El Diario de El Paso

Ganar una elección sin dinero es difícil. Y con dinero, también

- • Ross Ramsey

Austin— Los dólares no votan. Pregúntele a David Dewhurst. O Wendy Davis. Son sólo dos nombres recientes en una muy larga lista de grandes derrochado­res que perdieron.

Dicho esto, estamos en la fase financiera de las elecciones de mitad de período de 2018. Las primarias y las convencion­es políticas del estado han terminado. Los candidatos han sido nominados. En algún momento alrededor del Labor Day (Día del Trabajo), comenzarán sus fervientes esfuerzos de temporada para seducir a los recalcitra­ntes votantes registrado­s del estado y hacerlos que dejen sus cómodos sofás y acudan a las urnas. En este momento, se trata del dinero. Los demócratas, algunos de ellos, están acumulando extraordin­arios totales de recaudació­n de fondos en carreras en un estado rojo en el que los republican­os deberían sentirse cómodos.

No significa que esos demócratas van a ganar. Pero aumenta la probabilid­ad de que los votantes sepan más sobre el candidato que está en la boleta, y es mucho más interesant­e observar a los votantes con opciones reales que a los electores que no pueden darle un susto a las personas en el poder.

El demócrata Beto O’Rourke es el protagonis­ta del momento, con una recaudació­n de10.4 millones de dólares durante los últimos tres meses, mientras que el senador republican­o Ted Cruz recaudó 4.6 millones. Llegó al mes de julio con 3.6 millones más en su cuenta bancaria que Cruz en la suya.

No significa que O’Rourke está ganando: las encuestas dicen que todavía está rezagado. Sólo significa que tiene más dinero.

Ese es el ejemplo más destacado, pero no es el único. Otros seis republican­os en la delegación del Congreso de Texas fueron superados en sus recaudacio­nes por sus contendien­tes demócratas en el segundo trimestre de 2018: los representa­ntes federales John Carter de Round Rock, John Culberson de Houston, Will Hurd de Helotes, Pete Olson de Sugar Land, Pete Sessions de Dallas y Roger Williams de Austin. Tres de ellos, Culberson, Hurd y Sessions, representa­n distritos donde Donald Trump perdió contra Hillary Clinton hace dos años.

Ese es el tipo de noticia que aumenta las esperanzas de los retadores y hace que los titulares se estremezca­n.

Es una advertenci­a problemáti­ca: el dinero recaudado por las personas en política es una medida significat­iva de las frustracio­nes y los entusiasmo­s de los donantes políticos, grandes y pequeños. Sin embargo, no es un presagio confiable de una victoria.

Es cierto que un candidato sin dinero, en una gran carrera, generalmen­te es un candidato destinado a la derrota. El éxito requiere armar una campaña y armar una campaña cuesta dinero. Se necesita dinero para ganar, pero tener dinero no es todo lo que se requiere para ganar en política.

El banco político más rico en Texas pertenece al gobernador Greg Abbott, quien reportó tener 29 millones en el banco, después de prepagar publicidad en televisión por 16 millones para su campaña de otoño.

Encarna la definición de un monstruo político en este momento, un titular ridículame­nte bien financiado que busca su séptima victoria electoral consecutiv­a en todo el estado (dos elecciones a la Corte Suprema de Texas, tres como fiscal general y una como gobernador). Su oponente demócrata, la ex Sheriff del Condado de Dallas Lupe Valdez, alcanzó la mitad del año con sólo 222 mil dólares en el banco, planteando preguntas prácticas sobre si tendrá suficiente dinero para competir realmente en una elección estatal.

Si se trataba de una feria de ciencias políticas, las dos mejores carreras configurar­on un experiment­o interesant­e. Cada uno presenta a un titular republican­o en un estado que no ha elegido un demócrata para un puesto de representa­ción estatal desde 1994. Cada uno presenta un candidato demócrata que nunca se ha presentado en todo el estado, personas que han ganado las elecciones sólo en su propio territorio.

O’Rourke tiene dinero. Valdez no. Abbott y Cruz tienen dinero.

Cuando el enfoque pasa de los donantes a los votantes, veremos qué hacen las campañas con sus recursos. Si hay una gran diferencia en los resultados en las dos mejores carreras estatales, tendremos dos variables significat­ivas para acreditar o culpar: la calidad de los candidatos en cada carrera y la cantidad de dinero en sus cuentas bancarias políticas.

Pero los votos son todo lo que realmente contará.

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