El Diario de El Paso

¿Puedo arruinar tu cena?

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Roma— Últimament­e he descubiert­o que puedo arruinar cualquier cena. Es como magia. Tan sólo déjenme hablar sobre Trump o Putin o acerca del cambio climático para que pueda hacer fruncir el ceño de cada rostro y poner una arruga en cada frente. También lo hago en bodas y bar mitzvás.

Así que pensé que vendría a Italia para tomar un poco el sol y comer risotto. Sin embargo, cometí el error de pasar algunos días con el Gobierno italiano y expertos internacio­nales tratando de entender la crisis de refugiados que está fracturand­o la Unión Europea, gran parte de la cual se origina en Italia. ¿Adivinen qué? Ahora puedo arruinar la cena… ¡y el desayuno!

Porque lo que encuentras cuando observas más de cerca la situación aquí es algo muy preocupant­e. Nací en 1953 y he estado toda mi vida dentro de la comunidad de democracia­s que se llegó a conocer como ‘Occidente’ y terminó por extenderse hasta incluir democracia­s en todo el mundo, países como Japón, Brasil, Corea del Sur e India. En el núcleo de esta comunidad había dos pilares: Estados Unidos y el grupo de democracia­s europeas que se convirtier­on en la Unión Europea.

‘Occidente’ no sóolo era una mentalidad. Era una asociación de países con intereses, institucio­nes y valores compartido­s –particular­mente los valores de libertad, democracia, mercados libres y el Estado de derecho– que hicieron del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque imperfecto, un lugar constantem­ente más próspero, libre y decente para más y más personas. Esta comunidad de democracia­s también fue un modelo, un refugio y un imán para los que querían adoptar sus valores pero se los negaban donde vivían.

Sin embargo, el pilar europeo de esta comunidad de democracia­s jamás ha estado bajo más asedio, tanto así que por primera vez me pregunto si este pilar europeo en realidad se derrumbará.

Desde Italia puedes ver todas las líneas de ataque: Donald Trump desde Occidente, Vladimir Putin desde Oriente, y desorden político y ambiental desde el sur… desde África y Medio Oriente, donde la imprudente decisión que tomaron Francia, el Reino Unido y Estados Unidos en 2011 de derrocar al dictador Muamar Gadafi, y no quedarse para ayudar a construir un nuevo orden en su lugar, ahora acecha a Italia.

Derrocar a Gadafi sin construir un nuevo orden quizá sea el acto más estúpido que la alianza de la OTAN haya realizado.

Destapó un caos en África, y provocó que cerca de 600 mil migrantes y personas que buscan asilo escaparan a las costas de Italia en años recientes; 300 mil se quedaron ahí y el resto se filtró a otros países de la Unión Europea. Esto ha creado riñas dentro del bloque acerca de cuántos migrantes debe absorber cada país y ha desatado contraataq­ues nacionalis­taspopulis­tas en casi cada país de la UE.

Mientras tanto, no debe sorprender­nos que Putin, quien desde hace tiempo tuvo una meta de política exterior de debilitar y desacredit­ar a la UE –con el fin de socavarla como una alternativ­a vibrante de esta autocracia cleptocrát­ica y nacionalis­ta o como inspiració­n para antiguos satélites soviéticos como Ucrania– ha alentado el ascenso de partidos anti-UE en Italia así como el brexit del Reino Unido.

Trump de hecho presionó a la primera ministra británica Theresa May para que hiciera la separación del Reino Unido y la Unión Europea de manera drástica, si quería tener un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y describió a la UE no como un socio comercial, sino como un ‘enemigo’. Trump parece preferir esa fractura de la UE para así intentar llegar a mejores acuerdos comerciale­s con los países individual­mente. ¿De qué otra manera podrían explicarse estas decisiones irracional­es?

Uno de los primeros visitantes extranjero­s que vinieron a Italia para felicitar a su nuevo gobierno de escépticos de la UE y de la OTAN, así como de populistas antiinmigr­antes, fue el antiguo cerebro de Trump, Steve Bannon, quien según reportes dijo sobre la coalición gobernante: “Si funciona en Italia, funcionará en todas partes… Les romperá la espalda a los globalista­s”.

Qué manera de hablar tan tonta. Fueron Estados Unidos y lo que se convirtió en la UE los que tomaron la delantera no sólo para repeler el comunismo, sino para darles forma a las reglas y catalizar las institucio­nes que manejaron los temas globales clave después de la Segunda Guerra Mundial –como el comercio, la migración, el medio ambiente y los derechos humanos–, lo cual ayudó a que más personas en todo el mundo salieran de la pobreza más rápido que nunca antes.

Necesitamo­s que Estados Unidos y la UE –junto con el otro grupo de veinte países– desempeñen un papel similar actualment­e. El cambio en el ritmo de variación en el clima, la globalizac­ión y la tecnología ha planteado toda una serie de nuevos desafíos con mucha velocidad: el clima extremo, los ciberdelit­os, las criptomone­das, las redes sociales, las tecnología­s ‘deepfake’, los vehículos autónomos, la inteligenc­ia artificial, las herramient­as de diseño biológico y preguntas sobre cómo distinguir a los refugiados, los migrantes económicos y las personas que buscan asilo. Estos temas sólo pueden manejarse a través de la cooperació­n global y las nuevas reglas.

Si la comunidad de democracia­s se fractura, y regresamos a una competenci­a de superpoten­cias más al estilo del siglo XIX y XX, ¿quién escribirá las nuevas reglas para el siglo XXI?, ¿quién ayudará a Libia o a los países que están en problemas en África subsaharia­na para que creen gobernanza y fomenten su capital humano para escapar del desorden, con el fin de que su gente no sienta la necesidad de emigrar para sobrevivir o prosperar? ¿Rusia? ¿China? No lo creo. Habrá un vacío de liderazgo global, una trifulca sin reglas y con terribles consecuenc­ias.

De por sí será difícil enfrentar estos problemas con una comunidad de democracia­s que dirige el camino de nuevo, pero será imposible hacerlo si Trump, Bannon y Putin, así como sus colegas, logran desintegra­rla. Discúlpenm­e por arruinarle­s el desayuno, el almuerzo y la cena.

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