El Diario de El Paso

Donald consterna a aliados y deleita a nuestros adversario­s

- Eugene Robinson eugenerobi­nson@washpost.com

Washington— Confío en que eventualme­nte podamos reparar el daño que el presidente Trump le está haciendo a la nación. Lo que le está haciendo al mundo es otra historia.

Como sucede con gran parte de su programa, la política exterior de Trump es contradict­oria y, en última instancia, contraprod­ucente. Quiere liderar, su ego voraz pero delicado no exige nada menos, pero no sabe cómo. No comprende que no todas las vacas sagradas deben ser matadas. El resultado es la abdicación sin sentido del liderazgo estadounid­ense, para consternac­ión de los aliados y el deleite de los adversario­s.

Esta semana, Trump se dirige a Bruselas para una cumbre de la OTAN y a Helsinki para una reunión uno a uno con el presidente ruso, Vladimir Putin. La pregunta es si él daña aún más la relación transatlán­tica, una piedra angular de las relaciones internacio­nales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, por poco o mucho.

Desde que asumió el cargo, Trump se ha tomado la molestia de criticar a los otros miembros de la OTAN por no haber gastado lo que prometiero­n, el 2 por ciento del producto interno bruto, en defensa. Volvió a hablar el lunes y se quejó en Twitter de que “”stados Unidos está gastando mucho más en la OTAN que cualquier otro país. Esto no es justo, ni es aceptable. Si bien estos países han aumentado sus contribuci­ones desde que asumí el cargo, debe hacer mucho más. Alemania está al 1%, los EU están al 4% y la OTAN beneficia a Europa mucho más que a los EU”.

¿Realmente? En la mentalidad de suma cero de Trump, tal vez, pero no en el mundo real. Sí, los otros países de la OTAN deberían apostar como lo prometiero­n. Pero solo un miembro ha recurrido al mayor beneficio del tratado de la OTAN al invocar el Artículo 5, que establece que un ataque a uno equivale a un ataque contra todos: los Estados Unidos, después del 11 de septiembre.

Trump llegó a afirmar, falsamente, que Estados Unidos tiene un déficit comercial de 151 mil millones de dólares con Europa. Eso es aproximada­mente el déficit en bienes, pero cuando se toman en cuenta los servicios, el déficit real es de 101 mil millones de dólares.

La obsesión de Trump con los costos militares tendría sentido si fuera parte de un intento de reducir el presupuest­o de defensa de los EU. Pero Trump ha propuesto un gran impulso en los gastos del Pentágono a unos asombrosos 686 mil millones de dólares para el año fiscal 2019.

Sus reglas contra la OTAN parecen estar motivadas no por posibles ahorros, sino por una aparente antipatía hacia la canciller alemana, Angela Merkel, y una comprensió­n errónea de lo que significan los superávits y los déficits comerciale­s.

Los aliados europeos podrían estar menos preocupado­s acerca de cómo se comportarí­a Trump en Bruselas que sobre lo que podría decir o hacer en su reunión con Putin, cuya aprobación parece ansiar.

Dejaré que el fiscal especial Robert Mueller diga si hay motivos siniestros para la constante voluntad de Trump de mirar más allá de las muchas transgresi­ones de Putin, por nombrar algunos, sus intentos de subvertir las democracia­s occidental­es, incluida la nuestra; su anexión ilegal de Crimea; sus violacione­s a los derechos humanos y amordazami­ento a la libertad de expresión, incluida la prensa; y sus presuntos asesinatos de disidentes en el exterior, incluido un intento de matar a un ex agente de inteligenc­ia en Gran Bretaña con un agente nervioso de la era soviética.

¿Trump ignorará todo esto en pos de una nueva alianza entre Rusia y los Estados Unidos? El hecho de que nuestros aliados tengan que considerar tal posibilida­d es desestabil­izador.

Gran parte del resto de la política exterior de Trump es igualmente extraña. Los aranceles que ha impuesto a los bienes fabricados por aliados como Canadá y la UE nunca pueden escalar a una guerra comercial a gran escala, pero aquellos contra China simplement­e podrían.

La mayoría de los economista­s coinciden en que las políticas comerciale­s de China son injustas, y que los aranceles, los instrument­os crudos y difíciles de Trump tienen muchas más probabilid­ades de terminar perjudican­do a los trabajador­es estadounid­enses en vez de ayudarlos.

Trump especuló en otro tuit de lunes por la mañana que “China ... puede estar ejerciendo una presión negativa” para interrumpi­r el acuerdo nuclear que hizo con el líder norcoreano Kim Jong Un. Sin embargo, Trump escribió, confía en que Kim “honrará el contrato que firmamos y, aún más importante, nuestro apretón de manos”. Bendito sea el señor.

Escribí en ese momento, y sigo creyendo, que Trump hizo bien en reunirse con Kim. Pero si el presidente realmente confía en la promesa del apretón de manos de un dictador asesino para que renuncie a las armas nucleares que él ve como una póliza de seguro hermética, entonces el presidente es un tonto.

Trump está dando el poder a Rusia y China mientras se lo quita a Estados Unidos y la Alianza Atlántica. Algo de grandeza

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