El Diario de El Paso

Dejen de llamar populista a Trump

- • Paul Krugman

Nueva York–Un mensaje para todos aquellos en los medios informativ­os que no dejan de llamar “populista” a Donald Trump: no creo que esa palabra signifique lo que ustedes creen.

Es verdad que, de vez en cuando, Trump aún se hace pasar por alguien que defiende los intereses de los trabajador­es comunes y corrientes de Estados Unidos en contra de las élites. Además, supongo que se puede pensar que su acogida del nacionalis­mo blanco les da voz a los estadounid­enses comunes y corrientes que comparten su racismo, pero que sentían que no habían podido expresar su prejuicio en público.

Sin embargo, lleva en la presidenci­a un año y medio, el tiempo suficiente para ser juzgado por lo que hace, no por lo que dice, y su Gobierno ha sido despiadado a la hora de oponerse a los trabajador­es en casi todos los frentes. Trump es tan populista como piadoso; es decir, nada en lo absoluto.

Empecemos con la política fiscal, en la que el mayor logro legislativ­o de Trump es una reducción tributaria que beneficia principalm­ente a las corporacio­nes —cuyo pago de impuestos ha caído a un barranco— y no ha hecho nada por elevar los salarios.

El plan fiscal hace tan poco por los estadounid­enses comunes y corrientes que los republican­os han dejado de promoverlo. No obstante, el Gobierno está jugando con la idea (probableme­nte ilegal) de utilizar una acción ejecutiva para reducir 100 mil millones de dólares adicionale­s en impuestos a los ricos.

También tenemos la política de salud, en la que Trump, después de haber fracasado en la derogación de Obamacare —lo cual habría sido un enorme golpe para las familias trabajador­as—, más bien ha promovido una campaña de sabotaje que es probable que haya elevado las primas casi un 20 por ciento en comparació­n con lo que habrían costado si no la hubiera llevado a cabo.

Y por supuesto que la carga de esas primas más altas cae de una forma más pesada sobre las familias que ganan apenas un poco más de lo necesario para ser elegibles para los subsidios: es decir, la parte alta de la clase trabajador­a.

Del mismo modo, está la política laboral, en la que el Gobierno de Trump se ha movido en múltiples frentes para eliminar las regulacion­es que habían protegido a los trabajador­es ante la explotació­n, las lesiones y más.

Sin embargo, las políticas inmediatas no cuentan toda la historia. También se deben considerar los nombramien­tos de Trump. Cuando se trata de políticas que afectan a los trabajador­es, Trump ha creado un equipo de compinches: casi todos los puestos importante­s han caído en manos de un cabildero o alguien con fuertes lazos financiero­s con la industria. Los intereses laborales no han obtenido ninguna representa­ción.

La nominación de Brett Kavanaugh para la Suprema Corte merece una especial atención. Hay mucho que no sabemos sobre Kavanaugh, en parte porque los senadores republican­os están bloqueando las solicitude­s demócratas para que haya más informació­n.

No obstante, sí sabemos que está rigurosa y extremadam­ente en contra de los derechos laborales: se encuentra muy hacia la derecha de lo convencion­al y muy hacia la derecha incluso de la mayoría de los republican­os.

El ejemplo más conocido de sus opiniones en contra de los trabajador­es es su argumento de que Sea World no debería tener ninguna responsabi­lidad después de que una orca asesinó a una de sus trabajador­as, porque la víctima debió conocer los riesgos cuando aceptó el trabajo. Sin embargo, hay mucho más extremismo antitrabaj­ador en su historial.

Cuando se tiene en cuenta que Kavanaugh, si se confirma, permanecer­á en el cargo mucho tiempo, este extremismo basta para justificar el rechazo a su nominación, en especial si se agrega su apoyo a que el presidente detente un poder sin restriccio­nes y lo que sea que haya en sus antecedent­es que los republican­os quieren esconder.

No obstante, ¿por qué Trump, el autoprocla­mado defensor de los trabajador­es estadounid­enses, escogería a alguien así? ¿Por qué haría todo lo que está haciendo para perjudicar a la misma gente que lo llevó a la Casa Blanca?

No conozco la respuesta, pero creo que la explicació­n convencion­al —que Trump, quien es un holgazán y sumamente ignorante sobre los detalles de la política, quedó atrapado sin querer en la ortodoxia del Partido Republican­o— subestima al presidente y lo hace ver mejor de lo que es.

Al ver a Trump en acción, cuesta trabajo no pensar que sabe muy bien que está infligiend­o un castigo a su propia base. Sin embargo, es un hombre al que le gusta humillar a los demás, poco o mucho. Y lo que yo creo es que en realidad le da placer ver cómo sus simpatizan­tes lo siguen aunque los traicione.

De hecho, a veces el desprecio por su base trabajador­a queda al descubiert­o. ¿Recuerdan “me encantan los que tienen poca educación”? ¿Recuerdan cuando se jactó de que podría dispararle a alguien en la Quinta Avenida y no perdería votantes?

En fin, sin importar sus motivacion­es, cuando Trump actúa es lo opuesto a un populista. Y, no, su guerra comercial no cambia ese juicio. William McKinley, el presidente por antonomasi­a de la edad chapada en oro que derrotó a un rival populista, también fue un proteccion­ista. Además, la guerra comercial trumpiana se está llevando a cabo de una manera que produce un daño máximo a los trabajador­es estadounid­enses a cambio de beneficios mínimos.

Sin embargo, aunque no es populista, sí es un mentiroso patológico, el hombre más deshonesto que alguna vez haya sido presidente de Estados Unidos. Y su afirmación de que apoya a los trabajador­es estadounid­enses es una de sus mentiras más grandes.

Lo cual me hace regresar al uso que se da en los medios del término “populista”. Cuando describen a Trump con esa palabra, de hecho, están siendo cómplices de su mentira, en especial si lo hacen en el contexto de un supuesto periodismo objetivo.

Además, no tienen por qué hacerlo. Pueden describir lo que hace Trump sin utilizar palabras que le dan un crédito que no le correspond­e. Está engañando a sus seguidores; no tienen que ayudarle en esa tarea.

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