Centros de detención son ‘hieleras’, denuncian
Tan frías son las celdas de detención de la Patrulla Fronteriza que a las personas que se dirigen al Norte se les advierte que la primera escala será una “hielera”. La helada estancia constituye un rito y, en las estaciones fronterizas de mayor tránsito, los pisos y las bancas están hacinados con detenidos envueltos en hojas plateadas de polietileno, los únicos cobertores disponibles. Al moverse los cuerpos producen un crujido constante.
La lucha por el control de la temperatura en el interior de estos recintos es tema de un litigio entre el gobierno de Estados Unidos y grupos defensores de los inmigrantes que acusan a la Patrulla Fronteriza de utilizar el termostato como herramienta para limitar la migración y tener poder sobre las personas bajo resguardo. Si bien dichas acusaciones llevan años haciéndose, el revuelo desencadenado por la política de “cero tolerancia” en la separación de familias implementada por la administración Trump ha generado nuevas quejas sobre sufrimiento hipotérmico.
“Lo hacen como forma de castigo”, dijo Peter Schey, uno de los principales abogados de la demanda colectiva en curso conocida como el acuerdo Flores, el cual data de los años 90 y establece los estándares en la detención de los menores migrantes bajo resguardo federal.
El mes pasado, Schey y otros abogados presentaron ante el Juzgado Federal de Distrito del Distrito Central de California testimonios y declaraciones bajo juramento de más de 20 detenidos en torno al trato que recibían bajo resguardo federal. Las quejas sobre el frío se mencionaron una y otra vez.
Funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) rechazan enérgicamente las acusaciones de malos tratos. Muchos de los migrantes detenidos son originarios de regiones rurales de Centroamérica, señalan, y sencillamente no están acostumbrados al aire acondicionado. La dependencia señala que la temperatura nunca se pone con propósitos punitivos y que con regularidad se revisan los termostatos a efecto de garantizar que se encuentren a entre 66 y 80 grados Fahrenheit (18.8 a 26.6 centígrados), el rango que CBP consideró razonable según las estipulaciones del acuerdo Flores.
Pero las historias sobre detenidos que tiemblan y las condiciones rigurosas instaron a la juez federal de distrito Dolly Gee, quien supervisa el acatamiento del Flores, a ordenar el nombramiento de un “maestro especial” que supervise de manera independiente los centros de detenciones. Los abogados gubernamentales solicitaron más tiempo para investigar y refutar las acusaciones, pero la juez mencionó la necesidad de contar con “informes realistas e imparciales respecto a lo que está sucediendo”.