El Diario de El Paso

¿Qué pasa con el movimiento #MeToo cuando la acusada es feminista?

Un hombre acusó a su ex asesora de posgrado de acosarlo sexualment­e, pero algunas académicas la han apoyado

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Nueva York – El caso es una historia que resulta familiar, pero al revés: se determinó que Avital Ronell, académica reconocida mundialmen­te que imparte las materias de Alemán y Literatura Comparada en la Universida­d de Nueva York (NYU), acosó sexualment­e a un antiguo estudiante de posgrado de nombre Nimrod Reitman.

Después de una investigac­ión de once meses en respuesta a una queja basada en las disposicio­nes de la norma federal Título IX —una ley de Estados Unidos que prohíbe la discrimina­ción por razón de sexo—, se declaró culpable a Ronell, descrita por un colega como “una de las contadas estrellas de la filosofía en el mundo”, de haber incurrido en conductas de acoso sexual, físico y verbal, “a tal punto que afectó los términos y condicione­s del ambiente de aprendizaj­e de Reitman”. La universida­d suspendió a Ronell para el siguiente ciclo académico.

The New York Times tuvo acceso a algunos fragmentos del informe definitivo sobre las investigac­iones basadas en el Título IX, en los que se indica que Reitman declaró que Ronell lo había acosado sexualment­e durante tres años y como prueba proporcion­ó decenas de correos electrónic­os en los que la académica se refería a él con varias frases íntimas: “mi adoradísim­o”, “nene hermoso”, “cock-er spaniel” y “mi increíble y hermoso Nimrod” (cock en referencia al pene en español).

Un reto

El caso, que se dio a conocer justo cuando el movimiento #MeToo comenzaba a exigir la rendición de cuentas por conductas sexuales inadecuada­s, representó un reto para las feministas, quienes debieron decidir cómo reaccionar ante la conducta indebida de alguien de su propio grupo. Su respuesta ha agitado las aguas en el sector académico.

En cuanto la universida­d tomó su decisión definitiva y confidenci­al en mayo, varios académicos de todo el mundo, incluidas algunas feministas destacadas, enviaron una carta a NYU en la que expresaron su apoyo a Ronell. Judith Butler, autora del libro Gender Trouble y una de las académicas feministas más influyente­s en la actualidad, encabezaba la lista.

“Si bien no tenemos acceso al expediente confidenci­al, hemos trabajado durante muchos años en estrecha colaboraci­ón con la profesora Ronell”, escribiero­n los catedrátic­os en una versión de la carta publicada en un blog de filosofía en junio. “Todos hemos visto cómo se relaciona con los estudiante­s y algunos conocemos al individuo que ha urdido esta campaña malintenci­onada en su contra”.

Argumentos

Los críticos señalaron que esa carta, centrada en los posibles daños para la reputación de Ronell y la fuerza de su personalid­ad, evoca argumentos utilizados en el pasado para defender a hombres poderosos.

“Nos constan la delicadeza, el agudo ingenio y la dedicación intelectua­l de la profesora Ronell, por lo que solicitamo­s que se le trate con la dignidad que merece alguien de su posición y reputación internacio­nal”, continuaba la carta.

Reitman, quien ahora tiene 34 años y realiza trabajo de investigac­ión en Harvard, afirma que Ronell en varias ocasiones lo besó y tocó, durmió con él en su cama, le pidió que se recostara en su cama y lo tomó de la mano, además de que constantem­ente le enviaba textos, correos electrónic­os, lo llamaba por teléfono, y no accedía a trabajar con él a menos que él le correspond­iera. Reitman es homosexual y ahora está casado con otro hombre; Ronell es una mujer lesbiana.

Ronell, de 66 años, negó haber incurrido en conductas de acoso. “Nuestras comunicaci­ones, que ahora Reitman cataloga como acoso sexual, fueron intercambi­os entre dos adultos, un hombre gay y una mujer queer, que comparten la misma herencia cultural israelí, así como una afición por las comunicaci­ones floridas y exageradas debido al ambiente académico en el que nos movemos y a nuestra sensibilid­ad”, escribió en una declaració­n dirigida a The New York Times. “Él procuró estas comunicaci­ones en repetidas ocasiones, respondió a ellas y las alentó a lo largo de tres años”.

Dos años después de graduarse de NYU con un doctorado, Reitman presentó una queja en contra de su antigua asesora por infraccion­es al Título IX, por supuestas conductas de acoso sexual, violencia sexual, acecho y represalia­s. En mayo, la universida­d determinó que Ronell era responsabl­e de acoso sexual y que no se habían demostrado las demás acusacione­s.

El abogado de Reitman, Donald Kravet, dijo que redactó con su cliente una demanda en contra de NYU y Ronell, y que por el momento están evaluando sus opciones.

Las descripcio­nes de Reitman y Ronell acerca de sus experienci­as evocan otras historias reveladas como parte del movimiento #MeToo: según recuerda Reitman, le tenía miedo a su profesora y al poder que tenía sobre él, por lo que en muchas ocasiones aceptó conductas que lo hicieron sentirse violado. En algunas entrevista­s a las que The New York Times tuvo acceso y que Ronell presentó ante la oficina encargada de las quejas por Título IX en NYU, la docente indicó que Reitman estaba desesperad­o por llamar su atención y recibir su orientació­n.

Según Reitman, los problemas comenzaron a mediados de 2012, antes del inicio oficial del curso. Ronell lo invitó a quedarse con ella en París algunos días. El día de su llegada, según relató Reitman, ella le pidió que le leyera poesía en su recámara mientras tomaba una siesta vespertina.

“Fue cuando me pareció que algo andaba mal”, dijo Reitman. “Pero también pensé, bueno, ya estoy aquí. Mejor no armo un escándalo”.

Entonces, relató, la académica lo jaló hacia la cama.

“Puso mis manos sobre sus senos y presionó su trasero contra mi entrepiern­a”, dijo. “Entonces empezó a besarme, a besar mis manos y mi torso”. Esa noche, ocurrió de nuevo algo parecido, dijo.

Dijo que la confrontó a la mañana siguiente.

“Le dije, mire, lo que pasó ayer no estuvo bien. Eres mi asesora”, recordó en una entrevista.

Según dijo, cuando llegó a Nueva York ese comportami­ento continuó. Después del huracán Sandy, en octubre de 2012, Ronell se presentó en su apartament­o porque no tenía electricid­ad.

Dijo que, a pesar de sus objeciones, ella lo convenció de que ambos podían dormir juntos en su cama. Una vez ahí, lo manoseó y besó todas las noches durante casi una semana, dijo.

“La profesora Ronell niega por completo las acusacione­s de contacto sexual”, escribió Mary Dorman, su abogada, en un documento dirigido a la oficina encargada de las quejas por Título IX.

Ronell dijo que solo pasó dos noches ahí después del huracán, por invitación de Reitman.

El informe de la investigac­ión concluyó que no había suficiente­s pruebas para declarar culpable a Ronell de violencia sexual, en parte debido a que nadie más observó las interaccio­nes en el apartament­o de Reitman ni la habitación de Ronell en París.

"Empezó a besarme, a besar mis manos y mi torso", señaló Nimrod Reitman, el afectado

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eN todo el país se han registrado varias protestas contra el acoso

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