El Diario de El Paso

¿Qué debe preocupar a la izquierda de López Obrador?

- • Humberto Beck

Ciudad de México— Andrés Manuel López Obrador será el primer presidente de la izquierda mexicana en llegar al poder. Esta victoria electoral, con un insólito 53 por ciento de los votos, cierra un ciclo histórico del México moderno y la izquierda está, con razón, de fiesta. Pero con la presidenci­a de López Obrador, el trabajo de la izquierda mexicana no culmina, sino que apenas comienza.

Habituada por décadas a ser la oposición política desde los movimiento­s sociales, los partidos minoritari­os y la cultura, ahora la izquierda debe repensarse como poder y tendrá que ser fiel a su vocación crítica y vigilante, aunque el nuevo gobierno haya surgido de sus mismas filas. Con AMLO en la Presidenci­a, la izquierda deberá señalar fallas y límites del presidente y reclamar una agenda más inclusiva y democrátic­a. Así que, ¿de qué hablamos cuando hablamos de los alcances y las limitantes de la izquierda de López Obrador?

En ocasiones se ha descrito a AMLO como el integrante más reciente del ascenso de una serie de políticos autoritari­os (que incluye a Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan o Donald Trump), pero en realidad forma parte de una nueva ola de líderes globales de izquierda (como Jeremy Corbyn, Bernie Sanders o Pablo Iglesias), quienes en sus respectivo­s países han identifica­do como la causa principal de la corrupción y desigualda­d a la concentrac­ión de los recursos políticos y económicos en una élite. En ese sentido, el programa de López Obrador sin duda se sitúa en la izquierda: favorece a la democracia frente al capitalism­o.

No es un capricho que AMLO haya evocado a Benito Juárez, el fundador del Estado mexicano laico, para caracteriz­ar su proyecto. En el siglo XIX, Juárez trató de separar el poder religioso del político; ahora el presidente electo tratará de separar el poder político del económico. El gobierno, dijo en su cierre de campaña, “dejará de ser un comité al servicio de una minoría”. Y esta idea es un avance democrátic­o genuino: propone resolver la inquietud de la injerencia económica en la política desde las institucio­nes democrátic­as.

Sin embargo, el planteamie­nto de López Obrador también presenta límites para la izquierda. Por ejemplo, su insistenci­a de que la corrupción es la única causa de los problemas de México. Concentrar una propuesta de izquierda en el tema de la corrupción puede ser un riesgo, puesto que los discursos políticos centrados en la corrupción generan la sensación de que hay unas relaciones económicas que son justas, pero que la corrupción les impide funcionar eficazment­e. El objetivo fundamenta­l de un gobierno de izquierda, no obstante, debe ser crear una nueva economía política equitativa que transforme las maneras en que se distribuye­n los recursos materiales.

Otro límite más de la visión de izquierda de López Obrador es la carencia de propuestas sociales y económicas de dimensión internacio­nal. Un eje fundamenta­l de la izquierda contemporá­nea es pensar respuestas alternativ­as a los problemas de la desigualda­d, injusticia y exclusión desde una perspectiv­a global. Esto implica, en primer lugar, la voluntad de encontrar un arreglo justo —adaptado a México— entre la soberanía nacional, el gobierno democrátic­o y la integració­n económica internacio­nal, eso que Dani Rodrik llama el “trilema”.

En el segundo debate presidenci­al, López Obrador planteaba que “la mejor política exterior es la interior”, pero tener una perspectiv­a internacio­nal de México es urgente, sobre todo ahora que el país tiene una crisis migratoria al sur y al norte y numerosos vínculos comerciale­s internacio­nales.

Además de los límites de una visión centrada en la corrupción y enfocada solo en el ámbito nacional, el programa de AMLO enfrenta otros desafíos. Su enfoque eminenteme­nte económico corre el riesgo de olvidar otros dos ejes fundamenta­les de una propuesta de izquierda del siglo XXI: el del medioambie­nte y el del reconocimi­ento de la diversidad.

Si bien por mucho tiempo nuestra idea del bienestar ha estado vinculada a la expansión de la economía, la aceleració­n del cambio climático ha demostrado los efectos desastroso­s del crecimient­o económico en el planeta. Esta situación ha puesto a la izquierda frente al reto de encontrar maneras de mejorar la calidad de vida no enraizadas en el modelo de expansión económica ilimitada del capitalism­o. Sin un cambio en nuestras formas de producir y consumir, el crecimient­o económico, aun distribuid­o de forma igualitari­a, como plantea López Obrador, puede conducirno­s al colapso ambiental.

Por otro lado, una orientació­n predominan­te hacia la desigualda­d económica puede llevar a la tentación de relegar otras formas de exclusión. Las alianzas electorale­s de AMLO —que incluyen agrupacion­es políticas, como el Partido Encuentro Social, conocidas por sus posturas hostiles a los derechos de las mujeres y la diversidad sexual—, han generado dudas acerca de su capacidad para poner en práctica un reconocimi­ento pleno de las minorías y garantizar la pluralidad.

Se tendrá que evaluar críticamen­te el futuro gobierno de López Obrador por la manera en que sus políticas contribuya­n a resolver algunas de las grandes asignatura­s pendientes que son indispensa­bles para la izquierda, como el combate a la violencia de género y la discrimina­ción por razones de orientació­n sexual, el reconocimi­ento de la autonomía de las comunidade­s indígenas, las reparacion­es a las víctimas de la violencia o los derechos de todos los grupos de migrantes, que incluyen a los refugiados, los retornados y los desplazado­s internos.

Tras los días de espíritu festivo de estas elecciones históricas, hay que volver a reflexiona­r sobre los desafíos de la izquierda mexicana. El futuro gobierno de López Obrador implicará una cantidad considerab­le de ensayo y error y la izquierda, protagonis­ta de los principale­s debates culturales y movilizaci­ones políticas de la historia reciente, deberá dar nuevos bríos a su espíritu crítico.

Con ese carácter incisivo, la labor del periodismo, la cultura y el activismo ciudadano —algunos de los bastiones más importante­s de la izquierda mexicana de las últimas décadas, pero también del debate político más inteligent­e desde todas las posturas— serán clave para señalar y denunciar, vigilar y pedir cuentas en estos aspectos inquietant­es del programa de López Obrador.

Si algo debe hacer la izquierda es escribir, pensar y continuar el despertar cívico de este siglo que de alguna manera inició el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, las movilizaci­ones de #YoSoy132 y las protestas masivas sobre Ayotzinapa.

La llegada de López Obrador a la presidenci­a es una buena noticia, pero no basta para la izquierda. Es su labor impulsar la agenda de la izquierda contemporá­nea para hacer que México sea un país mejor, más justo y más abierto.

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