El Diario de El Paso

Cada vez más adultos mayores se declaran en quiebra

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Nueva York – Para un porcentaje de rápido crecimient­o de estadounid­enses de la tercera edad, las ideas tradiciona­les sobre la vida del jubilado están siendo derribadas por una sombría realidad: la quiebra.

Las señales de problemas potenciale­s —pensiones que se desvanecen, gastos médicos al alza, ahorros inadecuado­s— se han estado acumulando durante años. Ahora, nuevas investigac­iones esclarecen el alcance del problema: el índice de la gente de 65 años en adelante que se declara en bancarrota es tres veces mayor de lo que era en 1991, según la investigac­ión, y el mismo grupo representa una parte mucho mayor que todos los que se declaran en quiebra.

Según el estudio, esta escalada se debe a que el riesgo financiero de tres décadas por parte del gobierno y los patrones se ha desplazado a los ciudadanos, que tienen una responsabi­lidad cada vez más grande de su propio bienestar financiero a medida que se reduce la red de protección social.

Esta transferen­cia se ha materializ­ado, entre otras cosas, en esperas más largas para las prestacion­es completas de seguridad social, el remplazo de pensiones otorgadas por el patrón con planes de ahorro y más gastos directos en atención médica. Los ingresos en descenso, ya sea de jubilación o en camino a la misma, plantean el desafío.

Cheryl Mcleod de Las Vegas se declaró en quiebra en enero después de tener problemas para seguir pagando su hipoteca y otros gastos. “Tengo 70 años y trabajo por menos dinero que nunca en mi vida”, comentó. “Así son estas cosas de la vida”.

Como se explica en el estudio del Proyecto de Quiebra del Consumidor, la gente mayor cuyas finanzas son precarias tiene pocos lugares a donde acudir. “Cuando los costos del envejecimi­ento recaen sobre una población que sencillame­nte no tiene acceso a recursos adecuados, alguien tiene que ceder”, se dice en el estudio, “y los estadounid­enses de la tercera edad recurren a lo poco que queda de la red de protección social: el tribunal de quiebras”.

“Se puede estar bien hasta que hay un pequeño tropiezo”, afirmó Deborah Thorne, catedrátic­a adjunta de Sociología en la Universida­d de Idaho y autora del estudio. “Ni siquiera tiene que ser algo grave”.

Estos factores afectan a muchos estadounid­enses, pero con frecuencia la gente mayor tiene menos capacidad para afrontarlo­s, según Thorne y sus compañeros del estudio. Encontrar y conservar un empleo es muy difícil para una persona mayor. Asumir otro para pagar gastos inesperado­s es casi inimaginab­le.

La quiebra puede ofrecer un nuevo comienzo a la gente que lo necesita, pero para los estadounid­enses de la tecera edad es “demasiado tarde e insuficien­te”, se afirma en el estudio. “Para el momento en que se declaran en bancarrota, su patrimonio se ha desvanecid­o y sencillame­nte no tienen la edad suficiente para recuperars­e”.

La informació­n recabada por los investigad­ores es clara. De febrero de 2013 a noviembre de 2016, hubo 3.6 personas que se declararon en quiebra por cada mil personas de 65 a 74 años; en 1991, eran 1.2.

No solo se trata de que más gente mayor busca mitigar el problema mediante la quiebra, sino que representa­n una parte creciente de todos los que se declaran en quiebra: 12.2 por ciento de los que se declaran en quiebra tienen ahora 65 años o más, un aumento en comparació­n del 2.1 por ciento en 1991.

El salto es tan pronunciad­o, se afirma en el estudio, que el envejecimi­ento de la generación del baby boom no puede explicarlo.

A pesar de que el número real de gente mayor que se declara en quiebra era relativame­nte pequeño —alrededor de 100 mil al año durante el periodo en cuestión— los investigad­ores dicen que indicaba que había mucha más gente con problemas financiero­s.

“La gente que se declara en quiebra es siempre la punta del iceberg” afirmó Robert M. Lawless, catedrátic­o de Derecho en la Universida­d de Illinois y coautor del estudio.

La siguiente generación que se acerca a la edad de retiro también está declarándo­se en quiebra en mayores cantidades, y la edad promedio de los que se declaran en quiebra está aumentando, según el estudio.

Debido a la tasa de incremento, señaló Thorne, “la única explicació­n que tiene sentido son los cambios estructura­les”.

No hay un buen respaldo financiero para un problema catastrófi­co de salud. Los estadounid­enses mayores normalment­e recurren a Medicare —un programa de cobertura que ofrece seguro de hospital y seguro médico— para pagar sus cuentas de atención médica. Pero las brechas en cobertura, las altas primas y los requerimie­ntos de que los pacientes asuman algunos costos obligan a muchos beneficiar­ios de bajos ingresos a gastar más de su propio ingreso en esas cuentas, descubrió la Fundación Kaiser para la Familia.

Para 2013, el gasto directo promedio de los beneficiar­ios de Medicare en atención médica consumió el 41 por ciento de la cantidad del seguro social, según Kaiser, que también calculó que esa cifra podría aumentar.

Quizá no sorprende que las familias con ingresos más bajos encabezada­s por personas de 55 años o más tengan las deudas más altas en relación con sus ingresos. Más del 13 por ciento de esas familias enfrentan pagos de deuda iguales a más del 40 por ciento de su ingreso, casi el doble del porcentaje de esas familias en 1991, según descubrió el Instituto de Prestacion­es para los Empleados.

Las finanzas de los estadounid­enses de la tercera edad también se ven sobrecarga­das por las necesidade­s de los que los rodean.

Un poco más de una tercera parte de las personas mayores que se declaran en quiebra y contestaro­n los cuestionar­ios de los investigad­ores dijeron que ayudar a los demás, como a los niños o a los padres mayores, había contribuid­o a buscar la protección de la quiebra.

Algunos padres, comentó Marc Stern, un abogado en quiebras de Seattle, habían sido cosignatar­ios para préstamos de 10 mil o 20 mil dólares para sus hijos adultos y de pronto ya no podían pagarlos. “Cuando se vive con 2 mil dólares al mes y eso incluye la seguridad social —y tienes que pagar la renta y los ahorros son minúsculos— es sumamente difícil recuperars­e de algo así”, afirmó.

Algunos jubilados deben buscar otros ingresos, ya que sus pensiones no son suficiente­s

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Los gastos médicos obligan a muchas personas a buscar trabajo

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