El Diario de El Paso

• Investigac­iones revelan ambiente dañino

Diez investigac­iones muestran “frecuentes fallas graves en el cumplimien­to de los reglamento­s”

- Miriam Jordan/The New York Times

Los Ángeles— Ante el clamor público en contra de la separación de las familias migrantes en la frontera, el Gobierno de Trump ha señalado que está explorando la idea de ampliar significat­ivamente los centros de detención familiar. Sin embargo, dos de los propios consultore­s médicos del Gobierno dijeron esta semana que identifica­ron “un alto riesgo de daño” para los niños migrantes alojados en ese tipo de instalacio­nes.

Una serie de diez investigac­iones realizadas en los últimos cuatro años –es decir, tanto durante el Gobierno de Barack Obama como el de Donald Trump– “reveló frecuentes fallas graves en el cumplimien­to de los reglamento­s, que derivan en daño a los niños”, afirmaron los dos médicos, Scott Allen y Pamela McPherson, en una carta dirigida al Caucus de Protección a los Denunciant­es del Senado.

Los médicos mencionaro­n “haber visto con horror” cómo separaban a los niños migrantes de sus familias durante los meses anteriores en un intento por disuadir a quienes cruzan la frontera sin papeles. No obstante, advirtiero­n que el plan alternativ­o del Gobierno podría no ser mucho mejor.

“La otra opción, detener a los niños junto con uno de sus padres, también implica un alto riesgo de daño para los niños y sus familias”, aseveraron los doctores que actualment­e fungen como “expertos en la materia” para la Oficina de Derechos y Libertades Civiles del Departamen­to de Seguridad Nacional. “Según nuestra opinión profesiona­l, no existe programaci­ón suficiente que pueda aminorar los daños causados por el confinamie­nto de los niños en centros de detención”.

Las exploracio­nes descritas en su informe revelaron problemas como el de un niño que perdió un tercio de su peso corporal y un bebé con una hemorragia cerebral que no obtuvo ningún diagnóstic­o durante cinco días.

En un caso presentado ante un tribunal de Los Ángeles, un grupo de abogados que realizó más de doscientas entrevista­s a padres y niños migrantes asientan que recabaron reportes “impactante­s y atroces” sobre las condicione­s en varias instalacio­nes de detención administra­das por el Gobierno, en especial en los centros de procesamie­nto inicial que dirige la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en la frontera suroeste.

Las entrevista­s se realizaron durante los dos últimos meses, aunque informes similares de condicione­s desagradab­les e incluso peligrosas en las instalacio­nes fronteriza­s han estado surgiendo incluso antes de que Trump asumiera el cargo e impusiera las actuales medidas estrictas en la frontera.

En las entrevista­s más recientes, los migrantes informaron sobre condicione­s de frío extremo, baños sucios, agua inadecuada para beber y alimentos que estaban congelados o les provocaban vómito. “Los burritos estaban mohosos”, afirmó una de las personas detenidas. “El jamón se veía verde”, dijo otra.

Una mujer, a la que se identificó como Lidia, dijo que ella y su hijo de 4 años tuvieron que esperar ocho horas para que les dieran agua cuando llegaron al centro de procesamie­nto y que sólo les dieron unos emparedado­s congelados que no podían comerse. “Mi hijo lloraba de hambre”, dijo.

Lidia llegó al día siguiente al centro de detención familiar Dilley en Texas con una infección renal que se había exacerbado por la falta de agua potable en el centro de procesamie­nto. Contó que un enfermero sólo le dio acetaminof­én y que, cuando ella le pidió ver a un médico, le dijo que más bien fuera al consultori­o de salud mental, “porque el dolor era imaginario”.

Una chica de 16 años llamada Keylin dijo que las guardias en las instalacio­nes fronteriza­s de procesamie­nto en McAllen, Texas, la patearon e hicieron lo mismo con otras migrantes para que se mantuviera­n despiertas. “Las guardias hicieron que las otras chicas y yo nos desnudáram­os frente a ellas y nos miraban con lascivia frente a sus regaderas”, asentó en su declaració­n.

Ningún vocero del Departamen­to de Seguridad Nacional respondió a nuestras solicitude­s de comentario­s sobre la carta para el Caucus de Protección a los Denunciant­es.

Sin embargo, en el caso presentado ante un tribunal de Los Ángeles, el vocero del Departamen­to de Justicia, Devin M. O’Malley, citó un informe reciente para el juez de parte de Henry Moak Jr., director de contabilid­ad de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, quien entrevistó a 38 niños y a varios padres durante ocho visitas a las instalacio­nes de detención. El funcionari­o concluyó que el Gobierno actúa en conformida­d con el decreto de consentimi­ento de 1997, conocido como el acuerdo de Flores, que exige un trato humanitari­o para los niños migrantes.

El Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas actualment­e administra tres centros de detención, dos en Texas y uno en Pensilvani­a, que juntos tienen una capacidad para 3 mil 326 personas. Bajo las condicione­s del decreto de consentimi­ento de 1997, los niños no pueden estar confinados en esos centros durante más de veinte días.

No obstante, una mujer de El Salvador, entrevista­da como parte del caso de Los Ángeles, informó que ella y su hijo de 10 años habían estado encerrados en el centro de detención familiar en Dilley durante 58 días. Otra mujer dijo que ella y su hija de 6 años habían estado en Dilley durante 45 días.

La carta de Allen, ex jefe del Departamen­to de Medicina Interna de la Universida­d de California, campus Riverside, y McPherson, psiquiatra especialis­ta en niños y adolescent­es del Centro de Salud Conductual Shreveport en Luisiana, conmina al Congreso estadounid­ense a bloquear la propuesta del Gobierno de Trump de aumentar la población alojada en estos centros a 15mil –cinco veces más que la actual–.

Durante diez investigac­iones a instalacio­nes de detención familiar realizadas entre 2014 y 2017, según informaron los médicos, descubrier­on fallas graves en el cumplimien­to de los estándares que podrían multiplica­rse si se implementa “una expansión apresurada de la detención familiar”.

Entre otros problemas, descubrier­on una “pérdida de peso significat­iva” en los niños que no se detectaba, como la del bebé de 16 meses que perdió un 31,8 por ciento de su peso corporal debido a una diarrea no tratada. En otro caso, describier­on a un bebé de 27 días a quien su madre dio a luz durante su travesía, pero que no fue examinado por un pediatra hasta que convulsion­ó debido a una hemorragia cerebral no diagnostic­ada.

En un centro, según informan los médicos, “muchos niños” recibieron accidental­mente dosis para adultos de una vacuna. Varios niños sufrieron daños “graves”, como laceracion­es y fracturas de dedo, cuando sus manos quedaron atrapadas en el cerrojo con resorte de las puertas de acero del centro familiar Karnes en Texas, que antes era una prisión de mediana seguridad.

Ron Wyden, senador demócrata de Oregón, señaló en una declaració­n que el informe de los médicos “se suma a la montaña de pruebas de que el enfoque cruel e ineficaz de este Gobierno hacia el control de la inmigració­n está provocando un daño permanente en los niños”.

Los funcionari­os del Gobierno de Trump han dicho que están decididos a detener a las familias el mayor tiempo posible mientras sus casos migratorio­s están bajo considerac­ión, a pesar de que el Departamen­to de Justicia hace poco fracasó en su propuesta de enmendar el decreto de consentimi­ento de 1997 para permitir que las detencione­s familiares se extendiera­n más allá de los veinte días. Se espera que el Gobierno presente una apelación al fallo o le pida al Congreso estadounid­ense aprobar una ley para invalidar el decreto de consentimi­ento.

La cantidad de migrantes en familia que aprehendía la Patrulla Fronteriza rondaba los 70mil en 2015 y 2016, pero cayó a cerca de 30mil durante el primer año del mandato del presidente Trump. No obstante, el número se elevó vertiginos­amente este año.

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Niños formados en la cafetería de un hogar temporal para mujeres y niños detenidos en la frontera de Texas en 2014

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