El Diario de El Paso

LA ELECTRICID­AD REGRESA A PUERTO RICO… ONCE MESES DESPUÉS

Tras el paso del huracán María, todo quedó en tinieblas

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Ponce, Puerto Rico – Jazmín Méndez ha vivido gran parte del año pasado en la oscuridad: sin luces para leer, sin alimentos fríos en el refrigerad­or y sin televisión para sus tres hijos.

Cuadrillas de trabajador­es han reparado en vaivenes la red eléctrica dañada por las tormentas en Puerto Rico a lo largo de los últimos once meses, pero no habían logrado que encendiera­n las luces en la casa de Méndez, ubicada en la punta de un cerro. Hasta esta semana que le dijeron que sería una de las últimas casas suministra­das por la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) en tener electricid­ad de nuevo.

“Lo primero que haré es agradecerl­e a Dios”, dijo Méndez mientras estaba sentada en su sala rodeada de hieleras, jarras de agua y tanques de gasolina. “Primero, me deprimí. Ahora ya nos acostumbra­mos tanto que no hay duda de que, si llega otro huracán, pasaremos la prueba”.

Ha sido una larga espera para Méndez, de 44 años, quien encarna las muchas preocupaci­ones que la población de la isla sufrió después del huracán María.

Daños

La tormenta arrasó con las tuberías que transporta­ban agua fresca a su casa, en un vecindario rural de Ponce. Le robaron su generador el año pasado, y no fue sino hasta hace dos semanas que consiguió un remplazo, cortesía de una iglesia local. Partes de su techo de zinc salieron volando y ahora hay goteras, pero algunos problemas con sus escrituras la descalific­aron para el programa de ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s (FEMA). Utilizar agua de lluvia sacada de barriles hizo que Méndez contrajera una infección renal por agua contaminad­a, por lo que estuvo en el hospital casi tres meses.

Después de gastar 3 mil 200 millones de dólares, de levantar cerca de 52 mil postes eléctricos nuevos y de extender 9 mil 600 kilómetros de cable, el sistema eléctrico de Puerto Rico no está en mucho mejores condicione­s de lo que estaba antes de que María le quitara la electricid­ad a todas las casas y negocios de la isla.

Incluso ahora que los últimos clientes recuperaro­n la electricid­ad, deberán desembolsa­rse muchos miles de millones de dólares más para reconstrui­r el sistema y fortificar las líneas de transmisió­n que han estado tan desgastada­s y han recibido tan poco mantenimie­nto que, cuando ocurre un percance, la luz puede irse en toda la isla.

El nuevo dirigente del servicio de electricid­ad calcula que hasta un cuarto del trabajo que se realizó a prisa para iluminar a Puerto Rico después de la tormenta deberá hacerse de nuevo.

“Hay muchos parches —demasiados— que se pusieron solo para darle electricid­ad a la gente”, dijo José Ortiz, el nuevo director ejecutivo de la autoridad de electricid­ad, conocida como PREPA. “Ahora debemos reconstrui­r todo eso”.

Plan

Michael Byrne, el coordinado­r federal de recuperaci­ón de desastres en Puerto Rico, dijo que la tarea de la AEE ahora es diseñar y construir un sistema resistente de transmisió­n y distribuci­ón que pueda soportar mejor los problemas grandes y pequeños.

“Hemos estado sobrevolan­do esta isla con helicópter­os durante once meses, extendiend­o nuevas líneas eléctricas y colocando nuevas torres”, comentó Byrne. “Así que el nivel de esfuerzo ha sido histórico. Pero eso solo fue para arreglar lo que ya estaba ahí”.

En noviembre, justo después de que el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, anunció que la AEE había vuelto a proporcion­ar el 50 por ciento de lo que se generaba antes, la isla de pronto se oscureció, en uno de varios apagones generaliza­dos en los meses subsecuent­es a la tormenta del 20 de septiembre. La primera semana de agosto se fue la luz de nuevo en grandes tramos de San Juan.

Al describir la red eléctrica de la isla, Byrne dijo: “Es estable pero frágil”.

La gran ola de reparacion­es involucró a miles de trabajador­es eléctricos de todo Estados Unidos, entre ellos los equipos de tres empresas que dejaron de trabajar en el proyecto antes de tiempo. Una fue expulsada después de un escándalo de precios exorbitant­es; otra, entre acusacione­s de que había logrado demasiado poco para los 1000 millones de dólares que le pagaron. La tercera había provocado accidental­mente un gran corte eléctrico.

Para la familia Méndez, la oportunida­d de tener el servicio de electricid­ad de nuevo sobre todo significa no tener que gastar 50 dólares a la semana en combustibl­e para su generador, un gasto que Jazmín Méndez, una ama de casa que depende de la ayuda pública, apenas puede costear.

El gobierno instaló una nueva cisterna de agua, pero FEMA le negó el dinero que necesitaba para instalar la tubería necesaria. Así que, incluso con electricid­ad en casa, aún tendrá que bajar el cerro para ir por agua todos los días; un trayecto por el cual debe pasar por aludes que a menudo ponchan los neumáticos.

“Primero, muchas agencias vinieron y nos dieron agua y alimentos”, comentó Méndez. “Pero eso se terminó, así que ahora tenemos que hacerlo todo nosotros. No sé cómo va a terminar Puerto Rico. Parece que todo fue de mal en peor”.

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Luana Méndez, de 2 años, reacciona a una lámpara encendida después de que se restableci­ó el servicio en su hogar

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