El Diario de El Paso

Brett Kavanaugh,

nominado de Trump a Suprema Corte

- Ann E. Marimow / The Washington Post

Washington — Brett Kavanaugh, el juez apelativo nominado por el presidente Trump ayer a la Suprema Corte, apoya las robustas posturas a favor de los poderes otorgados al presidente, consistent­emente defendiend­o los argumentos a favor de una amplia autoridad ejecutiva durante sus 12 años de carrera en el estrado en Washington D.C.

Ha pedido la reestructu­ración de la agencia vigilante de consumidor­es del Gobierno para que el presidente pueda quitar a su director y ha demostrado ser un fuerte defensor de la posición del Gobierno en el uso de comisiones militares para procesar a sospechoso­s de terrorismo.

Kavanaugh es “un implacable defensor, sin remordimie­ntos del poder presidenci­al” que cree que las cortes pueden y deben reinar sobre “enormes sectores del actual estado administra­tivo”, según dijo el profesor de derecho de la Universida­d de Texas, Steve Vladeck, quien sigue muy de ceca a la Corte Federal de Apelacione­s del Circuito de D.C.

El récord de Kavanaugh sugiere que estará más inclinado hacia la derecha que el hombre al que reemplazar­á en la Suprema Corte, el juez Anthony Kennedy, para quien fue secretario. Kavanaugh se ha mantenido vigilante en torno a las posturas conservado­ras en casos que tienen que ver con el derecho a las armas, el aborto y la separación de poderes.

Aun así, en vísperas de su nominación el lunes, Kavanaugh enfrentó las críticas de parte de conservado­res sociales quienes se opusieron al lenguaje que empleó en conexión con al mandato de control natal de la Ley de Salud Asequible, así como también a sus vínculos con la familia Bush y la base institucio­nal del Partido Republican­o. También se quejaron sobre su opinión en un caso de una adolescent­e inmigrante que buscaba realizarse un aborto.

La abogada de Washington, Helgi Walker, quien trabajó con Kavanaugh en la Oficina del Consejo de la Casa Blanca durante la administra­ción de Bush, dijo ayer que su ex colega será un “juez justo de mente abierta que valora la libertad individual”.

“Todos los estadounid­enses deben sentirse complacido­s con esta fabulosa selección”, dijo Walker, quien asistió a la recepción en la Casa Blanca. “Él respetará la Constituci­ón y se apegará a la ley sin importar cuál sea el resultado en lugar de inventarla él mismo durante el proceso”.

Kavanaugh, de 53 años, nació en Washington y fue un estudiante destacado y un atleta. Asistió a la misma preparator­ia jesuita en Maryland en la que estuvo el primer selecciona­do de Donald Trump a la Suprema Corte, Neil Gorsuch, otro ex secretario de Kennedy.

Si madre, Martha, maestra de una escuela pública en Washington, y su padre, Edward, ambos se graduaron de la escuela de derecho en 1978 cuando Kavanaugh era un adolescent­e. Su madre fue juez de la Corte del Circuito del condado de Montgomery, en Maryland, y su padre estuvo al frente de una asociación comercial.

Tras graduarse de la escuela de Derecho en Yale, Kavanaugh pasó los primeros años de su carrera inmerso en la política republican­a y una guerra partidista en la capital de la nación. Siendo un joven abogado para el consejero independie­nte, Kenneth Starr, investigó la muerte del subconseje­ro del presidente Bill Clinton, Vincent Foster (Kavanaugh concluyó que no había duda de que Foster había cometido suicidio). También sentó las bases para destituir a Clinton tras la aventura amorosa que el presidente tuvo con una pasante de la Casa Blanca.

Sus posturas en torno al poder presidenci­al fueron moldeadas en parte por los años que trabajó como auxiliar cercano de George W. Bush, incluyendo los dos años que pasó en la Oficina del Consejo de la Casa Blanca y tres años como jefe de Gabinete.

Después de convertirs­e en juez, Kavanaugh argumentó que los presidente­s no deben distraerse mientras ocupan la presidenci­a por demandas civiles o investigac­iones de delito, lo cual “afectará la manera en que sirven a los intereses públicos, especialme­nte en época de crisis financiera o de seguridad nacional”, según escribió en un artículo en el 2009.

Tal postura podría convertirs­e en el punto focal de su audiencia de confirmaci­ón. El consejero especial, Robert Mueller, está discutiend­o con los abogados de Trump sobre su petición de interrogar al presidente en base a la investigac­ión sobre la interferen­cia rusa en las elecciones presidenci­ales del 2016 —una batalla legal que podría terminar en la Suprema Corte.

La confirmaci­ón de Kavanaugh a la corte apelativa fue un proceso muy largo y controvers­ial. Bush lo nominó al Circuito de D.C. en el 2003, pero los demócratas demoraron la confirmaci­ón debido al trabajo de Kavanaugh en la Casa Blanca y con base al reporte de Starr. Eventualme­nte fue confirmado por el Senado en el 2006 por una votación de 57 a 36.

En el estrado, Kavanaugh es un partidario del “originalis­mo”, la práctica de interpreta­r la Constituci­ón y sus estatutos basándose en el significad­o original del texto.

Shannen Coffin, un ex subprocura­dor general en la administra­ción de Bush se refirió a Kavanaugh como un “extraordin­ario selecciona­do” y señaló que tiene un profundo entendimie­nto del “papel apropiado de las cortes” y la separación de los poderes.

“Este es un juez, y esperemos que pronto sea un juez de la corte suprema, quien reconoce que preservar el papel apropiado de cada rama del Gobierno es fundamenta­l para proteger las libertades individual­es”, según dijo Coffin ayer.

Kavanaugh se opuso a un fallo del 2011 que resguardab­a la vigencia de una prohibició­n en Washington sobre los rifles semiautomá­ticos. En su largo disentimie­nto con otros dos jueces nominados por presidente­s republican­os, Kavanaugh hizo un señalamien­to a la trascenden­tal decisión de la Suprema Corte que declara que un individuo tiene derecho a ser el propietari­o de un arma de fuego sin tener que haber prestado servicio militar.

“Las prohibicio­nes a las armas y las regulacion­es de las mismas que no siguen vigentes o que no mantengan una base en el texto, la historia, y la tradición no son consistent­es con el derecho individual de la Segunda Enmienda”, según escribió Kavanaugh.

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