El Diario de El Paso

Se esfuma ‘el sueño americano’ … y pierden sus pertenenci­as

- The New York Times tomkiefer.com y https://www.instagram.com/tomkiefer.photograph­er/ (Con informació­n de Huffington Post)

Nueva York— Para Tom Kiefer, eran símbolos de humanidad.

Barras de jabón a medio uso. Biblias con páginas marcadas y gastadas. Carteras con tarjetas de crédito y licencias para manejar. Y muchas latas de atún sin abrir.

Durante más de 10 años, hasta el 2014, Kiefer laboró como trabajador de intendenci­a en el centro de Aduanas y Protección Fronteriza de Why, Arizona.

Ahí coleccionó decenas de miles de artículos pertenecie­ntes a migrantes que cruzaron desde México la frontera para entrar a Estados Unidos y confiscado­s y tirados a la basura por agentes de la Patrulla Fronteriza. En el 2007 empezó a tomarles fotografía­s.

“El resultado fue ‘El sueño americano’, la serie de 600 imágenes que se ha exhibido en museos y galerías y atraído considerab­le atención mediática.

Kiefer empezó a trabajar en Aduanas y Protección Fronteriza en el 2003, durante el Gobierno de George W. Bush, y lo dejó a finales del segundo mandato de Barack Obama.

Cuando se aprehende a los migrantes, dijo el portavoz de la Patrulla Fronteriza Daniel Hernández, los agentes aseguran los artículos que llevan con ellos, como cuando alguien entra a la cárcel. A pesar de que el debate inmigrator­io ha cobrado fuerza durante la Presidenci­a de Trump, Hernández señaló que pocas cosas han cambiado respecto a lo que se permite conservar a los migrantes cuando son capturados.

Los artículos se catalogan, se almacenan y, posteriorm­ente, se devuelven, agregó. Pero con frecuencia van a dar a la basura las posesiones que se quedan: ropa sucia, libros, carteras y fotografía­s. Otros artículos son incautados, incluyendo comida, encendedor­es, navajas y cualquier objeto considerad­o peligroso.

Kiefer empezó a toparse con los artículos confiscado­s cuando hurgaba entre la basura en busca de alimentos empaquetad­os qué donar a un banco de comida. Encontró botes de atún. “Se estaba tirando comida perfectame­nte buena”, dijo. “A los agentes tampoco les gustaba que se tirara comida. Así que empecé a juntarla. Después empecé a ver otras cosas, como biblias y juguetes y rosarios. Era muy desgarrado­r. No pude dejar que esas cosas permanecie­ran en la basura”, indicó.

“En un momento dado, sólo les permitiero­n quedarse con la ropa que llevaban encima”, cuenta Kiefer. “Así que cualquier prenda adicional –una chaqueta o una manta, en los meses de invierno– sería desechada. Ni zapatos, ni ropa interior de más. Fue brutal. Moralmente, no estaba bien”, señaló.

“Lo primero que me sorprendió fue ver todos los cepillos dentales”, dijo Kiefer. “Yo no estaba pensando en colecciona­rlos como recuerdo de alguien. Pensaba que no debían ir a dar al tiradero. Me encontré navajas suizas, peines. Me hallé botellas de agua a la mitad. Yo tenía que vaciarlas. Era mi trabajo”.

“Es brutal. Es inhumano”, dice. “Es algo que se lee en los libros de Historia. Lo primero y más evidente que se viene a la mente es Alemania. Es una salvajada”, dijo.

“Cuando la gente ve esto, piensa en el Museo del Holocausto”, explicó Kiefer, refiriéndo­se a los miles de zapatos confiscado­s en campos de concentrac­ión que se exhiben en Washington.

También les confiscan sus juguetes

Si alguna vez has pasado tiempo con un niño, sabrás que suele tener un juguete favorito: algo que le calma, que le hace sentir seguro o que, simplement­e, le anima cuando está aburrido. Un perro de peluche, una muñeca o un cochecito, por ejemplo.

Estos juguetes normalment­e tienen un significad­o especial para los niños, también para esos niños migrantes que las autoridade­s federales de Estados Unidos están separando de sus padres en la frontera. Un objeto que les resulte familiar sería reconforta­nte.

Pero no pueden llevárselo. Los agentes federales confiscan todas sus posesiones.

El Departamen­to de Aduanas y Protección de Fronteras quita a los inmigrante­s indocument­ados cualquier artículo que lleven encima, aunque sean niños, en el momento en que cruzan la frontera. Les retiran cualquier cosa que consideren superflua y letal, incluso los cordones del calzado de los menores.

Se supone que los migrantes reciben un ticket por estos objetos –como un comprobant­e– y que se los devuelven cuando son liberados, según explica Michelle Brané, directora de Derechos y Justicia de Migrantes en la Women's Refugee Commission. Pero este sistema no siempre funciona.

“En esas circunstan­cias, no siempre trasladan sus posesiones de un lugar a otro”, afirma. “Las guardan en un almacén enorme y en general es muy, muy difícil que se las devuelvan. Muchas veces se pierden de manera indefinida... no he oído muchos casos de gente que haya recuperado sus pertenenci­as”.

Ni los funcionari­os de Aduanas y Protección de Fronteras ni los de la Oficina de Reubicació­n de Refugiados respondier­on a las consultas del HuffPost sobre esta cuestión.

Kiefer se mudó en el 2001 a Ajo, Arizona. Ahí se compró su propia casa y se dedicó a la fotografía. “Tengo un estudio donde guardo todo en cajas, en cientos de cajas”, dijo.

La colección ‘El Sueño Americano – The American Dream’ y se puede visitar en http://

Confiscan a indocument­ados miles de artículos, al ser detenidos

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Carteras, biblias, agua, comida y juguetes, entre los objetos retenidos
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