Homofobia en familia termina con vida de niño
“Me gustan los niños”. Esa habría sido la frase que condenó a muerte a Anthony Avalos, un pequeño de 10 años de Lancaster, California (Estados Unidos), que el 21 de junio pasado falleció en un hospital producto de las torturas y los malos tratos que recibió por parte de su familia.
Todas las miradas están sobre Heather Maxine Barron, de 28, madre de Anthony, y su novio Kareem Ernesto Leiva, de 32, quienes arriesgan al menos 32 años de cárcel, por tortura y asesinato.
Según detallan los documentos judiciales, el niño fue víctima de abusos reiterados durante cinco o seis días antes de fallecer, entre ellos azotes contra el piso, y golpizas en pies, piernas y glúteos con una correa plástica y un cinturón. Asimismo, sus torturadores dejaban caer salsa picante en su boca, le prohibían usar el baño y lo encerraban a oscuras.
Por si fuera poco, algunos de los siete hermanos de Anthony fueron obligados a formar parte de los abusos, forzando a otros niños a pelear con él, y vigilando que se quedara de pie en una esquina o de rodillas sobre arroz durante horas.
El menor también era quemado con cigarrillos y frecuentemente insultado por la pareja, aparentemente homofóbica. El viernes 20 de junio, su cuerpo no aguantó más y Anthony se desplomó inconsciente en su habitación.
De acuerdo con la acusación presentada ante la corte por Jonathan Hatami, vicefiscal de distrito en Los Ángeles, cuando el menor llegó al hospital su corazón no latía y tenía hemorragia cerebral.