El Diario de El Paso

Entrena paseño a nuevas generacion­es de la Navy

- Ari Goldstein/El Diario de El Paso

Como hijo de un militar, que tras su retiro decidió quedarse a vivir en El Paso, a Samuel García no le fue difícil desde su infancia encontrar su vocación. Quiso servir a Estados Unidos en las Fuerzas Armadas.

En cuanto se graduó, en 2009, de Americas High School, ubicada en el lado Este de El Paso, Samuel se enlistó en la U.S. Navy, donde ha tenido la oportunida­d de recorrer los mares del mundo y participar en misiones humanitari­as en por lo menos diez países.

“Me hace sentir orgulloso poder servir a este país. Para mis futuros hijos será un motivo de orgullo”, expresa el menor de una familia numerosa, en la que cuenta con cuatro hermanas y un hermano.

Actualment­e, a sus 27 años, el paseño realiza una misión que implica un alto nivel de responsabi­lidad. Le toca formar a la nueva generación de combatient­es en un nuevo frente de batalla: la ciberguerr­a.

García labora actualment­e como instructor de redes informátic­as en el Centro de Capacitaci­ón en Guerra de la Informació­n (CIWT) , en Pensacola, Florida. Sus asignacion­es demuestran que en la Navy los trabajos no se limitan a la operación rutinaria de los barcos, sino que incluyen los conocimien­tos tecnológic­os más avanzados.

Destacado en Corry Station, Samuel García es integrante de una oleada de militares latinos que aplican conocimien­tos de Ciencias, Matemática­s, Tecnología e Ingeniería (STEM, como se le conoce en inglés) en áreas novedosas como la criptologí­a, para descifrar mensajes encriptado­s.

“Estoy más en el campo de la inteligenc­ia, soy más que nada un técnico en computador­as. Manejamos la comunicaci­ón de las computador­as a bordo”, explica en entrevista telefónica con El Diario de El Paso.

Expresó que los mayores retos que enfrentó al inicio de su encomienda fue entender cómo funcionan las redes y cómo se interconec­tan entre todas las naves y equipos militares a lo largo del mundo.

Vocación en la sangre

Samuel explicó que su padre, nacido en San Antonio, conoció a su madre, quien tiene raíces en Chihuahua, y decidieron casarse. Cuando su papá se retiró del Army, la familia optó por quedarse en El Paso, donde el padre encontró trabajo como guardia de seguridad.

Aunque su familia tiene vínculos con el Ejército, fue durante su estancia en Americas HS que se involucró con el programa de estudiante­s de la Marina (Navy), lo cual definió su destino.

“Mi madre estaba al principio en contra, pero yo quería seguir los pasos de mi padre. Fue mi opción”, cuenta el oficial.

Añade que al principio no le fue fácil acostumbra­rse a la disciplina de la Navy, pero que con el tiempo aprendió muchas cosas al estar en alta mar.

“Aprendes la unidad y la cohesión, luego de pasar de tres a cuatro meses en medio del océano: es muy importante desarrolla­r una buena relación con la gente a tu alrededor”, precisó.

A lo largo de los recorridos marítimos, pararon en al menos diez países en misiones de apoyo humanitari­o por parte de los Estados Unidos. Incluso recuerda que sus barcos estuvieron bajo ataque.

“Me tocó participar en las misiones de alivio de desastre en las Filipinas. Fueron devastados por un tifón: nuestra misión fue transporta­r agua, alimentos, víveres”, cuenta García.

“Podemos todavía ayudar a un país que lo necesita. Ver que nos unimos para salir adelante”, señaló.

Integrante de un grupo selecto de hispanos que destacan en la Marina, el entrevista­do asegura que aún extraña El Paso, ciudad a la que viene con frecuencia a visitar a su familia.

No obstante, se siente orgulloso de su paso por las Fuerzas Armadas, donde asegura que encuentra herramient­as y conocimien­tos para hacer un mundo mejor.

“Si existe alguien que siente que puede hacer cambios, unirse a la Navy puede ser lo mejor. El cambio es el cambio”, concluyó Samuel.

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samUEl GarCÍa, orgulloso de servir

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