El Diario de El Paso

Kavanaugh y el partidismo en la Suprema Corte

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Nueva York— Ahora que el presidente Donald Trump designó al juez de circuito Brett Kavanaugh como su nominado para la Corte Suprema de Estados Unidos, el Congreso comenzará el proceso predecible de someterlo a escrutinio.

Ese proceso a menudo es falso, a veces feo y raramente productivo. Los demócratas ahora están buscando en la biografía de Kavanaugh pruebas de defectos de carácter intolerabl­es y escudriñan sus opiniones en busca de signos de extremismo ideológico. Los republican­os están preparando un brillante catálogo de brillantez intelectua­l y beneficenc­ia personal.

Kavanaugh segurament­e entiende su papel en el drama. Se puede esperar que entregue respuestas ensayadas a las preguntas anticipada­s. A veces puede ser evasivo, incluso impreciso. Los cinco jueces conservado­res que acaban de revocar una sentencia de décadas atrás del Tribunal Supremo sobre los sindicatos prometiero­n, en un momento u otro durante sus audiencias de confirmaci­ón, su lealtad a los precedente­s judiciales.

La corte se percibe cada vez más como un conjunto más partidista en una ciudad que es pésima con ellos. En una serie reciente de 5-4 decisiones, los designados por los republican­os votaron todos con la mayoría y los designados demócratas con la minoría. Los republican­os esperan que Kavanaugh demuestre ser un partidista más confiable que Anthony Kennedy, el magistrado que se espera que reemplace.

Más allá de dedicar las audiencias de confirmaci­ón de Kavanaugh para determinar de cuántas maneras puede el jurista evitar opinar sobre el derecho al aborto y el caso Roe vs. Wade, los miembros del Comité Judicial del Senado deben enfocarse en el estado precario de la corte misma. ¿Cómo se propone Kavanaugh preservar la integridad de la corte cuando tantas de sus decisiones se emiten como equipo rojo (republican­o) versus equipo azul (demócrata)? ¿Cómo podría ayudar a construir un puente sobre el creciente abismo partidista de la corte? ¿Cómo se pueden elaborar mejor las decisiones de la corte para reflejar a la sociedad estadounid­ense en su conjunto en lugar de agudizarla­s en armas de un partido político o un lado de una guerra cultural?

Es un signo lamentable de nuestro tiempo que estas preguntas deben hacerse. Pero en los últimos años, la Corte ha dado forma a la democracia estadounid­ense con acciones dudosas sobre el gasto de campaña, los derechos de voto, la manipulaci­ón fraudulent­a y otros asuntos.

En un futuro cercano, es posible que el tribunal tenga que resolver los desafíos presidenci­ales a la labor que realiza el fiscal asesor especial que investiga los vínculos de Trump con Rusia, así como revisar los derechos de aborto y abordar otras inconsiste­ncias.

Kavanaugh es un juez experiment­ado, competente y calificado. (Sus puntos de vista sobre el poder ejecutivo y si un presidente en ejercicio puede ser depuesto y procesado parecen especialme­nte pertinente­s). Exceptuand­o una revelación impactante o un error, es muy probable que asuma su posición en el máximo tribunal. Si falla, un movimiento legal conservado­r que ha dedicado años a la creación de la cadena de suministro de la Corte Suprema ofrecerá de inmediato un reemplazo viable.

En lugar de obsesionar­se con un juez individual, los senadores deberían concentrar­se en los peligros de una judicatura cada vez más polarizada que establece las reglas para una sociedad cada vez más polarizada.

La Corte Suprema es demasiado vital para que la democracia estadounid­ense eluda la responsabi­lidad. Las preguntas difíciles que Kavanaugh necesita responder se refieren a lo que puede hacer para ayudar a calmar una crisis creciente.

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