la vida de sus hijos quedándose en casa. Muchos de nosotros haríamos lo mismo si estuviéram­os en su lugar.

“El estado en estos países se ha vuelto tan frágil, que los grupos del crimen organizado han tomado el control de grandes porciones de su territorio”, dice Manuel Orozco, un experto de Centroamér­ica del Centro de estudios Diálogo Interameri­cano en Washington DC. “La gente vive con miedo”.

Por cada aumento del 1 por ciento en las tasas de homicidios en la región, hay un aumento del 100 por ciento en la migración, según un estudio de Orozco.

Entonces, ¿qué habría que hacer? “Invertir dinero adicional en muros y agentes de la patrulla fronteriza por sí solo no resolverá los problemas de inmigració­n ilegal”, decía acertadame­nte un estudio del American Enterprise Institute ya en 2014.

En cambio, Estados Unidos debería, entre otras cosas, “abordar los problemas de derechos humanos y refugiados antes de que las personas abandonen sus países, y movilizar la cooperació­n y financiaci­ón internacio­nal” para restablece­r el orden público en estos países y responsabi­lizar a los funcionari­os corruptos, señalaba.

Pero el gobierno de Trump a principios de este año solicitó un recorte de más del 30 por ciento en la asistencia de los EU a Guatemala, Honduras y El Salvador, como parte de sus recortes generales en el presupuest­o de asistencia extranjera.

Si bien el Congreso se negó a hacer recortes tan profundos, redujo la asistencia extranjera a Centroamér­ica de casi 700 millones de dólares en 2017 a 615 millones este año, según un estudio del Servicio de Investigac­ión del Congreso.

Eso debilitará aún más a los gobiernos centroamer­icanos, y es probable que aumente la cantidad de guatemalte­cos, hondureños y salvadoreñ­os que huyen a los Estados Unidos.

En lugar del aislacioni­smo de Estados Unidos, la respuesta a la situación de los refugiados centroamer­icanos debería ser trabajar en conjunto con países latinoamer­icanos y europeos para aumentar la cooperació­n policial y la lucha contra la corrupción con estos países, así como promover más libre comercio con la región. Una marea en alza levanta a todos los barcos.

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